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Un gran jurado refuerza la investigación de la trama rusa

El consejero especial rastrea las finanzas de Trump en busca de lazos con Moscú

El fiscal especial estadounidense Robert Mueller, en una fotografía de archivo EFE
Manuel Erice Oronoz

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La investigación de la presunta connivencia de Donald Trump con Rusia para ganar la elección presidencial sigue pintando el paisaje político. Mientras el presidente se desgañita ante sus fieles tachando la teoría de «fabricación total» , el consejero especial Robert Mueller, lejos de aminorar el paso, refuerza sus pesquisas. El último impulso proviene del trabajo de un gran jurado, en el que se apoya el exdirector del FBI desde hace unas semanas para acelerar la labor de investigación . Para los expertos, sería la prueba del nueve de que Mueller aprecia indicios suficientes para terminar de desentrañar la llamada trama rusa, que ha ido acumulando sospechas en torno al presidente y su equipo de confianza, protagonista de innumerables contactos con personajes más o menos cercanos al régimen de Putin. Enfrente, los abogados de Trump, con el recién incorporado como asesor plenipotenciario, Ty Cobb, sale al paso con aparente tranquilidad: «La Casa Blanca respalda todo lo que acelere la conclusión de los trabajos y está comprometida a cooperar plenamente».

El gran jurado, que habitualmente trabaja en secreto y como apoyo externo, es una herramienta que permite a los investigadores reclamar documentos, tomar declaración de testigos bajo juramento y formular acusaciones previo paso a un posible procesamiento. La necesidad de indagar en el pasado del teniente coronel Michael Flynn, la primera víctima política del escándalo, que dimitió apenas diez días después de tomar posesión como Asesor de Seguridad Nacional del presidente, activó meses atrás la creación de un gran jurado en el estado de Virginia. Mueller, nombrado en mayo por el Departamento de Justicia para liderar el Consejo Especial, ha establecido ahora en Washington DC el suyo propio, que en el caso de Flynn trabaja sobre la base de un presunto enriquecimiento ilícito, aprovechando sus numerosos contactos con el Gobierno ruso para sus negocios privados.

Pero el nudo gordiano de la investigación del exdirector del FBI se halla en las finanzas de Donald Trump y su emporio , en el rastreo de los últimos años de negocios y operaciones con empresas rusas . Es el camino que puede conducir a pruebas que demuestren una cooperación mutuamente beneficiosa con su homólogo Vladímir Putin. Y en paralelo, la posible obstrucción a la Justicia que el presidente estadounidense habría cometido en su intento de frenar la investigación de la trama, en especial desde que destituyó al entonces director del FBI, James Comey, cuando se encontraba en plenas pesquisas. Una sospechosa motivación que se ha visto reforzada las últimas semanas a medida que el propio Trump amagaba con apartar de la investigación a Mueller.

Los trabajos del consejero especial también apuntan al hijo mayor del presidente , cuya polémica reunión en la Trump Tower con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya, conectada con el Kremlin, en un principio para perjudicar electoralmente a Hillary Clinton , ha dejado abiertas dudas que Donald Jr. tendrá que aclarar. También, se encuentran bajo la lupa de la investigación, Jared Kushner, yerno de Trump, por sus contactos con empresarios rusos antes de la elección, y el exdirector de la campaña electoral Paul Manafort, con un pasado de negocios opacos con empresarios prorrusos en Ucrania.

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