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Turquía detiene a más de mil personas acusadas de golpistas

Una macrooperación a lo largo de todo el país tiene como objetivo supuestos seguidores de Fetulá Gülen infiltrados en la policía

JAVIER PÉREZ DE LA CRUZ

Han pasado más de nueve meses desde el fallido golpe de Estado con el que un grupo de militares sublevados trataron de arrebatar el poder al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan. Sin embargo, las purgas, las acusaciones y las detenciones masivas continúan.

Hasta 1.009 personas han sido detenidas durante la madrugada del martes al miércoles en 72 provincias del país eurasiático , según ha informado el ministro del Interior, Süleyman Soylu. La Fiscalía de Ankara acusa a todas ellas de pertenecer al movimiento de Fetulá Gülen, el teólogo musulmán al que Ankara señala como cerebro del sangriento levantamiento militar del 15 de julio.

La macrooperación, en la que han participado alrededor de 8.500 agentes de seguridad , ha tenido como objetivo la propia estructura policial, según han informado diversos medios turcos citando fuentes de seguridad.

Al parecer la mayoría de detenidos trabajaban dentro del cuerpo de Policía y el ministro de Interior los ha definido como «imanes». Según la narrativa del Gobierno sobre FETO [Organización Terrorista Fetulá Gülen], siglas con las que se refieren al movimiento , los «imanes» gülenistas son una suerte de jefes que dictan órdenes a otros miembros de la cofradía saltándose la jerarquía de las instituciones en las que trabajan, que en este caso sería la policía.

Adil Oksüz , conocido por Ankara como el «Imán de las Fuerzas Armadas», es uno de los más conocidos de estos supuestos golpistas. Oksüz, a pesar de ser un civil sin ningún tipo de educación o pasado militar, fue encontrado y detenido la noche del golpe de Estado en la base aérea de Akinci , considerada el centro de mando de los sublevados. Sin embargo, fue liberado poco después por falta de pruebas y hasta el día de hoy se mantiene a la fuga.

Ankara señala a Oksüz como una de los principales conexiones entre el golpe y la figura de Fetulá Gülen, quien desde 1999 reside en Estados Unidos. La negativa de Washington a extraditar al clérigo ha tensado la relación entre los dos aliados de la OTAN.

La oposición turca considera que la respuesta de las autoridades a la sublevación militar está siendo «desproporcionada». El prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) ha descrito la reacción como «un segundo golpe de Estado». Desde el pasado 15 de julio y sin contar la última macrooperación, cerca de 100.000 personas han sido detenidas, más de 48.000 de ellas han acabado encarceladas y, además, cerca de 134.000 han sido despedidas o suspendidas de empleo.

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