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Robert Mugabe: el presidente más longevo del mundo que no quiso ser Mandela

Su prestigio como héroe tras la independencia del país en la década de los 80 se ha ido deteriorando por la situación actual del país africano, que está sumido en una importante crisis económica

Vídeo: Cientos de personas tratan de huir cada años de la pobreza de Zimbabue cruzando la frontera con Sudáfrica
Alba Amorós

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Nelson Mandela, el primer presidente negro de Sudáfrica, dejó el Gobierno a los 81 años tras cumplir un solo mandato. Robert Mugabe, primer presidente de Zimbabue tras la independencia colonial, ha seguido en el poder pese a sus 93 privameras. Ambos fueron en su juventud luchadores por la libertad y la emancipación del pueblo africano, pero ocuparán páginas distintas en los libros de historia. Mientras uno es venerado por todo los sudafricanos como un héroe nacional, otro ha dividido a su país hasta llevarlo a la fractura política y social.

El presidente más longevo del mundo lleva 37 años al frente de Zimbabue. Su prestigio como héroe tras la independencia del país en la década de los 80 se ha ido deteriorando por la situación actual del país africano, que está sumido en una importante crisis económica, y por los numerosos escándalos de que rodean a su gobierno. Además, está acusado de tener un extenso historial de violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Esto le ha valido numerosas sanciones tanto por parte de la Unión Europea como de Estados Unidos.

Totalitarismo

Según organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, el gobierno de Zimbabwe viola los derechos de alojamiento, alimentación, libertad de circulación y residencia, de libertad de reunión y existen normas sociales que impiden combatir la discriminación sexual. Hay ataques contra medios de comunicación, medidas violentas contra la oposición, los activistas y los defensores de los derechos humanos. Dichas violaciones incluyen asaltos, torturas, amenazas de muerte, secuestros y detenciones ilegales. En Zimbabwe, la libertad de reunión está severamente restringida por la ley. Aquí un ejemplo. El 11 de marzo de 2007, un mitin del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC) terminó con el líder del partido Morgan Tsvangirai y otros 49 activistas de la oposición arrestados y golpeados de manera brutal por la policía. Un periodista llamado Edward Chikombo facilitó imágenes de la brutalidad policial a medios extranjeros y, como después, fue secuestrado y asesinado.

Durante el 2016, el gobierno intensificó la represión contra miles de personas que protestaron pacíficamente por las violaciones de los derechos humanos y el deterioro de la situación económica y, a día de hoy, sigue la total impunidad por los abusos cometidos por parte de la policía. Las numerosas reestructuraciones llevadas a cabo en los últimos años para, supuestamente, allanar el camino a su esposa, Grace Mugabe, de 53 años, han creado un ambiente de crispación difícil de sobrellevar. El despido por deslealtad de su aliado y vicepresidente Emmerson Mnangagwa la semana pasada habría sido el detonante para una actuación militar.

Enquistado en el poder, incapaz de asumir su derrota en los pasados comicios de 2008, represor de las voces disidentes durante décadas, revanchista con las minorías, Robert Mugabe ha desaprovechado la oportunidad de ser recordado en Zimbabue como el padre de la patria.

De formación católica y seis títulos universitarios

Robert Mugabe nació el 21 de febrero de 1924 en Matibiri, al noreste Harare, entonces conocida como Salisbury, la capital de la antigua colonia británica Rodesia. Maestro de profesión y de formación católica, con seis títulos universitarios, comenzó la lucha política a los 36 años, cuando se unió al Partido Nacional Democrático.

En 1964, el mismo año en que Mandela fue condenado cadena perpetua, Robert Mugabe fue enviado a prisión debido a un discurso subversivo contra el Gobierno de Ian Smith. Tras diez años de prisión, el líder africano abandonó el país para dirigir desde Mozambique la guerra de guerrillas que operaban contra el régimen impuesto por la minoría blanca de Rodesia.

En 1979, Mugabe regresó a su país, recién convertido en Zimbabue, y se proclamó primer ministro en las elecciones de 1980, hasta convertirse en presidente en 1987 tras la creación del cargo.

En sus primeros años de gobierno, el nuevo presidente fue alabado como uno de los grandes líderes africanos por la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, aunque pronto se atisbaría el carácter totalitario que lo ha acompañado toda su vida.

El granero de África

Mugabe emprendió una ofensiva brutal contra su oposición política, liderada por Joshua Nkomo, que se cobró más de 20.000 vidas, la mayoría de la etnia Ndebele, según la Comisión Católica de Justicia y Paz. En una campaña de represión conocida como «Gukurahundi» y dirigida por la Quinta Brigada, entrenada en Corea del Norte, el líder zimbabuense aniquiló a sus adversarios hasta forzar en 1987 su integración en su actual partido, el ZANU-PF (Unión Nacional Africana de Zimbabue – Frente Patriótico).

Desde entonces, ha ganado sistemáticamente las elecciones presidenciales, empañadas por el fraude, la intimidación y la represión de la disidencia.

Zimbabue, conocida como el «granero de África», acabó por sumirse en una de las mayores crisis económicas de la historia cuando en el año 2000 el Gobierno de Mugabe emprendió la expropiación de miles de explotaciones a los granjeros blancos.

La situación desató la escasez de alimentos, una inflación superior al 150.000 por ciento y un desempleo del 80 por ciento, que Mugabe atribuyó a una conspiración de los gobiernos occidentales para derrocarle.

Las políticas de «indigenización» han continuado con la entrega de accionariado de empresas extranjeras para su redistribución a los zimbabuenses negros, que han acabado mayoritariamente en manos de sus aliados políticos del ZANU-PF.

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