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Austria lidera la línea dura en inmigración junto con Italia y el grupo de Visegrado

Se perfila rápidamente una nueva alianza en el seno de la Unión Europea para dar un contundente golpe de timón a la política de inmigración

El ministro del Interior, Horst Seehofer, y el canciller austriaco, Sebastian Kurz, durante una rueda de prensa en Berlín REUTERS
Hermann Tertsch

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El día de ayer volvió a demostrar que la inmigración es la cuestión principal hoy en la agenda europea y que tiene todo el potencial de conflicto para derribar gobiernos y provocar un choque entre alianzas de diversos países que ponga en jaque la propia Unión Europea. En algunos países, la posición partidaria del endurecimiento legal ya es absolutamente dominante mientras en algunas capitales y especialmente en Berlín, saltan chispas entre aliados. En Viena hay un gobierno que no tiene problemas de cohesión al respecto y que se beneficia de los éxitos de su jefe en el exterior. Porque el joven canciller austriaco, Sebastian Kurz , gana rápidamente posiciones y fuerza como cabeza visible de esa nueva alianza. De momento lidera ya con los ministros del Interior de Alemania, el bávaro Horst Seehofer , y de Italia, Matteo Salvini , el grupo que promueve un claro endurecimiento, un rápido retorno a la defensa de las fronteras y soberanía y lucha abierta contra los traficantes y contra las actividades de muchas ONG que se consideran colaboradores necesarios en las redes. Además se demanda la revisión de la Regulación de Dublín . La proclamación de este eje de Viena, Roma, Berlín, hecha por el propio Kurz, con el ministro alemán del interior ya era una declaración de guerra a la postura oficial de la Comisión Europea y ante todo a Angela Merkel, hecha en el corazón de Berlín.

El impulso a esta iniciativa por parte de la CSU hizo estallar ayer la crisis de coalición en Berlín. Y ya había voces que hablaban del fin de la coalición y nuevas elecciones. El enfrentamiento entre Seehofer y la jefa de su gobierno, Angela Merkel, alcanzó nuevas cotas de virulencia. El otro socio de la coalición el partido socialdemócrata SPD reaccionó alarmado y exigió a Merkel que discipline a su socio bávaro. Según el SPD «está e n peligro la Europa que conocemos». Esa es una frase que también repiten y asumen los partidarios de la línea contraria a la SPD, por diferentes razones. El ministro del interior, Seehofer, amenazó con romper la alianza parlamentaria si persiste en bloquear medidas de urgencia como son el rechazo en la propia frontera de la inmigración ilegal. Todos aquellos inmigrantes que hayan sido registrados en cualquier otro país deberían ser rechazados en la frontera, según la CSU. También el FDP de Christian Lindner exige «claras reglas para la inmigración» y habla de la necesidad de un giro general. El derechista Alternativa por Alemania observaba ayer con gusto el desarrollo de la guerra entre democristianos y deseaba a todos «buena suerte en las elecciones anticipadas».

Con este endurecimiento súbito de las posturas entre miembros fundadores en la UE como son Italia y Alemania, en la UE se forma rápidamente con los países del Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, Chequía y Eslovaquia) así como otros menores una muy considerable fuerza de oposición a la política defendida por la Comisión y por la canciller alemana, cada vez más sola. Viktor Orban y otros líderes del frente cada vez más amplio insisten en que no se trata de antieuropeísmo, sino de proteger a Europa de una situación que pronto pueda ser insostenible. Esta actitud cada vez tiene más eco y apoyo en las sociedades europeas con el consiguiente reflejo en los resultados electorales . Uno de los objetivos de mayor urgencia es el rápido y eficaz fortalecimiento de las fronteras exteriores con la financiación de campos de refugiados en países ribereños del Mediterráneo y el control de los buques de las ONG, muchas de ellas sospechosas de tener un sistema de recogida de inmigrantes coordinado con traficantes. El control eficaz de la fronteras exterior es la única posibilidad ya de impedir a medio plazo el restablecimiento de los controles en las fronteras interiores que acabaría con el espacio Schengen, una de las conquistas de la Unión Europa más valoradas por las sociedades que lo disfrutan.

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