¿La última parada de Garoña?

El reactor de la Central Nuclear de Santa María de Garoña podría parar el próximo domingo a las doce de la noche. El objetivo que persigue la empresa propietaria es que la instalación deje de funcionar para no pagar en enero el nuevo impuesto que, de aprobarse mañana jueves en el Congreso, supondría para Nuclenor un gasto 153 millones de euros a pocos meses de su cierre, previsto para julio. Aunque todo está preparado para este proceso, desde la firma liderada a partes iguales por Endesa e Iberdrola se asegura que la decisión todavía no está tomada y se insiste, además, en que esta parada no elimina la posibilidad de una nueva recarga para seguir funcionando al menos hasta que concluye su licencia de actividad.

El presidente del Comité de Empresa de Garoña, Alberto César González , explicó ayer que la instalación burgalesa está preparada para poder iniciar la medianoche del domingo la salida del combustible de la vasija del reactor y llevarlo a la piscina de la central. Según detalló, se trata de una «parada no técnica» que no supone el cierre de la instalación ni implica que sea obligatoriamente el inicio del desmantelamiento de la planta.

González indicó que es el mismo proceso que se realiza en las paradas de recarga de la central y que después la empresa deberá decidir si es la definitiva o si se vuelve a recargar el núcleo y se sigue produciendo energía, algo «técnicamente es posible».

Desde Nuclenor se insiste en que la decisión no está tomada, aunque se reconoce que todo está preparado para afrontar una posible parada de la central de Garoña en la segunda quincena de diciembre. Fuentes de la empresa admite que el domingo es la primera fecha programada, pero señalaron la posibilidad de retrasar la parada, aunque no mucho más tiempo.

El presidente del Comité de Empresa se mostró convencido de que, «si nadie remedia» la modificación n el Senado o el Congreso la Ley de Medidas Fiscales y Financiera para incluir este impuesto, el domingo se realizará la parada del reactor y, quizás, el inicio del final de Santa María de Garoña cuyo proceso de desmantelamiento se prolongará durante varios años.

De momento, los trabajadores siguen a la espera de las decisiones de la empresa sobre el futuro de Garoña y González no oculta su hartazgo por estar en medio desde hace meses de lo que considera un «pulso» entre la empresa y el Gobierno que no saben ni cuándo va a terminar.