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El presidente Obama pelea contra el desmantelamiento de su legado

En el último de sus discursos semanales radiofónicos llama a sus compatriotas a defender la democracia

Obama y Raúl Castro, el pasado mes de marzo en La Habana AFP
Javier Ansorena

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Si se juzgara a los presidentes por la calidad de sus discursos, Barack Obama sería el número uno de la historia de EE.UU. Varios de ellos quedarán para la posteridad. El de la convención demócrata de 2004, que le dio a conocer al gran público en EE.UU; el de su «Yes, we can» tras ganar las primarias de New Hampshire en enero de 2008, que se convertiría en el lema de su campaña; el de su victoria histórica en las presidenciales de ese año, minutos después de llegar a ser el primer negro en conquistar la Casa Blanca.

Esta semana, Obama pronunció su último discurso semanal radiofónico a la nación. No fue una pieza magistral, pero sí que aprovechó para llamar a sus compatriotas a proteger la democracia, a permanecer «comprometidos» y ser «guardianes» de la libertad. El presidente no oculta su amargura ante la visión de cómo su sucesor se dispone a desmantelar el legado que había construido con tanta paciencia.

En la selección de sus discursos magistrales habría que incluir el de la semana pasada en Chicago: el de despedida. Fue una intervención impecable, a medio camino entre una lección de derecho constitucional y un llamamiento al civismo, con emoción –echó una lágrima al hablar de su familia– y persuasión. Era un discurso en teoría para colocar el «The end». Nada más lejos de la realidad. Obama parece dispuesto a agotar hasta el último día de su presidencia para proteger a la desesperada su legado .

Desde que se supo que el multimillonario neoyorquino se imponía con sorpresa en las elecciones del pasado 8 de noviembre, Obama ha acelerado su acción ejecutiva en varios frentes clave. Incluso esta misma semana, con las calles de Washington ya preparando los adornos para la investidura de Trump, ha aprobado medidas tanto en política exterior como doméstica.

Agresividad con Rusia

El escándalo del ‘hackeo’ de Rusia al partido demócrata durante las elecciones ha puesto a Trump -el supuesto beneficiado de la injerencia- en una situación incómoda, pero también a la Casa Blanca. Obama solicitó en diciembre una investigación completa del asunto al Director Nacional de Inteligencia, pero muchos han criticado la pasividad y la falta de respuesta ante el ciberataque antes de que los estadounidenses fueran a las urnas. Quizá para compensarlo, Obama sorprendió a muchos el 2 de enero con el anuncio de sanciones a cuatro individuos rusos y cinco organizaciones a las que relaciona con el ‘hackeo’, así como la expulsión de 35 miembros del cuerpo diplomático . La decisión será la primera china en el zapato de Trump en su relación con Putin.

Adiós, Obamacare

Trump y buena parte del partido republicano tienen entre sus objetivos prioritarios el desmantelamiento de Obamacare. El Congreso -dominado en sus dos cámaras por los republicanos- ya ha aprobado una propuesta presupuestaria que adelanta el trabajo para acabar con la reforma sanitaria de Obama. El reemplazo de Obamacare que presentarán Trump y los republicanos no está claro, pero, mientras tanto, Obama quiere al menos ponérselo difícil. Para ello, aceleró los esfuerzos en los últimos meses de 2016 para alistar más estadounidenses en los planes de cobertura sanitaria de Obamacare.

Cambio en Cuba

La posición de Trump sobre Cuba evolucionó durante la campaña. En un primer momento aceptó la normalización de relaciones, pero después la criticó como un mal acuerdo para ganar posiciones en el estado clave de Florida. Parece difícil que Trump revierta los pasos dados por Obama, pero este último ha acelerado esta misma semana los cambios. La Casa Blanca anunció el fin de la política inmigratoria preferencial para los cubanos , por la que EE.UU. concede la residencia legal permanente a todos aquellos que entran en el país por tierra, lo que desde La Habana era considerado como un estímulo para la salida de sus ciudadanos hacia el país vecino.

Israel y Palestina

Después de años sin permitirlo, EE.UU. posibilitó con su abstención una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a finales de diciembre contra los asentamientos de Israel en Cisjordania. Obama siempre se ha mostrado a favor de la solución de los dos estados para Israel y Palestina y criticado los asentamientos como un obstáculo para este objetivo y para la paz. Sin tiempo para maniobrar desde la Casa Blanca, al menos quiso dejar clara su postura con la resolución, que le causó fuertes críticas en Israel y en los sectores conservadores de EE.UU. Quizá Obama también quiso dejar claras sus diferencias con Trump en este asunto: pocos días antes, el presidente electo había elegido para embajador en Israel a David Friedman , un abogado que representa la línea más dura proisraelí de la comunidad judía estadounidense.

Medioambiente

La pieza fundamental del legado medioambiental de Obama es el acuerdo de París sobre cambio climático, cuya supervivencia está en duda con la llegada de Trump. Pero no es la única y en las últimas semanas ha corrido en la aprobación de otras medidas. En diciembre anunció la prohibición de perforaciones petrolíferas en amplias zonas del Ártico y de la costa Atlántica, para lo que se apoyó en un poder presidencial que será difícil de revertir para Trump. Poco después aprobó dos nuevos «monumentos nacionales» -áreas naturales protegidas por decreto presidencial-, una en Utah y otra en Nevada. Ambas medidas cosecharon críticas de los republicanos.

Asia

Buena parte de la política exterior de EE.UU. con Obama -sobre todo en el segundo mandato- ha tenido que ver con una reorientación hacia Asia: fortalecer la presencia en el Pacífico para controlar el empuje de China. La economía es clave en ello y Obama se jugó buena parte de su capital político en impulsar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica -TPP, en sus siglas en inglés-, un tratado de libre comercio que Trump ha denostado. Pero el presidente saliente ha peleado hasta última hora para recabar apoyos. Las históricas visitas de Obama a Hiroshima y de Shinzo Abe, el primer ministro japonés, a Pearl Harbor -celebrada en diciembre- se enmarcan dentro de estos impulsos. Esta misma semana, su secretario de Estado, John Kerry, hacía un último esfuerzo en Vietnam.

Guantánamo

En la campaña electoral de 2008, el cierre de Guantánamo era una de las promesas centrales de Obama. Ya en la Casa Blanca, la crisis financiera, la reforma sanitaria o la salida de las tropas de Irak se comieron la atención y el esfuerzo del presidente. Todavía quedan 59 presos en el centro de detención en la base militar en Cuba, 22 de los cuales son susceptibles de traslado. Quizá en los pocos días que le quedan en la Casa Blanca Obama podría dar la orden de vaciar algo más Guantánamo, pero se irá sin cerrarlo .

Abusos policiales

El Departamento de Justicia acaba de publicar un informe que denuncia abusos sistemáticos de la policía de Chicago . Un esfuerzo más de última hora de Obma en justicia criminal, uno de los ámbitos que han agitado su presidencia en la recta final.

Homenaje

Por sorpresa, esta semana Obama concedió la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor al que opta un civil en EE.UU., a su vicepresidente, Joe Biden . La relación entre ambos ha sido excelente y amplios sectores del electorado demócrata -y también entre los republicanos después de que Trump ganara las primarias- hubieran querido verle como candidato a la presidencia . Quizá la historia de estas elecciones y del futuro próximo de EE.UU, hubiera sido muy diferente.

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