Fernández Ochoa, nieve en los genes
Se cumplen 42 años del histórico oro de «Paquito» en Sapporo. Su hermana Blanca, bronce en Albertville 92, lo recuerda en ABC
Madrugada del 13 de febrero de 1972. Dos niñas, Blanca y Lola, duermen en su habitación de la Escuela Española de Esquí de Navacerrada cuando un barullo las despierta. «Vivíamos allí con mi familia. Mi padre era el conserje de la escuela, y mi madre, la cocinera», recuerda Blanca. «Yo tenía ocho años y no sabía por qué había tanto jaleo a esas horas. Lola y yo nos levantamos a curiosear. Entonces mi padre nos explicó que mi hermano Paco había ganado una medalla de oro en los Juegos. No era consciente de la importancia de aquel éxito, claro, pero me puse muy contenta cuando Paco me trajo una muñequita japonesa y un yoyó con luces». Aquella niña llegó a saborear su particular gloria veinte años después. Los hermanos Fernández Ochoa son, a día de hoy, los únicos españoles que han subido al podio de unos Juegos Olímpicos de invierno en 90 años de historia de estos eventos.
Hoy se cumplen 42 años de aquel histórico triunfo de Francisco, más conocido como Paquito, un esquiador nacido en Madrid pero crecido en Cercedilla, en la sierra de Guadarrama, donde murió en 2006. En el cénit de su carrera deportiva, en los Juegos de Sapporo 1972, estaba a punto de soplar 22 velas. Hizo su debut olímpico en Grenoble 1968 con resultados discretos. En Sapporo compitió en el eslalon gigante y en el especial. Ganó la primera manga del especial, e hizo segundo en la otra serie, sumando un tiempo de 1:49.27 que le dio el oro.
«El rotundo triunfo de Paco Ochoa se ha producido sin la sombra de una duda y sin que faltasen a la cita de la última competición de la Olimpiada Blanca ninguno de los campeones que válidamente podían aspirar al título de eslalon especial», escribió el enviado especial de ABC a Sapporo,Andrés Mercé Varela. «La medalla de oro de Ochoa prueba la universalidad del esquí. Demuestra que ya no es deporte cerrado en los países alpinos que tienen la nieve en la puerta de sus casas. La prueba de la virtuosidad, como es el eslalon especial, ha sido ganada por un muchacho sencillo, llano, alegre y sin pretensiones, como son los verdaderos campeones».
Seis hermanos olímpicos
«Paco era pura genética mezclada con dedicación y una pizca de suerte», recuerda Blanca. Un campeón surgido por generación espontánea, coletilla añadida a los españoles que brillaban en el deporte en los tiempos de la televisión en blanco y negro. Un deportista menudo que bajaba como un balín, con gorro de lana (los esquiadores no usaban casco en aquella época), palos de madera y los tobillos castigados por las botas de cuero rígidas que se estilaban. Su conquista se agiganta con el paso de las citas olímpicas de invierno, huérfanas de éxitos salvo el de Blanca. «A los hermanos pequeños la afición nos vino un poco impuesta. Somos ocho, y seis hemos participado en los Juegos. En Sarajevo 1984 Paco estuvo como comentarista;Juan Manuel, como entrenador; y Ricardo, Lola, Luis y yo compitiendo en distintas modalidades».
Su momento llegó en Albertville 1992. «Se presentaron por sorpresa todos mis hermanos y gente de Cercedilla. Eso me generó tensión, pero también me dio alas. En la segunda manga del eslalon gigante iba tercera y quedaba una rival por bajar. La espera fue horrible. En Calgary, cuatro años antes, me había caído yendo primera. Después de aquello acabar cuarta habría sido muy duro. Por suerte conseguí el bronce. Fue la recompensa a tantos años de sacrificio, a las largas temporadas en un internado en los Pirineos». Ni sus hijos ni sus sobrinos han seguido con la tradición, así que la próxima medalla olímpica en unos Juegos de invierno tendrá (en teoría) que llevar otro apellido.
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