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La tormenta perfecta

Ahora es cuando los ingleses más voluntaristas confiesan su desprecio por esa cueva de piratas

Ramón Pérez-Maura

Lo han conseguido. Los 30.000 gibraltareños han logrado que por primera desde la fundación de la UE se interprete un movimiento de tropas como una señal entre dos estados miembros. ¿Vientos de guerra? Vaya tontería. Más bien mensajes hacia el propio electorado por parte del Gobierno británico. Pero el hecho de tener que llegar a este extremo es muy revelador de cómo se ha gestado la crisis.

Londres se ve obligado a salir en defensa de un territorio que es una colonia de la Corona británica. Y como tiene competencias sobre la política exterior de Gibraltar, protesta por las dificultades que España pone en el tránsito. Mas, al mismo tiempo, escapa a la autoridad británica la materia original de la disputa: los bloques de hormigón lanzados por los gibraltareños al mar. Ésa es una asignatura plenamente transferida. Ergo, Londres no se hace responsable ni se refiere a ello.

Por lo tanto, el independentista Fabián Picardo ha logrado gestar la tormenta perfecta: Londres está en la obligación de defenderles de las medidas de represalia españolas, pero no tiene competencia sobre su agresión a los bancos pesqueros y al medio ambiente. A diferencia de otras épocas, el ministro García Margallo ha respondido a la invectiva. ¿Pensaba Londres que Madrid podía ser indiferente a esta agresión del mismo hormigón armado del que está hecha la cara del ministro principal de la Roca?

Y ya estamos todos discutiendo de algo que haríamos bien en intentar preterir. Porque ahora es cuando los ingleses más voluntaristas confiesan su desprecio por esa cueva de piratas mientras dicen que Londres no puede dar ningún paso sin atender a la voluntad de los llanitos. Notable hipocresía que obliga al español a recordar que la voluntad de casi siete millones de chinos fue perfectamente ignorada cuando se devolvió Hong Kong a China.

Entonces vuelve el inglés con el argumento de que había una cesión por 99 años que expiraba el 1 de julio de 1997, pero que Gibraltar es una cesión a perpetuidad. Y en ese momento, el español debe recordar que la cesión que expiraba en 1997 era la de los Nuevos Territorios, según la Segunda Convención de Pekín. Que la Isla de Hong Kong y los territorios adyacentes, que por el Tratado de Nanking de 1842 eran ingleses tan a perpetuidad como Gibraltar, fueron graciosamente cedidos en el mismo paquete en 1997.

Y que esa colonia regalada al comunismo chino con el argumento de que no era viable sin el resto de los Nuevos Territorios tenía una superficie de 156 kilómetros cuadrados frente a los 6,8 del “viable” Gibraltar. Y con eso podemos pasarnos peleándonos el próximo siglo en su integridad. Pero al final, lo más inteligente que podría hacer el primer ministro Cameron –con la ayuda de España, si quisiera dejarse- sería impedir que Picardo y sus cuates chantajeen al Reino Unido e hipotequen sus relaciones exteriores. If you would excuse me for saying so, prime minister…

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