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La historia de la sede de la OTAN que le pareció demasiado cara a Donald Trump

En la ceremonia de entrega del edificio, el presidente americano replicó: «No quieran saber lo que ha costado»

La nueva sede en Bruselas se presupuestó en 410 millones de euros y al final ha costado 1.120 (hasta ahora)

El presidente estadounidense, Donald Trump, a su llegada a la cumbre de la OTAN el 25 de mayo de 2017 Efe

Enrique Serbeto

Cuentan que cuando visitaban el edificio del viejo cuartel general de la OTAN los primeros militares soviéticos, invitados en un gesto de distensión en plena Guerra Fría, se produjo una situación inesperada. Cuando los anfitriones occidentales les enseñaban las distintas dependencias y las zonas del edificio, uno de los generales rusos les replicó: «No sé por qué nos dice todo eso, nosotros ya lo sabemos perfectamente» . Durante medio siglo, la sede política de la OTAN ha permanecido en unas instalaciones teóricamente provisionales. En 1967 la organización tenía su sede en París, pero el gesto de Francia de retirarse de la estructura militar obligó a un traslado a toda prisa a Bruselas, para ocupar un edificio que debía haber sido un hospital.

Jans Stoltemberg, el actual secretario general de la organización, afirma que el nuevo edificio es «una sede del Siglo XXI» que expresará la voluntad de la Alianza Atlántica de seguir siendo una organización clave para la estabilidad del mundo. El problema es que el proyecto ha encontrado más obstáculos de los esperados y la factura ha aumentado considerablemente. La coletilla del presidente norteamericano Donald Trump en la ceremonia formal de la entrega del edificio por parte de las autoridades belgas – «no quieran saber lo que ha costado» – tiene su origen en el hecho de que se presupuestó en 410 millones de euros y al final ha costado 1.120 (hasta ahora) y aún no se ha terminado. Cada país ha pagado la parte correspondiente a su participación en la alianza, es decir Estados Unidos ha tenido la factura más grande, mientras que a España le ha correspondido alrededor del 5% .

Lo que más ha hecho subir el coste del edificiohan sido las crecientes reglamentaciones de seguridad

El terreno es un antiguo aeródromo militar ocupado dos veces por Alemania. Cuando empezaron los trabajos en 2010 aparecieron varias bombas sin explotar de la Segunda Guerra Mundial . Pero no han sido esos los únicos imprevistos: lo que más ha hecho subir el coste del edificio han sido las crecientes reglamentaciones de seguridad, que han ido aumentando a medida que la amenaza terrorista se sofisticaba. Los últimos preparativos se centran precisamente en ultimar una instalación blindada para mantener a salvo y al mismo tiempo aisladas, las redes propias de la Alianza, sus enlaces con el cuartel general aliado en Mons (Bélgica), donde están las instalaciones propiamente militares, y las distintas bases especializadas repartidas por Europa, además de las de las 28 delegaciones de los países miembros (serán 29 la semana que viene con el ingreso de Montenegro) y las que utilizan los países asociados que tienen sus propias oficinas en un anexo, Rusia entre ellos.

Así que lo que vieron Trump y los demás jefes de delegación fue poco más o menos una «aldea Potemkin» , un decorado vistoso, tras el que hay todavía un largo trabajo por hacer. De los 1.500 miembros de las delegaciones nacionales más los 1.700 militares y personal civil de la OTAN, junto a otros 800 trabajadores de las agencias de la organización que está previsto que se trasladen al nuevo edificio, por ahora solo hay unos 300 funcionarios , esencialmente encargados de preparar el traslado. Oficialmente la organización promete que a finales de este año se habrá completado la mudanza. Pero a la vista de los retrasos que se han producido hasta ahora, nadie lo dice con plena certeza.

En cuanto al coste, es cierto que se ha disparado. Pero también lo es que la OTAN ha jugado un papel esencial en la estabilidad de Europa , sobre todo para los países que vivieron la guerra fría bajo el yugo de las dictaduras comunistas y que ahora son también aliados. Por los beneficios que ha proporcionado la Alianza, 1120 millones de euros no parece mucho dinero.

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