Diez monumentos poco conocidos que merece la pena visitar en Canarias
El Cristo, un Sagrado Corazón, mira al vecino Teide - abc

Diez monumentos poco conocidos que merece la pena visitar en Canarias

Algunos recuerdan el pasado prehispánico, otros son obras de arte verdaderamente vanguardistas, todos llaman la atención

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Algunos recuerdan el pasado prehispánico, otros son obras de arte verdaderamente vanguardistas, todos llaman la atención

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  1. El Cristo que parece Cristóbal Colón de la isla de La Gomera

    El Cristo, un Sagrado Corazón, mira al vecino Teide
    El Cristo, un Sagrado Corazón, mira al vecino Teide - abc

    Si bien es cierto que no es uno de los monumentos más conocidos de la isla de La Gomera, el Sagrado Corazón obra del bilbaíno José Larrea, en lo alto de una lomada de la villa capitalina, sí es uno de los más singulares. Sobre todo, porque mucha gente cree que es un monumento a Cristóbal Colón, que pasó por aquí de viaje al Nuevo Mundo.

    Este Cristo de cinco metros, con trece de peana, mira hacia la vecina isla de Tenerife, de modo que es uno de los lugares donde mejores fotos se pueden hacer en la pequeña isla Colombina. Y, dado que no hay todavía «un monumento decente» dedicado al Almirante de la Mar Océana, como recuerda Antonio Arteaga, para muchos llena ese hueco.

  2. «La chelista», una escultura con música permanente

    La escultura está en el casco histórico de la histórica villa
    La escultura está en el casco histórico de la histórica villa - abc

    En la quietud del casco histórico de Agüimes (Gran Canaria), esta escultura pública que retrata a una intérprete de violonchelo destaca por una particularidad: en ella suena constantemente música clásica, gracias a un dispositivo especial incorporado a su estructura.

    Ubicada en un lateral de la iglesia de San Sebastián, es obra de Ana Luisa Benítez y es parte de una ruta formada por una serie de estatuas de personajes cotidianos que adornan el histórico pueblo: una pareja de enamorados, un camello, un burro, la vendedora de dulces de la plaza, una mendiga o una princesa guanche.

  3. El templo masónico de Santa Cruz de Tenerife

    Fachada del tempo, en la calle San Lucas
    Fachada del tempo, en la calle San Lucas - maria turner

    En estos momentos no se encuentra en su mejor estado —de hecho, el ayuntamiento santacrucero y las organizaciones de masonería españolas buscan entre 3 y 5 millones de euros para rehabilitarlo—, pero su mera contemplación justifica la visita.

    Se trata del único templo masónico de sus características que existe en España, inaugurado a principios del siglo XX para uso de la Logia Añaza, aunque tardó veinte años en construirse. Sobre el frontón triangular, llama la atención un ojo con rayos radiantes, en representación del Ser Supremo, gran arquitecto del universo, según la simbología masónica.

    Además, incluye otros símbolos de inspiración egipcia, como el sol con alas de águila, símbolo de Horus, junto con las cuatro esfinges que custodian las columnas de acceso al templo.

  4. La «Puerta» de La Graciosa, de José Abad

    El espigón del muelle de La Graciosa y la escultura de José Abad
    El espigón del muelle de La Graciosa y la escultura de José Abad - abc

    Hay que viajar hasta el recóndito islote de La Graciosa para encontrarse con esta obra del reconocido José Abad, que da la bienvenida a los que llegan al muelle de Caleta de Sebo navegando desde Órzola, en Lanzarote.

    Cuenta Abad que la «Puerta de la Isla de La Graciosa» está compuesta por cuatro figuras de alta carga simbólica: un pórtico que configura la puerta propiamente dicha, acompañada de dos elementos de línea horizontal a los que llama «agujas de marear» y señalan al norte, cada una de ellas portando en su punta las luces de señalización para los barcos. Finalmente el cuarto componente, al que llama «Noray», expresa la voluntad del artista de querer atar el mar que tan ferozmente corre por el estrecho.

  5. Monumento a «la más occidental tierra española», en El Hierro

    El monumento al Meridiano y, a la derecha, el Faro de Orchilla
    El monumento al Meridiano y, a la derecha, el Faro de Orchilla - abc

    «Punta de Orchilla. El Hierro, la más occidental tierra española». Ese mensaje encabeza la placa del Monumento al Meridiano Cero en la isla de El Hierro, erigido en 1989 por la Capitanía de Canarias y que recuerda que este punto era «el origen de longitudes» en la cartografía hasta que en 1884 una convención internacional la cambió por la localidad de Greenwich, en Inglaterra.

