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CLAVES DE LATINOAMÉRICA

El partido de Correa se atasca en la Asamblea del Ecuador

El empate en diputados entre el oficialismo y la oposición acaba con la mayoría cualificada que montó el sistema bolivariano

Rafael Correa saluda a su candidato en las presidenciales, Lenín Moreno, en la noche electoral AFP

EMILI J. BLASCO

Ecuador aún no tiene presidente –la segunda vuelta electoral será el 2 de abril–, pero ya tiene su Asamblea Nacional. Y en ella la amplia mayoría de que gozaba el partido de Rafael Correa ha quedado drásticamente reducida en las elecciones de este domingo.

Alianza PAIS (AP), que contaba con 100 de los 137 puestos de la cámara, habría bajado a unos 67 diputados, frente a 64 de la oposición, de acuerdo con el conteo rápido de la plataforma Participación Ciudadana.

Quedarían por determinar los seis escaños elegidos por los votantes del extranjero , presumiblemente más inclinados hacia la oposición. El hecho de que 24 de los diputados de AP correspondan a movimientos locales asociados puede originar en algún momento mayorías alternativas.

La distorsión de las circunscripciones explicaría que AP tenga la mitad de los diputados, cuando en el voto para presidente el oficialista Lenín Moreno logró provisionalmente un 39,1 por ciento, frente al 51,4 por ciento que sumaron los tres principales candidatos de la oposición.

La lentitud con que el Consejo Nacional Electoral, controlado por el «correísmo», ofreció el resultado se interpretó como un intento de esperar a que Moreno sumara el 40 por ciento requerido para evitar una segunda vuelta, en la que se enfrentaría el conservador Guillermo Lasso , que obtuvo el 28,3 por ciento de los votos.

Legislatura de bloqueo

Pierda o no la presidencia, AP ya no dispondrá de la amplia mayoría de la que gozó desde 2009 y que le permitió a Rafael Correa el efectivo control del poder judicial y del electoral, de acuerdo con el modelo bolivariano del llamado Socialismo del Siglo XXI.

« Desmantelar todo ese aparato era el propósito de la oposición», advierte el sociólogo Stalin Poveda, que recuerda que en la campaña electoral tanto Lasso, del Movimiento CREO (con 31 escaños en la nueva Asamblea), como Cynthia Viteri, del Partido Social Cristiano (con 16), prometieron la celebración de plebiscitos para anular la enmienda constitucional que permite la reelección indefinida del presidente y devolver la autonomía e independencia a los organismos de control y a la Justicia.

Aunque el partido de Correa puede tener algún diputado más sobre la oposición, dándole capacidad de bloqueo en el caso de que Lasso llegue a presidente, también la oposición puede obstruir el programa legislativo de Moreno. Ello puede llevar a una parálisis parlamentaria, pero también a fugas que articulen mayorías ocasionales.

«Destruir el tejido social»

Para el nuevo juego político no hay que olvidar que en la oposición al «correísmo» también se encuentra un parte de la izquierda. El candidato presidencial del Acuerdo Nacional por el Cambio, Paco Moncayo , obtuvo el 6,8 por ciento de los votos. Y es que a diferencia de Chávez, quien durante su presidencia aglutinó a la izquierda bajo el paraguas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y pudo controlar todas las organizaciones de base de las clases populares, Correa escogió formar un movimiento formalmente menos definido e intentó aplicar la táctica de tierra quemada a lo que quedaba a su izquierda, sin conseguirlo. Así lo explicaba hace unos meses el historiador Enrique Ayala, integrado en el Acuerdo Nacional por el Cambio.

A diferencia de Chávez, Correa no ha aglutinado a todas las organizaciones populares, sino que ha procurado atomizar a los diversos colectivos

Stalin Poveda

sociólogo

«Correa ha tenido la obsesión de destruir el tejido social. Eso se ha visto en dos puntos fundamentales», según Ayala. «Uno es que ha combatido el sindicalismo , diciendo que es un gremialismo y que en su llamada Revolución Ciudadana solo cuentan los individuos ciudadanos; así, ha alentado la división de las organizaciones sindicales –antes había cuatro y ahora son ocho– y ha prohibido huelgas en el sector público. El otro es que, alegando que la sociedad debe ser organizada por el Estado, ha negado la representatividad social de sindicatos, colegios profesionales, ONGs, club deportivos...».

También el sociólogo Poveda atribuye esa táctica a Correa, aplicada además a las entidades indígenas que no le han apoyado: «El Gobierno ha atomizado el movimiento indígena y ha estado atropellando a este y otros colectivos». Por su parte, el Alberto Molina, coronel retirado y autor del libro Los militares y la revolución ciudadana, recuerda el pulso con los militares mantenido por Correa, a cuenta de sus pensiones: «Ha querido dividir a las Fuerzas Armadas, enfrentando a la tropa con los oficiales, pero se ha encontrado que las Fuerzas Armadas son la segunda institución mejor valorada del país, después de la Iglesia».

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