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César, el fotógrafo que retrató la máquina de torturar y matar del régimen sirio

El próximo 7 de octubre se publica en Francia un libro que relata los dos años que trabajó tomando imágenes de los muertos en las cárceles de Bashar al Assad

César, el fotógrafo que retrató la máquina de torturar y matar del régimen sirio reuters

abc.es

«Soy César. Solía trabajar para el régimen sirio, era fotógrafo para la policía militar en Damasco. Voy a contarles cómo era mi trabajo antes de la sublevación y durante los dos primeros años, pero no puedo revelarlo todo porque tengo miedo que el régimen pueda reconocerme a través de los detalles. Soy un refugiado en Europa. Temo que me encuentren y me eliminen, o que se venguen en mi familia».

Estas escalofriantes palabras pertenecen a uno de los hombres más buscados por los medios de comunicación e, imaginamos, que por el régimen de Bashar al Assad (actualmente vive en Francia bajo protección). Su delito ha sido el de haber recopilado y sacado de Siria alrededor de 55.000 documentos gráficos que reflejan las torturas a las que han sido sometidos durante los últimos años aquellos que se han opuesto al régimen de Al Assad. Unas imágenes que son difíciles de mirar por su crueldad. Son miles de cadáveres, con señales de tortura, que durante dos años ha fotografiado César, que prefiere preservar su verdadera identidad.

Su historia ha sido contada por la periodista francesa Garance Le Caisne , en el libro «Operación César, en el corazón de la máquina de la muerte siria» que saldrá a la venta el próximo 7 de octubre, y del que «The Guardian» ofrece un extracto .

Si bien ya se habló hace un año del Informe César (fue presentado al Consejo de Seguridad de la ONU en abril de 2014), donde se recopilaba toda esa información, no ha sido hasta ahora que ha adquirido más notoriedad. Esto ha ocurrido tras la decisión de Francia de hacer uso de este material -una vez verificado- para llevar a Al Assad ante la Corte Penal Internacional por crimenes contra la humanidad. Algo que coincide con el nuevo giro bélico en Siria (donde Rusia, pilar de Al Assad, ha comenzado a bombardear supuestamente a los yihadistas).

Garance Le Caisne , tras meses de búsqueda y de negociaciones, logró localizar a César, que ha vivido protegido por el Movimiento Nacional Sirio, un partido islamista moderado opositor a Al Assad. La periodista francesa reconoce que lo que la ha movido a esta persecución no ha sido el de lograr una exclusiva informativo, sino ofrecer al mundo un testimonio que deje al descubierto la verdadera realidad del régimen sirio.

En el texto, César explica en qué consistía su trabajo a las órdenes de la Policía militar siria, y como varias veces a la semana, junto a algún otro compañero, era llamado para fotografiar incidentes relacionados con el Ejército: suicidios, accidentes de tráfico, tiroteos, incendios... Reconoce que era un trabajo bastante popular a pesar de no ser de alto rango. «Muchos querían ser reclutados para hacerlo porque no era una actividad muy dura. Teníamos un trabajo cada dos o tres días, y podíamos utilizar o no el uniforme», señala. Llevaban a cabo su cometido sin la menor intromisión de las jerarquías. «Nuestro departamento era uno de tantos». En el suyo trabajaban alrededor de una docena de fotógrafos.

Manifestantes, no terroristas

Pero un día eso cambio. «Un compañero me dijo que ibamos a fotografíar algunos cuerpos de civiles. Él acaba de hace fotos a cadáveres de manifestantes en la provincia de Daraa (donde tuvo lugar la primera gran manifestación). Esto sucedió en las primeras semanas de la guerra civil, en marzo o abril de 2011. Llorando me dijo: "Los soldados han abusados de los cuerpos. Los han pisoteado con sus botas: ¡hijos de puta!". No quiso volver», recuerda César que le comentó su compañero.

Él, sin embargo, siguió con el trabajo y pronto se dio cuenta a lo que se refería su compañero: «Los oficiales me dijeron que los muertos eran terroristas, pero no era cierto. Eran solo manifestantes».

En su testimonio, César detalla cómo eran apilados los cadáveres y cómo se les identificaba, «al principio por el nombre después por un número». Tenía que fotografiarlos sobre el suelo. De frente, de costado, las piernas, la cara, el pecho, de cuerpo entero... Formaba parte de los informes militares para archivar su muerte. Una información que no debía trascender más allá de esos muros. Los cuerpos iban después a parar a una fosa común.

«Nunca había visto algo así. Antes del levantamiento, el régimen torturaba para obtener información; ahora los torturaban hasta matarlos. Vi marcas en los cuerpos de quemaduras hechas con velas, estufas... en la cara, el pelo. Algunos tenían profundos cortes, les habían sacado los ojos, roto los dientes, marcas de latigazos. Las heridas estaban llenas de pus, y se veían infectadas después de mucho tiempo sin tratarlas», relata César, quien confiesa que en alguna ocasión tuvo que parar de disparar su cámara para llorar. Después se lavaba la cara y continuaba.

Estaba aterrorizado por lo que veía, «pasaba tres o cuatro días sin comer». Se imaginaba que tal vez un día entre los cuerpos se podía encontrar «con el de mi padre, mis hermanos». César no pudo aguantar más y pidió ayuda a un amigo, Sami.

Pasar los controles con las fotos

«Varias veces a la semana le llevaba fotos a Sami. Cuando estaba solo en mi oficina hacia una copia de ellas y las metía en un pendrive que él me había dado. Siempre tenía miedo de que me pillaran. Cuando me marchaba, escondía el pendrive en mi talón o en el cinturón. De camino a casa, tenía que pasar por cuatro o cinco controles. Estaba aterrorizado».

Durante esos dos años (2011-2013), César estaba atrapado en el fuego cruzado . «Tenía miedo por si me capturaban los rebeles por trabajar para el régimen; y también si me descubría este por haber pruebas de las torturas. Mi vida estaba en peligro por ambas partes, y la de mi familia también».

La fuga de César de Siria fue organizada por el partido de la oposición, que fue quien contacto con él y le convenció para permanecer en el puesto para tomar las imágenes y tener pruebas de las aberraciones del régimen.

En la actualidad, vive en Francia, junto a su familia y bajo protección. Su trabajo servirá para presentar el caso ante la Corte Penal Internacional.

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