    Sin embargo, en 1911 todavía cinco países seguían utilizando el meridiano cero de El Hierro: Alemania, Polonia, Austria, Checoslovaquia y Hungría, que mantenían una tradición iniciada por Ptolomeo en la Antigüedad, que ubicaba en las Islas Afortunadas el fin del mundo conocido.

  6. Un monumento dedicado al suicidio de los aborígenes

    Detalle del conjunto escultórico (i.) y su ubicación en el parque Doramas (d.)
    Detalle del conjunto escultórico (i.) y su ubicación en el parque Doramas (d.) - abc

    El conjunto escultórico «Atis Tirma», obra de Manuel Bethencourt Santana, destaca en el Parque Doramas de Las Palmas, capital de Gran Canaria y del archipiélago, desde la década de los 80, cuando fue ubicado allí, frente a la calle León y Castillo, verdadera columna vertebral de la ciudad.

    Su particularidad reside en que recuerda un hecho pocas veces homenajeado, un suicidio, aunque en este caso lo hace quizá de manera laudatoria y con cierto espíritu narrativo, al retratar a varios aborígenes canarios —entre ellos Tasarte, guayre del Reino de Telde— que deciden arrojarse desde un risco antes que entregarse a los conquistadores.

  7. Borges y sus laberintos

    El laberinto que homenajea al escritor argentino, abierto a la participación
    El laberinto que homenajea al escritor argentino, abierto a la participación - abc

    «No esperes que el rigor de tu camino/que tercamente se bifurca en otro,/que tercamente se bifurca en otro,/tendrá fin», dice Jorge Luis Borges en su poema «Laberinto», asunto sobre el que ha escrito tanto que se ha vuelto un concepto casi inseparable de su obra y su figura.

    Hasta Santa Cruz de Tenerife llega la sombra de estas construcciones destinadas a «la confusión y la maravilla», y en el Parque García Sanabria el conquense Gustavo Torner erigió en 1973 este laberinto «Homenaje a Borges» de hormigón armado pintado, con 22 módulos verticales penetrables y abiertos a la participación del espectador. Su blanco liso contrasta con el verdor circundante.

  8. Un lector estilizado en Arrecife (Lanzarote)

    «Lectura en el Jardín Perfumado», de Leopoldo Emperador, en Arrecife
    «Lectura en el Jardín Perfumado», de Leopoldo Emperador, en Arrecife - carlos martínez

    El artista Leopoldo Emperador es el autor de esta escultura que juega en su título con un clásico de la literatura erótica oriental: «Lectura en el Jardín Perfumado», le llamó, y se ubica desde 2002 en la ciudad de Arrecife, capital lanzaroteña.

    Su emplazamiento no es casual, ya que este lector erguido tiene enfrente la Biblioteca Insular, y la forma de su bronce guarda relación con una constante en la obra de Emperador, las figuras arborescentes que aluden al árbol mítico y a la fecundidad.

  9. «Monumento al infinito», de César Manrique en La Palma

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    César Manrique, que ha desplegado su arte por todas las islas, también ha sembrado en La Palma y en la tierra del ñame, San Andrés y Sauces, donde se ubica esta escultura dedicada al infinito y cuya explicación no puede separarse del marcado carácter astronómico de la isla, que hasta se beneficia de una Ley del Cielo que protege la observación estelar.

    Su instalación, en 1985, coincidió con la inauguración del Observatorio Astrofísico del Roque de Los Muchachos y ha sido recientemente restaurado por el Cabildo Insular. Ubicado a unos 2.000 metros, aparece por encima del mar de nubes, lo que favorece la observación del cielo, en la misma dirección a la que apunta la afilada pieza del creador lanzaroteño.

  10. Los gigantes guanches de Betancuria (Fuerteventura)

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    Estos dos verdaderos colosos de casi cinco metros de altura dominan el lugar con las mejores vistas de Fuerteventura, porque desde este mirador, en la vieja Betancuria, puede observarse a los cuatro puntos cardinales y hacerse a una idea de cómo es la isla.

    El conjunto escultórico, obra de Emiliano Hernández, representa a dos aborígenes que reinaban en el mundo prehispánico, Ayose y Guise, uno en Jandía y el otro en Maxorata, los dos territorios en que estaba dividida la isla.

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