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opinión/impertinencias liberales

Él invita, usted paga

Seguimos viendo a las administraciones como la solución a cualquier problema que podamos imaginar, dotadas de dirigentes benefactores que cuentan con recursos infinitos

antonio salazar

Hace unas fechas, un grupo de jóvenes se quejaba de la prohibición de patinar en un lugar concurrido y público al lado de unos de grandes almacenes de Santa Cruz de Tenerife. Tuvieron cobertura desde un medio de comunicación escrito y uno de esos jóvenes grabó un vídeo que recibió un par de miles de visitas en la red, lo que originó un nuevo reportaje del mismo medio.

La señal la recogió raudo el alcalde, José Manuel Bermúdez, quien concedió una audiencia express —ya le gustaría al común de los ciudadanos ser recibidos en 48 horas— para anunciar que se habría llegado a un acuerdo y que se crearía un skatepark cerca del Auditorio de Tenerife por la módica cantidad de 200.000 euros. Todo el asunto es un desatino que prueba que tenemos un mal diagnóstico sobre lo que nos ha traído hasta este exacto punto en el que nos encontramos y, en consecuencia, no tendremos una salida óptima de la crisis.

Los jóvenes aseguraban tener un derecho a contar con un espacio en el que patinar y el artista del vídeo explicaba que hacerlo «era su vida» (sic). Los medios de comunicación complacientes convierten el asunto en noticia sin pararse a pensar jamás que no pueden establecerse derechos que obligan a ser asumirlos por terceros, es decir, para poderle darle lo que piden otras personas habrán ser desposeídas de lo que tienen.

Es evidente que todos tenemos prioridades en nuestras vidas y que las ordenamos en función de nuestras preferencias, muchas de las cuales no pasarán nunca de ser algo más que un sueño. Lo que no hacemos es obligar a otros a satisfacerlas; usted puede querer tener un coche de lujo pero eso no constituye derecho alguno y, desde luego, no exige que otros sean expropiados para atender tan singular reclamación.

Lo normal es que usted ahorre, juegue a la lotería, trabaje denodadamente o todo lo anterior junto ya que no resulta incompatible y, quizás un día pueda pasearse plácidamente por las calles de su ciudad a bordo de un flamante auto.

Si el patinar constituye asunto vital para este joven y si son 600 los que al parecer comparten idéntica pasión, lo suyo sería que se pusiesen de acuerdo y decidiesen actuar en pos de ese objetivo. La cantidad a pagar apenas alcanzaría los 350 € por barba y seguro que, actuando empresarialmente, inventarían formas adecuadas de rentabilizarlo. Es decir, satisfarían su necesidad sin dañar propiedad ajena.

Sin embargo seguimos viendo a las administraciones como la solución a cualquier problema que podamos imaginar, dotadas de dirigentes benefactores que cuentan con recursos infinitos que usan arbitrariamente siempre que exista razón para ello. En realidad, solo hay políticos botarates maximizadores de votos que empobrecen continuamente a los ciudadanos, políticos que han entendido razonablemente la lógica de la acción colectiva y descubren en ella el campo abonado para sus exclusivos intereses que pasan siempre por ganar las siguientes elecciones. Es decir, él invita, usted paga.

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