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El barrio de negocios y los suburbios, las dos caras de París

En el distrito financiero se inclinan por Macron; en la «banlieue» temen la victoria de Le Pen

F.J. Calero

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Un centro comercial de la barriada Las 3.000, en el norte del suburbio parisino Aulnay-sous-Bois , presume de que una de las estrellas de la selección francesa de fútbol creció allí antes de triunfar. « Moussa Sissoko . Habitante de la Rosa de los Vientos de 1989 a 2001» posa sonriente, con la casaca de los «Bleus» y gritando «Merci» al viandante. La cité de Las 3.000 , donde los hijos de la inmigración son mayoría, fue el escenario de las violentas protestas de 2005 , cuando el sordo bullir de pobreza, desigualdad y falta de oportunidades para la juventud, alimentado durante décadas, terminó por estallar con una oleada de coches quemados en la periferia francesa. Esta barriada, levantada en 1969 para los obreros de Citroën , que «importó» decenas de trabajadores provenientes de África, se destiñó y degradó año tras año. Hace dos meses, otro estallido de rabia sacudió Aulnay-sous-Bois por la presunta violación sufrida por un joven negro de 21 años llamado Théo , de Las 3.000, en un rifirrafe con la policía francesa.

«Formo parte de esa población que viaja mucho, que se aprovecha de la globalización. Y una parte de la población está excluida»

En La Défense todo es vidrio y acero , con vistas a una gran plaza presidida por un espectacular arco de diseño contemporáneo, un símbolo más de la Francia rica y universal que, según apunta el banquero, votará en su mayoría por el exministro y hombre de Rothschild, Emmanuel Macron , o por el líder de Los Republicanos, François Fillon . Un grupo de militares fuertemente armados patrulla la calle.

¿Es normal esto? «No exactamente. Hace dos años eran patrullas de tres, hace unos meses pasaron a cinco y ahora a siete en La Défense», explica.

Claire Carroué, doctoranda en Estudios Urbanos, ha vivido varios años en Versalles , un barrio acomodado próximo donde suelen residir los empresarios que trabajan en La Défense. «Sí, creo que Aulnay y Versalles son dos microcosmos distintos. Prácticas y modos de vida totalmente diferentes y al mismo tiempo con cosas en común: todos somos franceses », añade. Para Nicolas Grimaldi, profesor emérito de Filosofía de la Sorbona, son dos pueblos, dos culturas, dos maneras de vivir, dos ritmos completamente distintos que apenas se puede entender que sean dos barrios del mismo París . En esta campaña electoral vemos que «el pueblo está a punto de levantarse».

En Las 3.000, con bloques uniformes y aburridos, señoras veladas eligen ropa de los puestos de un mercadillo lleno de percheros con túnicas de colores alegres. Varios hombres conversan sobre el reciente atentado en los Campos Elíseos y la seguridad. «¿Más policías? No por favor, mira lo de Théo (presuntamente violado por un policía con una porra). Se pueden pedir los papeles de otra forma, no se puede llegar hasta ese punto», dice Karim, de origen argelino y con dos hijos adolescentes. No puede votar porque no tiene la nacionalidad, pero vive desde hace años en el barrio. Teme que a sus hijos adolescentes les metan «ideas malas» en la cabeza .

De este barrio procedía precisamente la mujer radicalizada que murió junto a los atacantes de Bataclan en la intervención policial en un piso refugio de Saint-Denis. «Hasna Aitboulahcen vivía por aquí, estaba loca. No podemos culpar a todo el mundo por lo que hizo esa tía».

«El racismo sutil de no aceptarte en un trabajo o que te digan que no vales para estudiar duele más que te griten negro»

Los jóvenes de los suburbios pobres de Francia, la «banlieue», votaron por el presidente François Hollande en 2012, que prometía frenar el desempleo. Pero el entusiasmo de hace cinco años ha dado paso a la decepción. Durante varias semanas, en febrero y marzo, las calles del barrio estallaron en unas protestas llenas de ira tras la presunta violación de Théo , en las que fueron detenidas más de 200 personas.

El presidente Hollande visitó al joven en el hospital, pero poco más se ha hablado de los suburbios en campaña. No hay soluciones fáciles para un problema con profundas raíces de desigualdad y que, además, no da apenas votos: los habitantes de los suburbios se han desencantado de la política. Lamence recuerda el caso de Manuel Vall s, ex primer ministro del Partido socialista, cuyo candidato no aparece en las quinielas para la segunda vuelta. «Mis compañeros y yo le ayudamos en Evry, donde fue alcalde, al principio le acogimos y le apoyamos. Por el camino, cambió con nosotros, cambió con todos en su objetivo de emular al presidente Sarkozy y se ha comportado como él con los suburbios tratando de sacar votos con su línea dura en seguridad ; pero no le ha salido bien».

En el barrio, lleno de inmigrantes, hay cierto miedo a la ultra derecha de la candidata Le Pen, pero tampoco ven otras opciones. «¿Miedo a la ultraderecha? Sí, pero no solo al FN sino a la izquierda y derecha que sigue su agenda de golpear a los suburbios, a los inmigrantes, o franceses de origen distinto. No hay una sola verdad, hay que estudiar las cosas, hay delincuentes, sí, pero nosotros somos los primeros en sufrirlos».

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