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EN LA PROVINCIA DE ZARAGOZA

El Ebro arrasa cerca de dos mil hectáreas de cultivo en los pueblos ribereños

La punta de la crecida se espera hoy en la capital aragonesa y las previsiones apuntan que el fin de semana la riada puede ser mayor

El Ebro arrasa cerca de dos mil hectáreas de cultivo en los pueblos ribereños FABIÁN SIMÓN

YOLANDA AZNAR

Un año más, el Ebro ha vuelto a poner en jaque a las localidades ribereñas de la provincia de Zaragoza. De momento, no se han producido grandes inundaciones, ya que la crecida está siendo ordinaria, es decir, el río no ha superado los 2.000 hectómetros cúbicos por segundo. Aún así el agua ya ha arrasado alrededor de 2.000 hectáreas de cultivo en varios de estos pueblos de la ribera. La lluvia caída en los últimos días aguas arriba ha aumentado considerablemente el caudal del río Ebro y sus afluentes. Por eso, en la provincia de Zaragoza han saltado las alarmas.

Desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) insisten en que se trata de una crecida ordinaria, que rondará los 1.600 metros cúbicos por segundo. Una avenida que, en un principio, no debería de provocar inundaciones en Zaragoza capital, pero que sí se ha dejado notar aguas arriba.

El problema es que las previsiones no son nada halagüeñas y los mayores riesgos pueden darse este fin de semana. Así lo explicó ayer el presidente de la CHE, Xavier de Pedro. «Las previsiones meteorológicas apuntan a que seguirá lloviendo. A esto hay que sumar el deshielo que se está produciendo aguas arriba». Es decir, llueve sobre mojado y el nivel del río seguirá aumentado en los próximos días. De ahí que las avenidas puedan ser mayores a partir del sábado. «Estaremos en alerta durante el fin de semana», aseguró de Pedro.

Por eso, los pueblos ribereños viven en estos momentos pendientes del río. Sus campos y sus casas se encuentran a tan solo unos metros del cauce del Ebro. Llevan años reclamando que se limpie la suciedad que acumula el río, ya que, en caso de avenidas, las probabilidades de inundaciones son mayores. Y es que, en los últimos años ha aumentado en nivel del río, a pesar de que baja menos agua. La razón: los sedimentos que se amontonan.

De momento, la Confederación Hidrográfica del Ebro que ha puesto en marcha varias medidas para minimizar las consecuencias de las avenidas. Por ejemplo, se han construido motas a lo lardo de toda la ribera. Además, se han creado zonas inundables, una iniciativa pionera en Aragón que busca inundar de forma controlada hectáreas sin cultivo para mitigar así el daño que provocan las riadas.

Aún así, la localidad zaragozana de Novillas, puerta de entrada del Ebro en tierras aragonesas y uno de los municipios más castigados históricamente por las riadas, fue ayer la primera afectada por la crecida del río. El Ebro inundó 700 hectáreas de cultivo, la mayor parte de ellas de alfalfa y trigo. Peor suerte corrieron cuatro hectáreas de brócoli y coliflor, que se han perdido. Eso sí, el agua no entró en la localidad. En Gallur y Pradilla la avenida también anegó más de mil hectáreas.

La punta de la crecida se espera para hoy por la mañana en la capital aragonesa. En Zaragoza, el Ebro entrará con alrededor de 1.500 hectómetros cúbicos por segundo. Sin embargo, las previsiones apuntan que lo peor está por llegar. Por eso, la CHE convocó ayer el Comité Permanente de Avenidas, que se encarga de realizar un seguimiento de las previsiones de caudales en la Cuenca. Una de sus primeras medidas ha sido ordenar el desembalse preventivo de 60 metros cúbicos por segundo en el embalse de Ullibarri (País Vasco).

Dragar el río

Mientras, los sindicatos agrarios aseguran que aunque se trata de una riada «ordinaria», los daños pueden ser «extraordinarios», en alfalfa, hortalizas y cereal, así como en infraestructuras, como caminos o riegos.

Para UAGA, la solución para evitar estas inundaciones, que se repiten cada año (salvo los de sequía) y que dejan importantes pérdidas a los agricultores afectados, es que se limpie el río, que se drague el cauce para hacerlo más profundo y regular el caudal. Además, piden que se suelte agua de los pantanos paulatinamente y que se regulen todos los ríos. Y es que los agricultores de la Ribera del Ebro no pueden entender que sus producciones cada año se vean anegadas, con importantes pérdidas, por las riadas del Ebro, mientras llevan años exigiendo la limpieza del cauce del río.

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