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Bannon se queda solo en su revolución

La ruptura con Trump provoca la estampida de aliados del activista de la ultraderecha y siembra dudas sobre su futuro capital político

Bannon durante una reciente campaña a favor de Roy Moore en Alabama Reuters

JAVIER ANSORENA

Las críticas explosivas de Steve Bannon a Donald Trump y su familia en un nuevo libro han provocado un terremoto político en EE.UU. de consecuencias todavía difíciles de calibrar. El que fuera la mano derecha del presidente de EE.UU. en la campaña electoral y en sus primeros meses en la Casa Blanca ha visto cómo aliados clave -financieros y políticos- de su agenda ambiciosa nacionalista le han dado la espalda por su ruptura con el jefe. La revolución contra el «establishment» republicano -las mismas ideas en las que basó la campaña de Trump- que ha alentado tras su salida de la Casa Blanca el pasado verano está ahora más en peligro que nunca.

Poco después de que la prensa recogiera alguna de las revelaciones de Bannon en «Fire and Fury: Inside the Trump White House» , del periodista Michael Wolff , el gurú del ultranacionalismo estadounidense aparece más abandonado de lo que se creía. En el libro, Bannon insulta a dos hijos de Trump - Donald Jr. e Ivanka -, califica de «traidora» la reunión del primero con agentes rusos en la Torre Trump durante la campaña, retrata a un presidente electo inseguro y aterrorizado por su victoria electoral y da detalles sobre la inconsistencia de su mandato, como el hecho de no nombrar al diplomático John Bolton como asesor de seguridad nacional porque tenía bigote.

La defección más clara -y más importante- es la de Rebekah Mercer, hija del magnate financiero Robert Mercer , considerada la donante más influyente del partido republicano y clave en el ascenso de Trump a al presidencia de la mano de Bannon. «No apoyamos sus recientes acciones y afirmaciones», aseguró Mercer en un comunicado, después de aclarar que «mi familia y yo no hemos tenido contacto con Steve Bannon en muchos meses y no hemos aportado apoyo financiero a su agenda política».

El distanciamiento entre los Mercer no solo es un problema para Bannon por el músculo financiero de sus exaliados. También porque están entre los principales accionistas de Breitbart , la plataforma de medios de la que Bannon es presidente y desde la que ha propagado con fuerza su mensaje antielistista y ultranacionalista. En su comunicado, Mercer aseguró que seguían «comprometidos» con su inversión en Breitbart, lo que abrió las sospechas sobre presiones para que Bannon abandonara la presidencia. Según «The Washington Post» , Mercer tuvo conversaciones con ejecutivos de Breitbart sobre un posible movimiento para forzar su salida, lo que abriría otra brecha en el movimiento ultranacionalista.

Además de Mercer, varios candidatos políticos republicanos que Bannon ha propulsado para luchar contra el «establishment» del partido conservador mostraron también su alejamiento del exestratega jefe de la Casa Blanca. Por ejemplo, Michael Grimm , candidato a senador por Nueva York en las elecciones legislativas de este año y que se ha mostrado muy cercano a Bannon en los últimos meses, aseguró que sus declaraciones en el libro «no tienen base» y que son «más que alarmantes». Danny Tarkanian, que intentará arrebatar el escaño de senador al también republicano Dean Heller en Nevada, también se distanció de Bannon. «Me metí en la carrera electoral antes de hablar o tener ninguna relación con Steve Bannon», dijo a «The New York Times». «Lo hice por mi apoyo a las políticas de ‘América primero’ del presidente Trump».

Disensiones

Eric Beach , asesor de Kelli Ward, una candidata a la cámara alta por Arizona que ha seguido al pie de la letra el credo de Bannon, asegura ahora que Bannon no ha tenido un papel central en la campaña y que la relación con la exmano derecha de Trump era limitada.

La estampida de sus aliados pone en entredicho la capacidad de Bannon de liderar la revolución anti «establishment» que prometió este otoño. Su salida de la Casa Blanca -poco después de la equívoca reacción de Trump a los disturbios raciales en Charlottesvill e - fue el episodio más evidente del abandono del presidente de la agenda nacionalista que había marcado. «La presidencia de Trump por la que luchamos, y ganamos, se ha acabado», dijo en aquel momento. Regresó a Breitbart y prometió redoblar la lucha contra las elites políticas. El primer objetivo de su revolución era acabar con Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado y símbolo, para Bannon, de un partido conservador que ha dado la espalda a los intereses esenciales de los estadounidenses y al que llama «panda de globalistas» con «odio total» al votante de Trump. Su plan era aupar, desde la enorme ascendencia de Breitbart entre las bases republicanas, a candidatos al Senado para las elecciones de este año que contribuyeron a forzar la salida de McConnell.

La victoria sorprendente de Roy Moore en las primarias de Alabama (aunque después, con todavía mayor sorpresa, perdió en la elección ante un demócrata) y la decisión de tres senadores del «establishment» de no presentarse a la reelección el año que viene se entendieron como un triunfo de Bannon. Su ruptura con Trump (ayer el presidente le colocó en Twitter un mote, «Chapucero Steve», después de atacarle con fuerza tras conocer el contenido del libro) pone esta revolución en entredicho. Se antoja como una apuesta arriesgada -dicen que el ego de Bannon es incluso superior al de Trump- en la que se definirá si las base inexorable de votantes de Trump pertenece al presidente o a su gran ideólogo y agitador.

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