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Una cadena de errores, tras el accidente aéreo en Colombia

Afrontaron el final del viaje muy cortos de combustible, pero el aeropuerto no les dio prioridad para aterrizar

El avión no estaba diseñado para realizar viajes largos y con imprevistos Efe

Luis Díez Salgado

Nueva jornada negra en la aviación. Un avión con 77 personas a bordo se estrelló ayer martes cuando iniciaba la aproximación al aeropuerto de la ciudad colombiana de Medellín. El balance dejaba la cifra de muertos en 71.

A bordo de la aeronave viajaba la expedición del Chapecoense, un modesto club de fútbol brasileño que acudía a disputar la primera final de su historia contra el colombiano Atlético Nacional de Medellín. En la cabina se encontraban futbolistas, técnicos y directivos, periodistas y miembros de la tripulación.

El avión, que había despegado de Sao Paulo y había hecho escala en la ciudad boliviana de Santa Cruz, se perdió del radar después de que el piloto comunicara a los controladores un fallo eléctrico . Pocos minutos después, alrededor de las 22.15, hora local, se estrellaba en el paraje montañoso de Cerro Gordo, en el municipio de La Unión, muy cerca del aeropuerto José María Córdova del municipio de Rionegro, que da servicio a Medellín.

Los equipos de emergencia acudieron entonces al lugar. Lo escarpado del terreno dificultó enormemente su trabajo y el rescate de los supervivientes que se hallaron entre los restos del aparato. Debido a las condiciones meteorológicas, solo era posible acceder por tierra a la zona. Aún así, se consiguió recuperar las cajas negras .

A medida que se iban conociendo detalles del suceso, se sucedían las muestras de solidaridad. El presidente brasileño, Michel Temer, decretó tres días de luto oficial. Los Reyes de España enviaron un telegrama de pésame.

El vuelo era un chárter operado por la compañía boliviana Lamia. El avión, un Avro Regional Jet 85, un modelo de reducidas dimensiones . El que se estrelló ayer era el único que tenía operativo la aerolínea, especializada en el transporte de equipos de fútbol profesional.

El Chapecoense se vio forzado a viajar en él por una decisión administrativa que le impidió desplazarse en un chárter directo. A última hora, embarcó en Sao Paulo en un avión comercial de Boliviana de Aviación que lo llevó hasta el aeropuerto de Viru Viru, en Santa Cruz. Allí tomó al final el Avro de la muerte. La delegación del Chapecoense debió llegar el lunes tarde a Colombia procedente de Sao Paulo en un Airbus 320, pero la autoridad aeronáutica brasileña no lo autorizó y tuvo que hacer escala y subir a un avión que tiene una autonomía de vuelo mucho más limitada.

Protestas argentinas

Las causas del accidente se investigan ahora. La oficial Aeronáutica Civil colombiana reportó el problema eléctrico comunicado por el piloto, pero otras informaciones apuntaban a una posible falta de combustible como causa . Expertos británicos viajarán a Colombia para ayudar a esclarecer lo sucedido. También técnicos enviados desde Bolivia. La aerolínea aseguró que el avión había pasado todas las revisiones.

Se da la circunstancia de que en en él había viajado hace 18 días la selección argentina tras disputar un partido de clasificación para el Mundial de 2018. Fuentes de la Asociación del Fútbol Argentino contaron a «Clarín», que era «muy chico y muy precario» y se quejaron porque «se movía mucho, tenía ruidos por todos lados y los problemas de espacio eran evidentes».

Setenta y una personas fallecidas y seis heridos. Este es el balance provisional de una nueva jornada negra para la aviación, protagonizada por una aeronave que trasladaba a 77 personas desde Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) al aeropuerto de Medellín (Colombia). En el avión viajaba la expedición del Chapecoense, un modesto club de fútbol brasileño que acudía a disputar la primera final de su historia, de la Copa Sudamericana, contra el colombiano Atlético Nacional de Medellín. En la cabina se encontraban futbolistas, técnicos y directivos, periodistas y miembros de la tripulación.

La expedición del club de fútbol brasileño se vio obligada a viajar en el accidentado Avro Regional Jet 85 de la compañía boliviana Lamia, que fue construido por British Aerospace en 1999. Este cambio de planes se debió a que las autoridades brasileñas negaron el permiso por cuestiones administrativas al vuelo chárter que en un principio habían contratado para volar desde Sao Paulo a Colombia. Por ello, los jugadores y todos sus acompañantes se trasladaron en un vuelo regular desde Sao Paulo hasta la localidad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, para allí tomar el fatídico avión que les llevaría hasta Medellín.

El trágico accidente del Avro Regional pudo tener su origen en una cadena de errores, según informó Efe , que serán investigados por las autoridades aeroportuarias de Colombia y Bolivia, así como por técnicos brasileños y británicos. El primero, su escasa autonomía, demasiado ajustada para cubrir los 2.265 kilómetros que separan Santa Cruz de Medellín. Los protocolos de seguridad aeronáutica obligan a que las naves cuenten con combustible suficiente para llegar a destino, poder esperar en pleno vuelo para aterrizar o, incluso, trasladarse a aeropuertos alternativos.

Restos del fuselaje del RJ85, un avión diseñado para cubrir distancias cortas

El segundo problema pudo agravarse por esa supuesta falta de autonomía. En principio, cuando el Avro Regional Jet 85 estaba a tan solo 50 kilómetros del aeropuerto José María Córdova de Medellín su piloto informó de «fallos electricos», que al cierre de esta edición no habían sido especificados. El piloto pidió a la torre de control de Medellín prioridad para aterrizar, lo que le fue concedido. Sin embargo, minutos después, Medellín retiró esa prioridad al avión del Chapecoense brasileño, y se la concedió a una aeronave de la compañía Viva Colombia que había solicitado la misma prioridad para tomar tierra por otros problemas técnicos causados por una pérdida de combustible, informó Radio Caracol.

La denegación del aterrizaje provocó que la nave boliviana tuviese que dar durante 11 minutos otra vuelta tras descender más de 7.000 pies hasta situarse en los 15.000 pies. Tras circunvalar el Valle de San Nicolás dos veces, la torre perdió la comunicación.

Según el testimonio de una azafata superviviente, Jimena Suárez, cuando el capitán, un piloto con notable experiencia, fue consciente de que el aparato debía tomar tierra o estrellarse vació los tanques de la aeronave del combustible que le quedaba. Es la última precaución que toman los pilotos antes de intentar un aterrizaje de emergencia, para evitar que el avión estalle con el impacto. El aparato se estrelló contra el cerro El Gordo a las 22.15 hora local, muy cerca del aeropuerto José María Córdova.

Lo escarpado del terreno dificultó los trabajos de rescate de los seis supervivientes que se hallaron entre los restos del aparato, así como la recuperación de las cajas negras.

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