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EL ÁNGULO OSCURO

Una película de Jaimito

El pequeño Nicolás esconde a un vivo en la tradición de nuestra picaresca, perito en truhanerías

Juan Manuel de Prada

Prosigue el culebrón del pequeño Nicolás, anacleto del CNI, conseguidor áulico y perejil de todas las salsas peperas. El pequeño Nicolás –y pido perdón si la frase parece un trabalenguas de Feliciano de Silva– tiene el encanto de esos impostores que se empecinan en ser ... algo que no son hasta acabar siéndolo de forma más auténtica de lo que lo habrían sido de serlo verdaderamente. Antaño, estos empecinamientos en la impostura solían terminar como el rosario de la aurora, a veces incluso en el cadalso, como le ocurrió a Gabriel Espinosa, el pastelero de Madrigal que pretendía ser el rey Sebastián de Portugal; pero aquello ocurría cuando el mundo era grave y trágico como un auto sacramental. Ahora vivimos en un mundo que apenas da para argumento de un tebeo o una astracanada; y un personaje como el pequeño Nicolás acaba en los platós de la televisión basura, que son el cadalso ful de un mundo sin tragedia.

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