Hazte premium Hazte premium

Pekín utiliza a Panamá para desembarcar en Iberoamérica

El escaso interés que muestra Washington por sus vecinos abre las puertas a las inversiones chinas en el país del canal

Un buque realiza un tránsito de prueba por la ampliación del canal de Panamá EFE

JUAN PABLO CARDENAL

La llegada del Año Nuevo chino se celebró en Panamá a lo grande en su última edición. No faltó el multitudinario banquete de rigor ofrecido por la Embajada china, ni los artistas llegados del país asiático, ni la azucarada repercusión mediática. Festejos estos que venían precedidos por el empuje de una estrategia de «poder blando» que Pekín impulsa oficialmente con el propósito de seducir a las élites panameñas . Desde hace meses, políticos, periodistas, académicos, funcionarios, diplomáticos y otras personalidades de la sociedad panameña son invitados de forma recurrente a China por cortesía de la diplomacia comunista. El objetivo es cautivar a esas influyentes élites para crear un clima favorable a China.

No es casualidad que esta estrategia de seducción acontezca precisamente en este momento. Mientras las corporaciones chinas abren sede en la capital de Panamá y se acelera el goteo de empresarios chinos que semanalmente visitan el país, crece en Panamá el optimismo ante las oportunidades que el desembarco económico chino pueda ofrecer, sobre todo después de que ambos países establecieran relaciones diplomáticas hace tan sólo ocho meses . Dicha ruptura se vio en Taiwán como una traición, pues no supieron de las intenciones del Ejecutivo panameño hasta que el divorcio diplomático se hizo público. Y también como un varapalo, ya que Taipei pierde el que hasta ahora había sido su bastión político en Centroamérica.

El gobierno del presidente Varela culpa a la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen , por no adherirse al «consenso de 1992» que supuestamente implica el reconocimiento del «principio de una sola China» a ambos lados del Estrecho. Para Pekín dicha ratificación es obligada para que la relación entre ambos sea fluida. «Al no reconocer [Tsai] el consenso de una sola China, se resquebraja la relación entre ambos y en ese momento Panamá y China toman la decisión de acercarse. Mientras se respetó el status quo, nos mantuvimos con Taiwán . Es con el cambio que se da el paso», asegura a este periódico Luis Miguel Hincapié, vicecanciller de Exteriores panameño.

Gracias a ello China tiene ahora la oportunidad de consolidar su posición en un país que, desde la construcción del canal interoceánico en 1914, ha estado siempre bajo la órbita de Estados Unidos. El rol que Pekín aspira a jugar en uno de los lugares más estratégicos del planeta alimenta el temor a que Panamá se convierta, en el futuro, en zona de colisión entre las dos superpotencias mundiales: EE.UU. y China. «Un riesgo para Panamá es cómo esto afecta nuestra relación con EE.UU.. Geopolíticamente tenemos que tener mucho cuidado porque tenemos un tratado de neutralidad firmado con EE.UU. que no nos permite ni siquiera dar la impresión de que estamos jugando con la neutralidad del canal», explica un consultor que habla con ABC a condición de anonimato.

Se refiere este experto al tratado firmado en los años setenta por Jimmy Carter y el entonces jefe de gobierno panameño, Omar Torrijos , por el cual la soberanía del canal pasaría a manos panameñas en 1999. Dicho tratado, hoy vigente, garantiza la neutralidad y el libre tránsito por el canal , reservándose Washington en caso contrario la opción de intervenir militarmente. Que Washington haya mantenido un sorprendente silencio puede deberse, explica Carlos Guevara Mann, profesor de ciencias políticas en la Universidad del Estado de Florida en Panamá, a que «el establecimiento de relaciones diplomáticas con Panamá sería parte de un acuerdo entre EE.UU. y China». En ningún otro país del continente latinoamericano, apunta este experto, tiene Washington tanta influencia como en Panamá: «aquí no ocurre nada importante sin que Washington lo permita», advierte.

El guardián americano

Pero el beneplácito estadounidense no implica, en ningún caso, que EE.UU. no vaya a estar vigilante, ya que el canal interoceánico es de enorme relevancia económica para ese país: según datos de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), el 65% de los casi 14.000 buques que lo cruzan cada año corresponde a tráfico entre las costas atlántica y pacífica de EE.UU. y a carga proveniente de Asia que se dirige a la costa este. Son buques en su mayoría de contenedores y de graneles secos, a los que se suma un creciente tráfico de buques de gas natural licuado (GNL) desde Estados Unidos. A la importancia económica y logística del canal hay que añadir, por supuesto, la militar.

En este contexto geopolítico, China toma ya posiciones: la empresa hongkonesa Hutchinson Wampoa gestiona desde hace años una de las terminales portuarias del canal en el Pacífico, mientras distintas empresas chinas construyen ya tres puertos en ambos extremos del canal: uno de cruceros, uno de aguas profundas y otro de contenedores. Y aspira a ser un jugador principal tanto en el pujante negocio de la distribución de gas natural, como en el desarrollo industrial y logístico de una zona especial de 1.200 hectáreas que la ACP prevé desarrollar en los próximos años para reforzar la posición estratégica de Panamá.

Además, China tiene también su punto de mira en la nueva ampliación del canal, que «podría estar en la agenda en menos de cinco años», según fuentes de la ACP. Tras la ampliación de 2016 acometida por la empresa española Sacyr, se estima que el creciente tráfico energético sature la capacidad del canal en menos de un lustro, por lo que China ha movido ya ficha al ofrecer gratis un estudio de factibilidad para, gracias a ello, estar mejor colocada para las licitaciones futuras. «China va a atacar por todos lados» , apunta dicha fuente de la ACP, refiriéndose al propósito de Pekín y de las empresas estatales chinas por jugar un rol protagonista en el desarrollo, gestión y construcción del futuro canal de Panamá.

Factores a favor

Que China desembarque en Panamá con un modelo de cooperación internacional desvinculado de exigencias políticas, financieras o de transparencia, le concede una indudable ventaja sobre el resto de países. También juegan a su favor tanto la agenda proteccionista de Trump, como la percepción en la región de que América Latina no es prioritaria para Washington. Todo ello deja a China vía libre para penetrar económicamente y, poco a poco, ganar proyección política en una región que ha sido zona de influencia de EE.UU. desde siempre. «Hay una decepción en Panamá y en el mundo desarrollado con el capitalismo y con los actuales modelos. La gente necesita una esperanza y por tanto China es vista como una alternativa», apunta Eddie Tapiero, un analista panameño.

En ese escenario, advierte, es muy difícil separar el interés económico chino del geopolítico. Negocios y geopolítica se entrecruzan especialmente en el contexto de la iniciativa «Una Franja, Una Ruta», el gran proyecto chino de infraestructuras a nivel global que si bien muchos gobiernos -incluido el panameño- ven como la gran oportunidad económica del siglo XXI, también es visto por los críticos como un plan a largo plazo de Pekín destinado a forzar un cambio en el orden mundial internacional. Con todo, en medio de la euforia por China que vive el país caribeño, la prensa panameña recoge las primeras críticas que alertan del riesgo de que en un escenario de dependencia futura «Panamá acabe convirtiéndose en una franquicia de China». De la capacidad del país centroamericano para fortalecer sus instituciones, atajar la corrupción y apostar por los intereses nacionales dependerá su futuro.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación