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HISTORIA VIVA

La agonía de Belchite

El pueblo abandonado tras la Guerra Civil se desmorona por la falta de inversiones para consolidarlo

La agonía de Belchite fabián simón

ROBERTO PÉREZ

El viejo pueblo de Belchite se derrumba de forma acelerada. Cada vez queda menos en pie y, si no se acometen obras de consolidación, en no muchos años puede perderse prácticamente al completo lo que queda de los edificios de todo este pueblo que la Guerra Civil hirió de muerte. La alcaldesa de Belchite, María Dolores Ortiz, lleva años insistiendo en que urge intervenir en este conjunto, en las ruinas de lo que fue un vital pueblo de la provincia de Zaragoza, arruinado por la guerra y sustituido tras ella por otro municipio de nueva construcción, el actual Belchite, que tiene 1.700 habitantes.

El Pueblo Viejo, como se le conoce, se vio especialmente castigado por los combates, al encontrarse en plena línea de frente durante largo tiempo. Al terminar la contienda, el deterioro de sus edificios era patente. Pudo haberse rehabilitado, pero el régimen franquista optó por sustituirlo por otro de nueva construcción, el Belchite nuevo, que está solo a unos metros del histórico municipio. Al final, los que quedaron en el Belchite Viejo fueron dejándolo. Los últimos se marcharon en la primera mitad de los años 60 y, en ese momento, sus calles y plazas quedaron definitivamente convertidas en un pueblo fantasma, pero también en museo vivo de las consecuencias de las guerras.

Desde entonces, el deterioro no ha parado de avanzar, pese a que el histórico Belchite está declarado, en todo su conjunto, Bien de Interés Cultural (BIC), tanto por su valor histórico como por el patrimonio artístico que quedó en pie: la iglesia de San Martín de Tous, el antiguo convento de San Rafael, la iglesia de San Agustín...

El plan pendiente

Hace años que se redactó un plan director para evitar que la ruina acabe pulverizando por completo este pueblo. Se detalló qué había que hacer, qué era lo más urgente, cómo restaurar lo más valioso y cómo consolidar las ruinas para que no acaben en escombros. El objetivo era ir acometiendo las inversiones a lo largo de los años. Franco decidió dejar en pie el Pueblo Viejo y sustituirlo por un Belchite de nueva construcciónPero, en todo este tiempo solo se han acometido obras puntuales, de limitada cuantía; la más reciente, en 2011: la restauración del Arco de San Roque, en la que se invirtieron casi 200.000 euros. Antes se rehabilitó el Arco de la Villa y se intervino en la Torre del Reloj. Años atrás, cuando no había crisis o no tan intensa, y había dinero público para invertir, los fondos no llegaron a Belchite.

La «Memoria Histórica» defendida por el Gobierno de Zapatero no se tradujo en inversiones de calado en el Belchite Viejo, y ahora que la crisis muerde los presupuestos públicos, las posibilidades son mucho más escasas. Mientras, los restos de este histórico pueblo siguen desmoronándose.

«El deterioro avanza día a día, y si no se frena se acabará perdiendo el conjunto. Cada día vemos cómo parte de fachadas se van desprendiendo y cómo lo que antes eran las calles se convierten en zonas intransitables. Cada día que pasa queda menos», lamenta la alcaldesa de Belchite. Subraya que debe conservarse «el Pueblo Viejo», no solo por su valor histórico sino también por que es un conjunto protegido y que puede suponer un revulsivo económico para Belchite y su entorno como recurso turístico.

La comarca de Belchite es una de las socieconómicamente más deprimidas de la provincia de Zaragoza, y el Ayuntamiento ve el viejo Belchite como un recurso capaz de dinamizar la zona con el turismo. Pero «al menos hace falta consolidarlo y que sea transitable sin peligros».

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