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El empleo del Ejército contra los manifestantes desgasta aún más a Temer

El mandatario brasileño da marcha atrás ante la indignación provocada en círculos periodísticos y parlamentarios

El presidente brasileño, Michel Temer, antes de una reunión en Brasilia REUTERS

VERÓNICA GOYZUETA

La decisión del presidente brasileño Michel Temer de lanzar al Ejército sobre los manifestantes durante las protestas del miércoles contra su Gobierno, generó indignación entre especialistas y parlamentarios, y puede haber desgastado aún más la imagen de un mandatario que pende de un hilo. Presionado, Temer revocó el jueves el decreto que autorizaba la actuación de las Fuerzas Armadas en las calles de Brasilia hasta el 31 de mayo.

El decreto, que llevó 300 soldados de un batallón de artillería a las calles, sumados al operativo policial que ya bloqueaba los accesos a los edificios de Gobierno, está basado en una norma especial de Garantía de la Ley y del Orden (GLO), de 2004, que autoriza el uso de militares en funciones policiales cuando los recursos de la seguridad pública se ven desbordados. Ese tipo de acción fue usada por Dilma Rousseff durante las protestas del junio de 2013, cuando manifestantes provocaron un incendio en la sede de la cancillería, y para reforzar la seguridad durante los eventos deportivos, el Mundial del 2014 y las Olimpiadas del 2016.

Tras la ola de críticas, Temer informó a través de su ministro de Defensa, Raúl Jungman, de que se trataba de una decisión del presidente del Congreso, Rodrigo Maia. El parlamentario, que es un aliado clave de Temer, negó esa autorización y responsabilizó al mandatario por la orden, provocando una crisis entre poderes. La decisión fue censurada por varios parlamentarios, en una sesión tensa en el Congreso, y por el ministro de la Corte Suprema, Marco Aurelio de Mello.

La marcha, organizada por sindicatos, movimientos sociales y grupos de izquierda, era inicialmente contra las reformas, pero se convirtió en un acto por la renuncia del presidente, que está siendo investigado por corrupción. Según informaciones oficiales, había cerca de 50 mil manifestantes, mientras los organizadores contaban 200 mil. Durante las protestas se registraron focos de incendio y de depredación en ministerios y en la Catedral, obra del arquitecto Oscar Niemeyer.

Disparos de la Policía

Según el diario O Globo, el enfrentamiento comenzó cuando los manifestantes trataron de llegar a los ministerios y fueron recibidos a tiros por la Policía, que disparaba en dirección al suelo o al cielo. «Los manifestantes retrocedieron hacia el jardín central que divide los ministerios y los policías avanzaron», describe el diario que registró el momento en fotos y videos.

El diario «O Globo» difundió un video en que dos policías militares aparecen persiguiendo y disparando directamente contra manifestantes. El saldo de la violencia terminó con 49 heridos, ocho de ellos policías, que fueron llevados a hospitales de la capital. Entre los casos más graves estaba el de un hombre herido por arma de fuego, un joven que perdió la mano con un cohete pirotécnico, y otro, herido en el ojo izquierdo con riesgo de perderlo. Ocho detenidos fueron enviados a prisión por tenencia de drogas, de arma blanca, lesión corporal y desacato.

«En el momento de inestabilidad política en que nos encontramos si hay una víctima puede generarse una ola violencia peor aún», declaró a Globo el sociólogo Ignacio Cano. Otros especialistas consideraron que el Gobierno se precipitó, pues no parecía que la acción de la fuerza policial se hubiera agotado. Según Folha de São Paulo, varios asesores habían advertido a Temer de que esa decisión podría desgastarlo más aún.

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