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Rohani, contra el populismo de los conservadores iraníes

La recta final de la campaña de las presidenciales iraníes se endurece con las acusaciones cruzadas entre los candidatos

Rohani, en un acto de campaña en Teherán el 9 de mayo EFE

MIKEL AYESTARAN

Irán afronta la semana final de campaña para las elecciones presidenciales en un clima marcado por las acusaciones cada vez más graves entre los candidatos en mítines y debates televisivos; el tercero y último de ellos fue un auténtico combate verbal de tres horas en la noche del viernes. Entre los seis elegidos por el Consejo de Guardianes para disputarse la presidencia los favoritos son el clérigo moderado Hasán Rohani , actual presidente que aspira a mantener su cargo durante una segunda legislatura, y los conservadores Ebrahim Raisí, clérigo responsable de la fundación de caridad más importante del país y muy cercano al Líder Supremo, Alí Jamenei, y Mohamed Galibaf, alcalde de Teherán que por tercera vez intenta el salto a la presidencia. El viernes se abrirán los centros de voto y, si ningún candidato obtiene más del 50 por ciento de los votos, se celebrará una segunda ronda una semana después.

Si la victoria de Rohani en 2013 estuvo marcada por su promesa de apertura y acercamiento a Occidente a través de un pacto sobre el contencioso nuclear, en esta ocasión el motivo principal de debate se centra en la crisis económica que sufre el país y que, según los conservadores, Rohani es incapaz de gestionar pese al levantamiento de las sanciones internacionales a raíz del acuerdo firmado con el 5+1, grupo formado por Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unidos y Alemania, en 2015. A diferencia de otros procesos en los que los candidatos conservadores echaban en cara a sus rivales moderados y reformistas su «desviacionismo», «sedición» o falta de apego a los valores revolucionarios, en esta campaña la economía es el gran caballo de batalla. El crecimiento económico de Irán se situó en el 8 por ciento el año pasado y Rohani ha logrado reducir la inflación de un 44 a un 30 por ciento, pero el desempleo subió dos puntos, hasta el 12 por ciento, y afecta a un tercio de los jóvenes.

El pacto nuclear ha reabierto las puertas al turismo, se han firmado decenas de acuerdos en temas clave como el gas y el petróleo y la compañía nacional de aviación, Iran Air, ya cuenta con nuevos aparatos después de décadas de bloqueo, pero esta mejora no acaba de sentirse en el bolsillo del ciudadano de a pie. Raisi y Galibaf han buscado este punto débil a lo largo de la campaña y han empleado un discurso de marcado carácter populista «con las promesas más importantes que se formulan desde 1979. Algunas recuerdan a las del mismísimo Jomeini tras el triunfo de la revolución e incluyen la gratuidad para los servicios de agua, electricidad y autobuses», destaca el periodista iraní Reza Haghighatnejad en su último artículo para IranWire. Si un día Raisi promete crear 1,5 millones de puestos de trabajo al año si sale ganador, al día siguiente Galibaf eleva esta cifra a cinco millones.

La sombra de Ahmadineyad

Según han ido creciendo las acusaciones, Rohani ha ido elevando el tono de su discurso y en el último debate televisivo acusó abiertamente a sus adversarios conservadores de querer devolver al poder al «antiguo gobierno» del presidente ultraconservador Mahmoud Ahmadinejad ya que «quieren distribuir dinero para comprar votos».

El nombre de Ahmadineyad -que gobernó entre 2005 y 2013 tras una segunda reelección marcada por los polémicos comicios de 2009 en los que se vivieron las revueltas más graves desde la fundación de la república islámica y los líderes reformistas siguen bajo arresto domiciliario o apartados de la vida pública, como el ex presidente Mohamed Jatami -, ha estado presente en todo el proceso. El político ultraconservador desafió el consejo del Líder y presentó su candidatura, aunque fue descalificado por el Consejo de Guardianes. A nivel exterior su mandato estuvo marcado por la crisis nuclear y la negación del Holocausto judío, pero a nivel doméstico su plan estrella fue la concesión de subsidios directos a los ciudadanos con menores ingresos, una fórmula que vuelven a plantear Galibaf y Raisi. Rohani alertó de que este tipo de medidas pueden hacer crecer de nuevo la inflación por encima del 50 por ciento, según declaraciones recogidas por la agencia oficial Irna.

«No es solo una cuestión de formas, hay que tener en cuenta que buena parte de asesores de Raisi son ex ministros de la etapa de Ahmadineyad», apunta el analista iraní Saeid Jafari, colaborador habitual de Al Monitor. Jafari piensa que «si hay una fuerte participación los conservadores tienen pocas opciones de victoria. El mayor rival para Rohani es la abstención». La participación es siempre uno de los factores clave para el sistema ya que busca que la cifra sea muy alta para mostrar al exterior su legitimidad, por eso el Líder insiste hasta el último instante en la importancia de ejercer el derecho al voto, aunque solo se pueda votar a aquellos candidatos aprobados por el todopoderoso Consejo de Guardianes.

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