Suscribete a
ABC Premium

UNA RAYA EN EL AGUA

«Ytumasismo»

Infectados por sus propias responsabilidades, los partidos sistémicos se han destruido mutuamente al echárselas en cara

Ignacio Camacho

En los años noventa, durante la agonía del felipismo, la corrupción alcanzó de lleno a la zona noble del poder y del Estado. El oleaje que empezó con el escándalo de Juan Guerra y creció bajo la espuma múltiple del caso Ollero acabó en un ... maremoto que llevó a la cárcel a políticos y financieros de alto nivel y que fue visto como una réplica de la Tangentópoli italiana. En poco tiempo fueron procesados y/o encarcelados los banqueros Conde y De la Rosa, el expresidente de Navarra, la antigua cúpula del Ministerio del Interior, el tesorero del PSOE, el gobernador del Banco de España, la directora del Boletín Oficial y hasta el jefe supremo de la Guardia Civil. En un contexto de crisis económica y desempleo, la hegemonía gonzalista se desplomó en medio de una sacudida social de estupor y de ira. Pero el régimen democrático resistió sin ser cuestionado. No se produjo un desafecto global antipolítico. No cuajó un rechazo institucional genérico. Y sucedió así por una razón esencial: porque existía una alternativa. Porque el malestar ciudadano pudo catalizarse con un simple cambio de Gobierno.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia