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FRANCIA EN EL DIVÁN III

Los gobiernos socialistas franceses llevaron el país a la decadencia

Mitterand quiso «romper con el capitalismo» y acabó hundiendo la economía

François Hollande

POR JUAN PEDRO QUÑONERO

En apenas tres años, François Hollande ha conseguido la cuadratura del círculo: agravar la caída, erosión, «declive» o «decadencia» de Francia, con más impuestos, más paro, más deuda, más déficit, más reglamentaciones, más incumplimiento de los compromisos europeos, pérdida del poder adquisitivo, caída de la natalidad y estallidos de violencia suburbana. Los últimos presupuestos equilibrados de Francia datan de los últimos años de la presidencia de Valery Giscard d’Estaing (1974-1981). Todos los historiadores de la economía francesa subrayan que la crisis, «declive» o «decadencia» comenzó con François Mitterrand (presidente entre 1981 y 1995), que llegó al poder prometiendo la «ruptura del capitalismo» y precipitó tres devaluaciones de la moneda nacional en dos años, desequilibrando la economía nacional durante una larga década.

Jacques Chirac (presidente entre 1995 y 2007) prolongó el declive iniciado con Mitterrand, dejando en suspenso cualquier reforma de fondo, incumpliendo todas las promesas de Estado en Europa. Nicolas Sarkozy (presidente entre 2007 y 2012) prometió «la ruptura contra el inmovilismo de izquierdas, Mitterrand, y el inmovilismo de derechas, Chirac», pero siguió aplazando las reformas necesarias, agravó el déficit y la deuda , incumpliendo siempre los compromisos con los socios europeos.

Incremento masivo de los impuestos

Hollande comenzó los dos primeros años de su presidencia con un incremento masivo de los impuestos, un choque fiscal de 60 a 65.000 millones de euros, que ha tenido un coste nacional dramático. En el terreno social, tres años de presidencia Hollande se resumen de este modo: ocho planes de lucha contra el paro, 600.000 nuevos parados y el crecimiento más bajo de Europa.

Durante medio siglo, Francia fue un «motor» político, económico e institucional de Europa. Hollande heredó de Mitterrand, Chirac y Sarkozy una Francia en crisis y en declive. Tres años de «hollandismo» han deteriorado todos los indicadores económicos, instalando a Francia en la cola del crecimiento y el dinamismo.

Hollande heredó de Mitterrand, Chirac y Sarkozy una Francia en crisis y en declive

Según las últimas estimaciones del FMI, España crecerá este año en torno al 2,7 %, la zona euro crecerá en torno al 1,7, mientras que Francia apenas llegará al 1,2 % o 1,4 % . El gasto público francés ascendía al 55,9 % del PIB al 2011. El año pasado subió hasta el 57,2 % del PIB.

El hundimiento del crecimiento y el incremento del gasto público coinciden (cuadratura del círculo) con el incremento de la deuda. En 2011, la deuda pública ascendía al 85,2 % del PIB; para crecer hasta el 97,1 % el año pasado.

El coste social de la subida de los impuestos, el aumento de la deuda y el aumento del gasto estatal tienen una dimensión trágica: el paro aumenta en Francia cuando ha comenzado a disminuir en España, en Alemania, en el Reino Unido y en toda Europa. Cuando el paro se ha reducido un 10% en Europa, en Francia ha crecido un 20%. 600.000 nuevos parados en los tres años de la presidencia Hollande.

Todos perjudicados

¿Alguien se beneficia de ese histórico declive nacional? Nadie. Hollande ha agravado la más patética incertidumbre nacional , que Pierre-Antoine Delhemmas describe de este modo: «Los sindicatos piensan que Hollande hace regalos a los patronos. Los patronos están hasta el gorro de la rigidez burocrática y la falta de reformas. La gente de izquierdas se queja de una política de derechas. La gente de derechas denuncia los horrores socialistas. Los parados tienen razones objetivas para denunciar la política del gobierno. Los jubilados se quejan de la pérdida de poder adquisitivo. Los ricos se saben más pobres, mientras que los pobres son igualmente pobres. Las clases medias viven angustiadas la caída de su nivel de vida…».

Melancólicos, los demógrafos se preguntan si tal rosario de crisis y angustias nacionales no han precipitado la caída de la natalidad, iniciando otras inquietante espiral hacia ninguna parte.

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