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La comunidad internacional lanza un ultimátum a Birmania por la dramática situación de los rohingyas

Bangladesh trata de poner coto a la avalancha de refugiados. Suu Kyi denuncia que la crisis se está viendo agravada por la difusión de «información manipulada»

Llegan a Bangladesh más de 400.000 rohingyas que huyen de la limpieza étnica en Birmania Vídeo: ATLAS

AGENCIAS

La líder de facto birmana, Aung San Suu Kyi, tiene "la última oportunidad" de detener la ofensiva armada que ha obligado a centenares de miles de rohingyas –etnia musulmana– a huir de la violencia, dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. En unas declaraciones a la BBC divulgadas ayer, Guterres afirmó que, si la Nobel de la Paz no actúa, «la tragedia será absolutamente horrible», después de que más de 400.000 rohingyas huyesen a Bangladesh de la violencia en Birmania, país de mayoría hindú.

Según el secretario general de la ONU, la líder de facto tiene la última oportunidad de detener la ofensiva durante un discurso que tiene previsto hacer al país –y al mundo– mañana.

«Si ella no revierte la situación ahora, entonces creo que la tragedia será absolutamente horrible, y desafortunadamente no veo cómo esto pueda modificarse en el futuro», añadió Guterres, quien consideró que se debería permitir a los rohingyas volver a casa. Birmania ha indicado que su ofensiva militar en el territorio de los rohingyas responde a unos ataques del mes pasado por parte de militantes secesionistas de esa etnia en el norte del país.

Limpieza étnica

La ONU advirtió de que la ofensiva armada puede ser considerada como «limpieza étnica». Los más de 400.000 rohingyas llegados a Bangladesh huyendo de la violencia de Birmania se han instalado en superpoblados campamentos improvisados, mientras las autoridades bangladeshíes imponen restricciones a sus movimiento s.

La Nobel de la Paz birmana, que finalmente no asistirá a la sesión de la Asamblea General que arranca hoy en Nueva York, ha justificado hasta ahora el conflicto por la situación interna creada por el movimiento armado rohingya, que llevó a cabo uno de sus mayores ataques contra la Policía birmana el pasado 25 de agosto. Suu Kyi denunció que la crisis se está viendo agravada por la difusión de «información manipulada» sobre las operaciones del Ejército birmano, que en última instancia favorecería a los terroristas.

Respuesta militar

La respuesta militar a aquel ataque ha sido, según Amnistía Internacional, desproporcionada, al tratar a toda toda una población como enemiga. La información que llega del terreno describe la muerte de civiles y pueblos enteros quemados hasta los cimientos, según esta entidad. El gobierno de Suu Kyi ha declarado que al menos 400 personas han muerto hasta la fecha y ha afirmado que la mayoría de ellas eran «terroristas». También ha habido denuncias de actos violentos cometidos por grupos armados rohingyas contra civiles de otras minorías étnicas y religiosas.

Hace un año, la líder birmana prometió en la tribuna de la Asamblea General de la ONU «defender los derechos de la minoría rohingya». Este año, Suu Kyi ha decidido no acudir a Nueva York –a pesar de que Birmania será uno de los grandes asuntos de la Asamblea– y dará mañana tan solo un discurso desde la capital administrativa de su país. No hay expectativas de que vaya a cambiar el tono de defensa de las acciones del Ejército que ha mantenido desde el estallido de la crisis.

El Ejército birmano ha llevado a cabo la mayoría de los actos violentos contra los miembros de esta etnia minoritaria. Goza de cierta independencia respecto del gobierno civil y no rinde cuentas ante los tribunales civiles. El Ejército tiene, según Amnistía Internacional, un historial de violaciones de derechos humanos contra los rohingyas y otras minorías étnicas y religiosas en Birmania.

Aung San Suu Kyi, consejera de Estado de Birmania, no reconoce las informaciones sobre los abusos militares y según diversas asociaciones civiles no está reduciendo las tensiones. Este mes, su gobierno acusó a los trabajadores de ayuda humanitaria internacional presentes en el país de brindar apoyo al grupo armado rohingya, lo que ha suscitado temor por su seguridad. Asimismo, ha desoído los llamamientos realizados por Naciones Unidas y diversos líderes mundiales a intervenir para abordar la situación en el estado de Rajine.

Según la ONU, cerca de 150.000 rohingyas huyeron a Bangladesh durante las dos primeras semanas de crisis, y están llegando más. Las personas que llegan están heridas, hambrientas, traumatizadas y necesitan con urgencia ayuda humanitaria , como alimentos, cobijo y atención médica.

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