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Los cinco grandes errores de Obama en Siria

Sus indecisiones han impedido siempre la intervención militar o la apertura de conversaciones de paz con todos los protagonistas

Los cinco grandes errores de Obama en Siria afp

francisco de andrés

John McCain , excandidato presidencial republicano y veterano de la guerra de Vietnam, definió hace días de forma contundente el dilema antimilitarista de Obama en Siria: «Esta Administración ha creado la confusión entre nuestros amigos, ha animado a nuestros enemigos, ha confundido un exceso de precaución con la prudencia, y ha sustituido los riesgos de la acción con los peligros de la inacción».

Estas son algunas de las decisiones más desconcertantes del presidente norteamericano desde el comienzo de la guerra civil en Siria hace más de cuatro años:

1 Amagar el golpe contra Assad y envainar

En 2013, dos años después del inicio del conflicto, Barak Obama anunció que el régimen de Damasco había traspasado una de las «líneas rojas» en el conflicto. Washington consideró probado que Assad había hecho uso de armas químicas en ataques contra los rebeldes que habían causado 1.400 víctimas civiles. En vez de pasar a la acción mediante un decreto presidencial, como estaba en su mano, Obama decidió que el ataque aéreo contra Damasco fuese aprobado por voto en el Congreso, adverso a los demócratas. Moscú propuso en ese momento una argucia —el compromiso de Damasco de destruir su arsenal químico—; el voto en el Congreso norteamericano no llegó a realizarse, y la amenaza de bombardeo se desvaneció.

2 Admitir en público sus dudas y perplejidades

En agosto de 2014, Barack Obama desconcertó a los representantes de la prensa mundial al afirmar que la Casa Blanca «aún no tenía una estrategia» para la guerra en Siria. Los asesores del presidente trataron de contener el daño, ideando varios contextos para justificar la afirmación de Obama. En vano.

3 Formar una «contra» inexistente

Pasado el verano de 2014, el presidente anunció su respaldo a la formación de una «oposición rebelde moderada» (no yihadista). El Pentágono se encargaría de instruir en países aliados vecinos de Siria una fuerza de «5.000 combatientes por año», con un presupuesto inicial de 500 millones de dólares. Hace días, el jefe del Ejército norteamericano en Oriente Próximo afirmó en el Senado de Estados Unidos que el plan había sido un fracaso. El general Lloyd Austin admitió que en la actualidad solo quedan en el terreno «tres o cinco» combatientes sirios formados por el Pentágono.

4 Una coalición anti-Assad de muchos y de ninguno

En septiembre del año pasado, Barack Obama anunció la puesta en marcha de una alianza militar con países árabes —el multilateralismo es una obsesión del presidente cuando aborda cuestiones bélicas— para bombardear posiciones del movimiento yihadista Estado Islámico en Siria. Se sumaron a la coalición cinco países: Arabia Saudí, Jordania, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Los bombardeos selectivos han corrido a cuenta casi exclusivamente de EE.UU. y no han servido para frenar el avance yihadista.

5 Entrar al juego de Vladimir Putin

Rusia informó hace dos semanas a la Casa Blanca de su disposición a unirse «por su cuenta» a los bombardeos contra Estado Islámico, como lo ha hecho Francia. Washington se mostró en un primer momento satisfecho, y pareció ceder en su apertura al diálogo con representantes del régimen de Damasco si se establecía la necesidad de la salida de Assad. La breve luna de miel ruso-norteamericana se desvaneció cuando Moscú empezó a bombardear bases rebeldes no yihadistas, apoyadas por Washington.

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