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¿Por qué nadie invierte en Irán si ya no hay sanciones?

El miedo a que Trump las reponga, y el temor a más integrismo si Rohani pierde las elecciones, mantienen alejados al capital y a las firmas energéticas

Cartel de las elecciones locales, que coincidirán este viernes con las presidenciales, en la ciudad iraní de Varamin EFE

FRANCISCO DE ANDRÉS

Año y medio después del levantamiento de las sanciones internacionales contra Irán , el régimen creado por Jomeini se ve incapaz de atraer inversiones para sus grandes proyectos energéticos, claves para salir del marasmo económico y de una altísima tasa de paro, en especial entre los jóvenes.

El gobierno del presidente Rohani contaba con obtener 50.000 millones de dólares anuales en inversiones extranjeras en petróleo y gas, gracias al «momentum» obtenido por el acuerdo nuclear con Estados Unidos, pero la realidad es que -desde enero de 2016- solo han llegado unos 2.000 millones, según acaba de admitir el vicepresidente iraní, Jahanguiri. Ni las grandes compañías energéticas terminan de firmar contratos de explotación con Teherán, ni los grandes bancos se deciden a prestar el dinero para esos megaproyectos. La consecuencia: el programa nuclear de Irán se encuentra paralizado en virtud del acuerdo de julio de 2015 con Washington, pero los beneficios económicos no llegan a la mesa de los iraníes. La inflación vuelve a dispararse , y el país está muy lejos del 8 por ciento de crecimiento anual que prometió el presidente Rohani para crear puestos de trabajo. El desempleo oficial es del 12,5 por ciento de la población activa, el 27 por ciento entre los jóvenes.

¿Quién es responsable de la situación? Los iraníes y algunos analistas occidentales culpan al presidente Trump -de nuevo «el Gran Satán»- que en su día calificó el acuerdo nuclear con Teherán como «un gran desastre», y ha encargado a su gobierno que estudie cómo denunciarlo. La expectativa de que Estados Unidos imponga de nuevo sanciones al comercio con Irán disuade a las 29 compañías energéticas mundiales, que optan a los contratos de estudio y explotación de los grandes yacimientos persas de petróleo y gas.

Según informa Reuters, las firmas exigen garantías a Washington, y al mismo tiempo cláusulas de rescisión de inversiones a Irán en caso de que se reinstalen las sanciones. Algo que suscita muchas dificultades y suspicacias en un régimen, como el iraní, convertido en un laberinto de tensiones internas entre los políticos «reformistas«, fieles a Rohani, y los de la línea dura del ayatolá Jamanei , Líder Supremo religioso. La proximidad de las elecciones presidenciales, previstas para este viernes, y la posibilidad de que se alce con la victoria el candidato más integrista , es otro elemento disuasorio desde hace tiempo para la conclusión de acuerdos de inversión con las compañías internacionales.

Más que Donald Trump, las grandes firmas energéticas -en particular la francesa Total y la italiana Eni- temen las consecuencias de un giro fundamentalista en Irán si Rohani no consigue la reelección. El sector duro está respaldado por algunas instituciones del régimen teocrático como la Guardia Revolucionaria , que cuenta con intereses económicos en Irán, también en el sector del gas y el petróleo, y critica las condiciones «ventajosas» que el gobierno está ofreciendo a las firmas europeas.

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