«Lamentablemente, Ponferrada vuelve a ser noticia por algo raro de Ismael Álvarez»

-¿Cómo ha pasado las primeras 24 horas?

-Ha sido un día duro. Después de mi primera comparecencia, comí con mis concejales. Es una maravilla poder disfrutar de un grupo de personas tan fuertes, tan unidas, tan comprometidas. Yo, desde luego, le doy mucho valor a lo personal.

-Las razones personales son, precisamente, argumentos a los que ha aludido desde que se anunció esta moción de censura. También ha hablado de «vendetta» y chantaje por parte de Ismael Álvarez.

-Son constataciones. El señor Ismael Álvarez dijo, en su día, antes de las elecciones que iba a hacer el mayor daño posible al Partido Popular. Públicamente dijo que quería haber sido candidato a la alcaldía por el PP. No lo fue. Después, en campaña electoral, cambió el discurso y dijo que votarlo a él sería como votar al PP. Evidentemente, después de las elecciones, cuando nos faltaron doscientos y pico votos para obtener mayoría absoluta, yo interpreté que los ciudadanos me habían mandado gobernar pactando con las otras fuerzas. Ismael Álvarez dijo, públicamente, que o había un pacto de gobierno con él o serían una oposición durísima, que intentaría sacarnos del Ayuntamiento. Y en eso han estado año y medio. Lo que pasa es que, hasta ahora, no habían convencido al PSOE. Si por Ismael Álvarez fuera, esto ya habría ocurrido hace un año. Lo que pasa es que al PSOE le daba apuro, reparo, pactar con Ismael Álvarez.

-¿Y por qué se ha animado ahora?

-Quizás tenga algo que ver la consecución del Mundial de Ciclismo que se disputará en Ponferrada el año que viene. Es una operación política injustificable en la que los que se alían quienes son absolutamente incompatibles. Y ya me gustaría a mí saber cual va a ser la acción de gobierno. Pero no hay programa. Lo único que quieren es ocupar el poder y desalojarme a mí.

-¿Quiénes más le han llamado? ¿Hay algún mensaje que le haya marcado especialmente?

-No voy a desvelar nombres, pero tengo que decir que bastantes responsables políticos del Partido Socialista me han llamado para decirme que les daba vergüenza que el PSOE de Ponferrada accediera a la alcaldía de esta manera. Yo creo que la alcaldía y el gobierno del Ayuntamiento hay que ganarlo en las urnas. Comprendo que un partido político busque un pacto para gobernar cuando se ganan las elecciones, pero cuando se tiene el peor resultado de la historia que se busque la muleta de Ismael Álvarez para acceder al gobierno municipal… ¿legal? Pues sí, la ley lo permite ¿Legítimo? no lo sé. Yo no me iría a la cama tranquilo y no sé si Samuel Folgueral ha dormido con tranquilidad y piensa que ha actuado honorablemente. Yo no lo hubiera hecho nunca. Hoy la inmensa mayoría de los ciudadanos de Ponferrada se sienten burlados. Los que votaron al PSOE, y yo creo que en Ponferrada hay una base social socialista muy comprometida, no creo que estén orgullosos ni satisfechos de llegar a la alcaldía de esta manera. Y los votantes de IAP, estoy convencido de que hay una gran mayoría que creyó el mensaje de Ismael Álvarez, diciendo que, al presentarse, buscaba ser un apoyo para el Partido Popular. Y han visto como se ha usado ese voto para beneficio propio. Lamentablemente, Ponferrada vuelve a ser noticia regional y nacional por algo raro y extraño de Ismael Álvarez.

-¿Qué le parece que haya anunciado que dimitirá cuando se produzca el cambio de gobierno en Ponferrada?.

-Lo que no tiene mucha explicación es que diga que se va después de la moción de censura sólo se si sale. Son bromas de mal gusto. Todos los ciudadanos saben perfectamente quien va a gobernar el Ayuntamiento de Ponferrada con este pacto. Todo el mundo sabe que el PSOE va a ser rehén de Ismael Álvarez, que va a tomar las decisiones del gobierno municipal desde el edificio ubicado frente a la casa consistorial -donde gestiona un hotel-. Desde fuera, cosa que es poco legítima. Y el PSOE sabrá donde se mete. Yo creo que Samuel Folgueral se equivoca gravemente en su carrera política con esta decisión, porque intentar ir tan deprisa en la política no suele ser buena manera. Es absolutamente indiferente si Ismael Álvarez se queda o se va. Quien va a mandar va a ser él. De eso, no cabe la menor duda a nadie. Ya veremos si se va. A lo mejor, ni eso. Debería tener más gallardía, porque eso de mandar sin estar… Alguno de los firmantes debe estar pensando si eso corresponde a su coherencia política. Estoy convencido de que hay mucho militante o simpatizante socialista que piensa que llegar así a la alcaldía es hacerlo de mala manera.

-¿Ha hablado con los dirigentes del PP?

-Me llamó el secretario regional, Alfonso Fernández Mañueco.

-¿Y con la presidenta provincial de León, Isabel Carrasco? Nadie es ajeno a sus discrepancias personales con Isabel Carrasco.

-Todo el mundo sabe perfectamente las diferencias que mantengo con la presidenta del PP de León y no tengo por qué esconderlo En su día, Carrasco quería un pacto con IAP a cualquier precio, pero yo le dije que las condiciones de uno no tienen precio, porque una vez que cedes a un chantaje estás muerto. Eso me permite andar por la calle sin que me insulten. En el PP hay debate, hay diferencias y puntos de vistas distintos, pero no la escandalosa fractura que vive el PSOE, donde asistimos a peleas por la agrupación local, la comarcal…

-¿Qué le dicen sus vecinos?

-La gente manifiesta la opinión del sentido común. Les suena raro. Dicen que esto no tiene ni pies ni cabeza y que solo puede responder a cosas que nada tienen que ver con los políticos ni con los intereses de la ciudad. Un compañero político de la izquierda me llamó para decirme que era una operación de piratería política, y puede que esté bien calificado.

-¿Cómo valora al que se presume como alcalde?

-Pienso que haya que tener bastante poca vergüenza política para que piense que con ocho concejales, que son ocho de 25, esté uno legitimado para sentarse en el sillón de la alcaldía. Creo que es bastante fuerte. Pero así tiene la clase política la credibilidad y el prestigio que tiene ante los ciudadanos. No me extraña que la gente en la calle esté harta de los políticos.