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OPINIÓN

Big trouble, sister

El irónico final para la dictadura del nonagenario Mugabe: dejar el régimen en manos de su mujer

PEDRO RODRÍGUEZ

Desde 1980, tras dejar de formar parte del imperio colonial británico, la nación africana de Zimbabue viene siendo saqueada por Robert Mugabe. Al principio, el guerrillero marxista se hizo pasar por un líder providencial prometiendo reconciliación con sus compatriotas blancos, servicios públicos fundamentales y un pulso bienintencionado contra la pobreza y la desigualdad.

Sin embargo, Mugabe no tardó mucho en formar parte del elenco de dictaduras que trufan el llamado "siglo XX corto" de Eric Hobsbawm, que abarca desde el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 hasta el colapso de la Unión Soviética rubricado el 26 de diciembre de 1991. Un siglo reducido pero que ha generado tantas utopías y esperanzas como desilusiones y tragedias.

En la dramática odisea sufrida por Zimbabue desde 1980, el país ha sufrido una gestión económica "bolivariana" con un PIB per cápita que ahora no llega a los 1.900 euros. A pesar de que en su día Zimbabue disfrutase de abundantes recursos naturales, un próspero sector agrícola y una apreciable riqueza en capital humano. Ahora, más de un 70% de la población vive en la pobreza, con una cuarta parte necesitada de asistencia para comer.

Con el paso del tiempo y la multiplicación de la miseria, Robert Mugabe ha liderado un régimen cada vez más autoritario y opresivo. Tras una noche de confusión –y un día de explicaciones nebulosas–todo apunta a que un golpe militar en toda regla ha puesto un punto final a este contumaz aditamento del "siglo XX corto" en el sur de África.

Lo irónico es que el desenlace haya venido por los forzados planes para la sucesión del dictador a la más que provecta edad de 93 años. A comienzos de mes, Mugabe se deshizo de su vicepresidente y presunto sucesor, Emmerson Mnangagwa. Con la implícita intención de dejar el poder en manos de su antigua secretaria y segunda esposa, más conocida por su visible falta de probidad como "Grace Gucci". La ambición de mantener a Zimbabue como un grotesco negocio familiar parece que se complica.

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