COSAS MÍAS

Con los comunistas y a lo loco

Manuela Carmena se proclama alcaldesa sin haber ganado, bajo la mirada complaciente del socialista Carmona

Edurne Uriarte

03/06/2015
Actualizado a las 03:27h.

Si esto fuera una comedia del genial Billy Wilder, una adaptación del clásico Con Faldas y a lo loco, nos divertiríamos muchísimo. Pero resulta que es la realidad política de nuestro país, la de los socialdemócratas encantados, felices y orgullosos de su noviazgo y pronto ... compromiso con los comunistas de Pablo Iglesias. Ellos y el conjunto de ese círculo intelectual progresista que se lleva las manos a la cabeza si alguien pronuncia la palabra fascista, pero que, o bien se ríe ante la palabra comunista, como si los regímenes más criminales de la historia importaran poco lo mismo que sus ideas totalitarias, o bien niega que los de Podemos sean comunistas. Sin argumento alguno más allá del intento de diluir la ideología comunista en las otras variantes de extrema izquierda que conforman Podemos, desde los antiglobalización hasta los bolivarianos.

Y ahí los tenemos proclamando su satisfacción por lo que llaman «triunfo de la izquierda» en las municipales y autonómicas. Sin un asomo de preocupación por sumarse a los extremistas. Si los Castro o el dictador de Corea del Norte se hubieran presentado a las elecciones españolas, Pedro Sánchez también los habría contabilizado como izquierdas que son, comunistas, pura izquierda. Este PSOE que lleva alertando contra la extrema derecha desde hace décadas, está feliz de identificarse con la extrema izquierda. Le quita el adjetivo de «extrema» para que quede algo más estético, pero no tiene problema alguno con el contenido pues aquello que le parece rechazable en la extrema derecha, lo encuentra perfecto en la extrema izquierda.

Si Zapatero arrinconó a los socialistas moderados, partidarios de la unidad nacional y de los pactos con la derecha, se abrazó a los nacionalistas y acordó con los terroristas, Sánchez va camino de lograr la perfecta radicalización socialista. Con la entrega entusiasmada a una extrema izquierda que hasta nos va a hacer añorar a Izquierda Unida. Una extrema izquierda poco inclinada al sistema democrático, «no es democracia auténtica», dicen ellos, los comunistas, xenófoba contra todos los que no estén en sus círculos, la derecha, la Iglesia, los empresarios, las clases más acomodadas, los intelectuales y periodistas críticos, simpatizante de los independentistas, comprensiva con los terrorismos de extrema izquierda, partidaria de los métodos violentos contra sus adversarios y decidida a acabar con los consensos fundamentales de nuestro sistema político. Para tal entrega, el PSOE no tiene reparo alguno en saltarse toda su teoría sobre la regeneración democrática, con los pactos que sean necesarios para arrebatar Gobiernos a los ganadores y dárselos a los perdedores, aquellos a los que los ciudadanos colocaron en la oposición. Comenzando por esta Manuela Carmena que se proclama alcaldesa sin haber ganado, bajo la mirada complaciente del socialista Carmona.

Un espectáculo que se desarrolla bajo la pasividad de un PP paralizado tras las elecciones por esa confluencia de derrotistas, los que sólo creen en la victoria por mayoría absoluta, de antirrajoyistas renacidos, que consideran debacles las victorias por dos puntos de diferencia, y de los nuevos nacionalistas, esos Herrera de Castilla-León para los que toda la culpa es «de Madrid». Y sin la dirección de Wilder, porque es preocupantemente real.