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PECADOS CAPITALES

La Pasionaria de Rivas

Lo de Tania Sánchez ya no se resuelve en una tertulia

Mayte Alcaraz

Tania Sánchez llegó al grupo parlamentario de IU en la Asamblea como quien aterriza en Marte. Los viejos del lugar desconfiaron de ella. Más cuando decidió hace tres años ennoviarse con Pablo [Iglesias], el asesor externo del grupo, que tenía una tele trotskista llamada «La Tuerka» desde donde sacudía a los partidos democráticos y abrazaba regímenes sanguinarios como el cubano. Desde ese día, muy pocos se fiaron de ella. De hecho, muchos de sus compañeros denunciaron su doble juego: entregar, al cabo, la coalición a Podemos. Y, además, le echaban en cara su obsesiva presencia en las tertulias televisivas. Arrancó en Intereconomía con reducidas audiencias hasta que se hizo hueco en las mayoritarias Sexta y Telecinco. Cuando coincidí con ella nunca ocultó su convencimiento de que los platós televisivos eran vitales como plataforma para la construcción del pensamiento político (sic). Le rebatí con que eran de bajo nivel y me invitó a colarme en la Asamblea y asistir a alguno de los que allí se celebran. Nunca supo explicarme si ella, diputada muy activa en la tribuna de la Cámara de Vallecas, se sentía responsable también de la baja intensidad de las intervenciones parlamentarias.

Tania siempre viaja en un Smart, donde acumula toda la papelería que el grupo le prepara. Devota de los eslóganes y argumentarios políticos, los recita con inusitada profesionalidad, tras haberlos leído deprisa en la sala de maquillaje. Tiene mala fama en su grupo parlamentario. Y lo sabe. Su relación sentimental con Iglesias y el tándem que ha formado con Alberto Garzón, otro entusiasta de las sinergias con el populismo de los seguidores de Monedero, la han colocado en el punto de mira. Por eso ayer Gregorio Gordo, curtido líder de esta formación, se apresuró a asumir la exclusiva que mi compañero de ABC, Javier Chicote, publicó sobre la adjudicación por parte de Sánchez de un contrato de 137.000 euros a su propio hermano. Ni un segundo tardó Gordo en poner contra las cuerdas a su compañera. Más de una risa se oyó en los despachos de IU cuando cayó este periódico en manos de diputados que se han dejado las pestañas trabajando en la calle, atendiendo reclamaciones populares y batallando contra la mayoría absoluta del PP. La indignación de estos «currantes» del grupo contra el modelo de Sánchez, a la que llaman «la Pasionaria de Rivas», es generalizado. Pocos dudan de que su exposición mediática es tributaria de su relación con Iglesias, lo que ha fagocitado en las televisiones el discurso de IU en favor del que defiende el grupo antisistema.

Ayer, algunos compañeros de la exconcejal de Rivas-Vaciamadrid no daban crédito a la reacción del líder de Podemos, apelando al machismo de los que le preguntaron por la honradez de su novia. No parece que ella sea la más interesada en silenciar este atributo con el que cotiza en los platós. Quizá uno y otra empiecen a ponerse nerviosos: lo del hermanísimo ya no se despacha en un golpe de tertulia. Ya no.

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