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El fiscal general de EE.UU. se resiste a presentar su dimisión

Trump redobló sus ataques a Jeff Sessions, pero le defienden varios republicanos

Jeff Sessions y Donald Trump en julio de 2017 REUTERS
Javier Ansorena

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Jeff Sessions, el fiscal general de EE.UU. cuya permanencia en el cargo está en la cuerda floja, acudió ayer a la Casa Blanca por la mañana, entre las nueve y las diez y media de la mañana, a lo que su equipo calificó como una «reunión rutinaria» . En ese espacio de tiempo, desde algún lugar de la residencia presidencial, quizá desde la misma sala en la que se encontraba Sessions, Donald Trump reanudó los ataques contra su fiscal general. No se lo dijo a la cara -al menos no ha trascendido- sino a través de Twitter. «¿Por qué el fiscal general Sessions no sustituye al director del FBI interno Andrew McCabe, un amigo de Comey [el ex director del FBI, al que Trump fulminó esta primavera] que estaba a cargo de la investigación contra Clinton, pero que obtuvo mucho dinero (700.000 dólares) de Hillary Clinton y sus representantes para la carrera política de su mujer?».

El ataque contra el fiscal general no tiene mucha sustancia -Trump tiene la potestad de despedir a McCabe por sí mismo y Sessions no estaba a cargo del Departamento de Justicia durante aquella investigación a Clinton- , pero eso es lo de menos. La diatriba es otra vuelta de tuerca a la presión que el presidente de EE.UU. somete en los últimos días para forzar su salida.

Sessions, uno de los aliados más potentes de Trump durante la campaña y clave en el avance de algunas de sus propuestas -como el endurecimiento de la política migratoria-, se ha convertido en un muñeco roto para el presidente. El fiscal general tuvo que recusarse en la trama rusa -tuvo contactos con Moscú antes de las elecciones que no desveló en su proceso de confirmación ante el Congreso-, lo que permitió a su segundo nombrar un investigador especial -Robert Mueller- para desentrañar el supuesto complot entre el equipo electoral de Trump y Rusia para dañar a Hillary Clinton. La salida de Sessions permitiría a Trump nombrar a un fiscal general sin limitaciones para defenderle de la trama rusa y con capacidad para destituir a Mueller.

Sessions no ha abierto la boca sobre su futuro, pero todo indica que no piensa marcharse voluntariamente. Así se lo dijo su jefa de gabinete, Jody Hunt , al jefe de gabinete de Trump, Reince Priebus, según «The Washington Post». Las presiones de Trump al fiscal general tampoco han ganado muchos partidarios en el entorno presidencial. Pesos pesados como Steve Bannon, estratega jefe de la Casa Blanca, o el asesor Stephen Miller le han recomendado dejar en su sitio a Sessions, un conservador duro bien visto por sus bases. En el Congreso, muchos senadores republicanos han salido en defensa de Sessions, que pasó dos décadas en la cámara alta. Entre ellos, Lindsay Graham que aseguró que los ataques del presidente muestran «debilidad». Desde el otro lado de la bancada, el demócrata Al Franken aseguró que la salida de Sessions para echar al investigador de la trama rusa supondría una «crisis constitucional».

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