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Alepo lucha por renacer de sus cenizas bajo el trauma del asedio

La retirada de los grupos armados anima la esperanza de reunificar la ciudad

Autobuses evacúan civiles del este de Alepo AFP

MIKEL AYESTARAN

Miles de estudiantes acuden un día más a sus clases en la Universidad de Alepo, mientras miles de civiles y combatientes esperan la reanudación de las evacuaciones de los barrios del este de la ciudad. Mohamed Zeino y Hamid Hamami acuden como cada día al campus para seguir con sus estudios de Economía. Desde el campus a la destrucción absoluta de barrios como Ashaar o Bustan Al Basha hay apenas cinco minutos en taxi. Cuando en el verano de 2012 los grupos armados de la oposición llegaron desde todo el cinturón rural y penetraron en la ciudad, el Ejército pudo contener el avance y mantuvo sus posiciones en los distritos occidentales, desde entonces se marcó una línea divisoria que, como un muro, ha dejado dos ciudades totalmente distintas . En el lado gubernamental se calcula que podría haber más de un millón de personas, en el otro se quedaron unas 250.000. El resto salió de Alepo para convertirse en desplazados o refugiados.

«Aquí hemos sufrido un cerco de meses, lanzamientos de morteros cada día y mucha gente ha perdido sus casas porque tuvieron que escapar cuando llegaron los terroristas», afirma Mohamed, que a acusa a los medios occidentales de «hablar solo de la otra parte: parece que nosotros no existimos. Informáis solo de la parte a la que apoyáis». A su lado, su compañero Hamid asiente, y quiere dejar muy claro que «nosotros no tenemos nada que celebrar, la tristeza es enorme por todos los muertos y la destrucción».

Antiguo esplendor

La Ciudad Vieja es historia, con la mezquita de los Omeyas en ruinas y todo el zoco reducido a escombros

La antigua capital económica del país tenía más de dos millones de habitantes y presumía de los mejores restaurantes y comercios de Siria, pero está hoy repleta de precarios puestos ambulantes por las calles. No hay electricidad , las comunicaciones no son fáciles y las únicas rutas de salida son estrechas carreteras secundarias que dan grandes rodeos para evitar zonas opositoras. La autopista que conectaba Alepo con Damasco y Turquía está cerrada y el aeropuerto internacional, también. Pese a que los barrios del este ya están bajo control del Ejército, en las afueras los grupos armados siguen presentes y la semana pasada derribaron un avión militar que intentó aterrizar para demostrar que todo estaba bajo control. No lo estaba. La Ciudad Vieja es historia , con la mezquita de los Omeyas en ruinas y todo el zoco reducido a escombros. La Ciudadela, que siempre permaneció en manos del Ejército, mantiene su majestuosidad, pero también ha sufrido daños debido al impacto de proyectiles. Cuatro años de guerra han borrado miles de años de historia.

Aspecto actual de la Mezquita de los Omeyas de Alep0 REUTERS

Miedo a cruzar la línea

Existe todavía miedo a cruzar al otro lado, a superar la línea marcada por los combates, pero poco a poco la población se aventura y se acercan a ver cómo está la zona oriental o a visitar sus propiedades allí. «De pronto nos despertamos una mañana y había estallado la guerra, no nos dio tiempo de nada, fue de repente, sin esperarlo», recuerda Dgwar Hamed, que estudia para dentista. En ese mismo verano de 2012 los opositores golpearon primero en Damasco y lograron avanzar hasta el barrio de Al Midan, muy cerca ya del centro, pero las fuerzas del Gobierno repelieron el ataque. Tras el fracaso en la capital, lo intentaron en Alepo , un lugar donde apenas había calado la oleada revolucionaria en comparación con otros lugares, y allí sí lograron establecer una importante zona de control que, con el apoyo de Turquía, mantuvieron durante cuatro años.

La parte oriental de Alepo necesita un plan de choque urgente porque es pura ruina

El sueño inicial era levantar aquí la capital alternativa a Damasco , pero este verano el apoyo turco se esfumó y en pocos meses las fuerzas que combaten junto al Gobierno sirio retomaron el control total. «Confío en que estos acuerdos de evacuación marquen el final de los problemas porque los grupos armados no tienen otra alternativa», piensa Dgwar, que el próximo viernes planea volver al barrio de Bustan Al Basha para ver si queda algo de la casa de sus padres. Todos saben que el saqueo es seguro, la duda es si el edificio seguirá en pie o no y los daños que pueda tener. Al comienzo de la guerra el Gobierno ayudaba a las familias con sus casas destruidas, pero en Alepo toda la parte oriental necesita un plan de choque urgente porque es pura ruina

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