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Una crispada Austria se polariza en sus elecciones presidenciales

Los medios internacionales se vuelcan con el verde Van der Bellen y se ceban con el derechista Norbert Hofer

Los candidatos a las presidenciales de este domingo en Austria: el ecologista Alexander Van der Bellen (i) y el derechista Norbert Hofer, poco antes de comenzar un debate electoral elevisivo en Viena AFP
Hermann Tertsch

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Los austriacos acuden este domingo a las urnas por tercera vez en un año para elegir a su jefe de Estado . Lo hacen en un ambiente de gran polarización entre los partidarios del líder de los Verdes, Alexander Van der Be llen , y los del candidato del derechista FPÖ, Norbert Hofer . Las elecciones son a cara de perro como lo ha sido la campaña y, salvo sorpresas, será reñido el resultado. El ganador, sea quien sea, tendrá que hacer ingentes esfuerzos por hacer olvidar la larguísima campaña y conseguir convertirse en el jefe del Estado de todos los austriacos tras descalificar tanto a su adversario y sus gentes.

La polarización interna saltó a los medios internacionales que han descalificado a Hofer tanto como a Donald Trump en campaña. El clima político mundial ha hecho de las elecciones presidenciales austriacas otro examen crucial de la evolución política de Europa. Desde que se supo que serían ellos dos los rivales en la segunda ronda, Van der Bellen se convirtió en la prensa internacional en el candidato del «sistema democrático» , del consenso socialdemócrata y de la Unión Europea. Y Hofer pasó a ser el representante de la ola derechista que se abate sobre el continente, que sus adversarios llaman populista, que gobierna en diversos países del este vecinos de Austria y que pone en cuestión las estructuras y el funcionamiento de la UE.

Pero la vida política austriaca es más compleja que esa caricatura que se presenta en el exterior de lucha entre el buen profesor demócrata urbano de izquierdas y el ultraderechista montaraz y nazi de la oscuridad rural. Así, se da por hecho que el partido de Hofer, el FPÖ, va a gobernar con los socialistas o los populares muy pronto porque la gran coalición está prácticamente muerta. Y tanto el prestigioso presidente saliente Heinz Fischer como el canciller, ambos socialistas, ya se han manifestado en este sentido. No es la primera vez ni la última que se corteje a un partido en los salones mientras en la calle se le acusa de ser poco menos que un comando hitleriano.

Todos especulan sobre el efecto Trump sobre estos comicios

Este sábado, los partidarios de los dos candidatos hicieron sus últimos esfuerzos por la movilización que será la clave de la victoria. Todos especulan sobre el efecto Trump sobre estos comicios. Nadie sabe si animará a los austriacos a dar el salto y mostrar toda la insatisfacción y sus ganas de cambio votando a Hofer. O si reforzará a quienes ven en la derechización una peligrosa tendencia siempre cargada de sombras del pasado y votara al frente de continuidad que viene a presentarse como poco menos que «fuerzas antifascistas».

Los medios internacionales han acudido como siempre en estos casos a buscar historias de nazismo en Austria . Y algunos hablaban de «gran alarma por la amenaza del nazismo». Esto no es una exageración. Es una mentira. Lo demostró este sábado la asistencia a la manifestación contra el nazismo frente al Palacio Imperial de la Hofburg. Tuvo doscientos participantes, según los organizadores y cien según la policía. Parte serían sin duda periodistas extranjeros.

Las elecciones presidenciales habían sido en Austria de guante blanco desde el final de la II Guerra Mundial. Y nadie podía esperar una batalla de lodo como la habida. En parte ha hecho recordar la excepcional campaña de Kurt Waldheim en 1986, cuyo caso era muy distinto, porque él de hecho había intentado ocultar con mentiras su servicio como oficial en una unidad militar notoria por sus crímenes de guerra en los Balcanes.

La actual campaña no tenía nada que ver porque ambos candidatos son nacidos mucho más tarde y ninguno de los dos tiene un pasado del que avergonzarse. Si exceptuamos quizás el fugaz paso de Van der Bellen por una organización comunista en su juventud. Él es hoy un profesor jubilado, hijo de refugiados llegados al Tirol durante la guerra, un izquierdista, ahora en su vejez moderado y tranquilo, que ganó por 30.000 votos las elecciones de mayo anuladas por defecto de forma . De haberse enfrentado a algún gris candidato democristiano habría vencido probablemente con facilidad y nadie se acordaría del presidente austriaco, cuyas competencias son representativas e institucionales.

Como siempre en un enconamiento electoral, se vertió todo el discurso que acusa de nazi al FPÖ contra Hofer, un ingeniero aeronáutico nacido en 1971, vicepresidente del parlamento, y jamás conocido por ninguna actividad relacionada con el nazismo . Pero una vez más el nazismo demostró ser un tema imbatible para que el mundo adquiera interés por Austria y pronto estaban los periódicos en toda Europa y Estados Unidos haciendo un retrato de Hofer como si fuera poco menos que un veterano de las SS.

Partido de la protesta

El FPÖ que es un partido de derechas en el que convive el elemento liberal en el terreno económico con el talante nacional y que dependiendo en que región tiene más peso una línea o la otra. Lo que sucede es que el FPÖ se ha convertido , tras tres legislaturas consecutivas de gran coalición entre SPÖ y ÖVP, en el partido de la protesta contra el sistema y el consenso socialdemócrata en Austria y la inmensa mayoría de la juventud siente más simpatías por este partido que por cualquier otro incluidos unos Verdes tan envejecidos como los socialistas.

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