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EE.UU. se dispone a castigar el comercio de China por no presionar a Corea del Norte

Plantea una nueva guerra económica contra Pekín que, según Trump, no hace lo suficiente para contener la escalada militar de Pyongyang

Un hombre contempla un reportaje sobre Corea del Norte en una televisión en Seúl AFP
Javier Ansorena

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Donald Trump sabe, como el mundo, que una solución para el problema de la creciente tensión con Corea del Norte requiere de la participación de China. Pero todavía ha sido incapaz de conseguir que el gigante asiático dé pasos decisivos contra el régimen de Kim Jong-un. Ayer por la mañana, el presidente de EE.UU. y su homólogo chino, Xi Jinping, mantuvieron una conversación telefónica para tratar la escalada de provocaciones y amenazas entre Pyongyang y Washington. En la llamada, Xi pidió a Trump que rebajara el tono para calmar las aguas y recomendó que EE.UU, y Corea del Norte eviten dar pasos que sigan aumentando la tensión, según informó el canal estatal de televisión CGTN. El líder chino defendió que el diálogo, las negociaciones y el acuerdo político son la forma de acabar con la escalada dialéctica y militar y comunicó «la voluntad de Pekín de mantener la comunicación con EE.UU para resolver de forma adecuada el problema nuclear en la Península de Corea», aseguró CGTN.

Trump, sin embargo, no parece dispuesto a rebajar la tensión. Al contrario, su plan es redoblar la presión contra China para que actúe de forma más decidida. Para ello, dejará de lado las palabras y atacará a China por una de sus principales fortalezas: el comercio con EE.UU. Según ha publicado «Politico», Trump anunciará mañana el comienzo de una investigación sobre supuestas violaciones de propiedad intelectual estadounidense por parte de China. La investigación la llevará a cabo Robert Lighthizer, máximo responsable de Comercio en EE.UU., y estará basada en la sección 301 de la Ley de Comercio de 1974. El inicio de una investigación no supone que se apliquen sanciones de forma automática contra China, pero sí podría culminar con un aumento de tarifas a los productos chinos. El plan cuenta con el apoyo de legisladores de los dos grandes partidos.

La naturaleza de la decisión contra intereses chinos y el momento en el que se produce dejan dos cosas claras: Trump está convencido de que China se aprovecha comercialmente de EE.UU. y, para colmo, no hace lo suficiente para contener las ansias militares de Corea del Norte. No siempre fue así. El pasado abril, la visita de Xi a la residencia de Trump de Mar-a-Lago fue vendida por el presidente de EE.UU. como un encuentro prometedor para las relaciones entre ambos países. «Creo que muchos de los grandes problemas desaparecerán», dijo Trump, que se felicitó por «el formidable progreso» en sus negociaciones. Pocos meses después, ese optimismo ha desaparecido. «Nuestros estúpidos líderes del pasado les permitieron ganar miles de millones de dólares cada año en comercio y sin embargo no hacen NADA por nosotros con Corea del Norte, solo hablan. No permitiremos que esto continúe, ¡China podría resolver este problema fácilmente!», protestó el mes pasado desde Twitter. Este jueves, volvió a insistir en la misma idea: «Si China nos ayuda, mi opinión sobre las relaciones comerciales es muy diferente».

China, mientras tanto, trata de mantener un difícil equilibro entre mantener su alianza con Pyongyang y no tensar más la cuerda con EE.UU. Pekín apoyó la última resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas del pasado fin de semana, que impone nuevas sanciones a Corea del Norte por sus ensayos balísticos. Sin embargo, considera que no se puede exigir a Pyongyang que detenga su escalada militar si EE.UU. y Corea del Norte no ponen fin a sus ejercicios militares conjuntos en la Península de Corea. La propuesta de China es que se retomen las conversaciones a seis partes -Corea del Norte, Corea del Sur, EE.UU. China, Rusia y Japón- que fracasaron en 2009. La beligerancia de Pyongyang hace que volver a esa mesa de negociación resulte imposible.

China ha asegurado que tiene «los mismos intereses» que EE.UU. en revertir la escalada nuclear en la Península de Corea. Sin embargo, se resiste a dar pasos que supongan la desestabilización o la caída de la dictadura norcoreana. China sigue siendo el máximo aliado comercial de Pyongyang y una quiebra del régimen de Kim le dejaría aislado en la región frente a una Corea unificada y un Japón aliados con EE.UU., además de una previsible emigración masiva de norcoreanos a su territorio.

En el plano militar, Pekín ha defendido que no irá al rescate de Corea del Norte si Kim decide atacar primero , como ha insinuado con un plan de lanzamiento de misiles sobre la isla estadounidense de Guam; pero también ha advertido que defenderá a Pyongyang si las hostilidades las inicia Washington.

Desde Corea del Norte, el régimen comunista ha hecho oídos sordos a los llamamientos de Xi a rebajar las tensiones. Ayer, el periódico estatal «Rodong Sinnun» anunciaba que 3,5 millones de norcoreanos habían expresado su voluntad de enrolarse o volver al ejército para hacer frente a la amenaza estadounidense.

En su retiro veraniego en su campo de golf en Bedminster (New Jersey), Trump aseguraba antes de hablar con Xi que «nadie quiere más una solución pacífica que el presidente Trump», para advertir de inmediato que «también podríamos tener una mala solución». Volvió a amenazar a Kim que si se le ocurre atacar Guam o cualquier otro lugar «se arrepentirá de verdad, y se arrepentirá pronto». ¿Contempla una guerra con Corea del Norte? «Creo que sabes la respuesta», respondió Trump a un reportero.

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