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Erdogan ante su único adversario posible: el deterioro de la economía turca

Con políticos opositores y periodistas críticos en la cárcel a la espera de juicio, el cada vez más evidente frenazo económico se alza como el único factor que puede menoscabar el poder del presidente

El presidente turco, en una imagen de archivo
Javier Pérez de la Cruz

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«Caída histórica de la lira». «La lira se desploma». «La lira pierde más valor». Son titulares a los que los turcos se habían acostumbrado durante las últimas semanas. La moneda turca estaba en caída libre y llegó a colocarse en 3,77 euros y 3,54 dólares. Era, efectivamente, un nivel récord. Con una campaña patriótica, pidiendo a los turcos que cambiaran sus ahorros a liras turcas y acusando a los especuladores de «querer derribar la economía turca», el presidente Recep Tayyip Erdogan ha conseguido frenar el desplome de la lira. No obstante, esta no es más que otra señal más del difícil momento que atraviesan las finanzas del país eurasiático.

«Para mí el principal problema de la economía turca es la nueva normalidad del bajo crecimiento», explica a ABC el economista Emre Deliveli. «Debido a su demografía, y muchos economistas respetados están de acuerdo en esto, Turquía necesita crecer al menos a un 3,5 o 4% para que el desempleo no se eleve». En cambio, las estimaciones para el crecimiento de la economía turca en 2016 se han ido reduciendo a medida que pasaban los meses. Primero el Gobierno revisó sus expectativas desde un 4,5 a un 3,2%, pero el último informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), va más allá y coloca la tasa de crecimiento de la economía turca en el 2,9%.

Con más de 140 periodistas críticos entre rejas, los colíderes del prokurdo HDP (Partido Democrático de los Pueblos) también en prisión preventiva y un partido de centro izquierda (CHP, Partido Republicano del Pueblo) incapaz de aumentar su apoyo popular, la economía es el único elemento que puede hacer sombra al poder del presidente Recep Tayyip Erdogan. Y a medida que las finanzas empeoran, el referéndum para definir si Turquía adopta un sistema presidencialista se acerca. El Gobierno se plantea convocar esta consulta, que podría aumentar las competencias de Erdogan, la próxima primavera.

Monopolio islamista

El islamista AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), cofundado por el propio Erdogan, lleva en el poder desde los últimos 14 años. Y ha sido precisamente en el enorme crecimiento económico que ha experimentado el país en esta época en el que Erdogan ha cimentado las victorias obtenidas elección tras elección. «El AKP no es inmune a los problemas económicos», señala Deliveli. «En marzo de 2009, en unas elecciones locales, el AKP registró uno de sus peores resultados electorales. En ese momento era cuando la crisis económica mundial estaba golpeando a Turquía y la inflación y el desempleo aumentaban».

El sector turístico, uno de los puntos fuertes de la economía turca, continúa todavía muy dañado a pesar de la reconciliación con Rusia. El número de turistas extranjeros en Turquía cayó en el mes de octubre un 25,8% en comparación con el mismo mes del año pasado. Y la industria también sufre. La producción industrial del país se redujo en septiembre un 3,8% en relación al mes anterior.

Además, el paro registra un crecimiento interanual del 1,2% y se coloca en el 11,3%, según el Instituto Nacional de Estadísticas. Ya antes del verano, en junio, el desempleo juvenil sobrepasó por primera vez la media europea de 18,5% para situarse en el 19,9%.

Con estos datos, el día 29 de noviembre, el primer ministro Binali Yildirim por fin pronunció por primera vez las palabras mágicas «crisis económica» pero solo para añadir inmediatamente después que se trata de una «fluctuación». No obstante, la inestabilidad política y social de Turquía, que incluye desde atentados terroristas a golpes de Estado y purgas masivas, ahuyenta la inversión extranjera. «Algunas de las medidas puestas en prácticas bajo el estado de emergencia están causando una gran pérdida de confianza en nuestra economía», aseguraba recientemente Cansen Başaran Symes, presidenta de la asociación empresarial TUSIAD.

En este sentido, los rifirrafes con la Unión Europea , cuyos europarlamentarios han llegado incluso a pedir la congelación de las negociaciones con Turquía para su adhesión, no benefician para la llegada de capital, según señalan los expertos. «Turquía no atrae inversiones, pero no me refiero a inversores internacionales. Ni siquiera los turcos, la inversión doméstica, están contribuyendo al crecimiento de la economía», remarca Deliveli.

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