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El caos de Roma irrita al Vaticano

Un monseñor de la Curia revela a un imitador de Renzi que el Papa está enfadado por los intentos del alcalde Marino de utilizar su imagen

El caos de Roma irrita al Vaticano afp

ángel gómez fuentes

Los romanos están hasta el gorro de su alcalde, el médico Ignazio Marino , del Partido Democrático (PD), centro izquierda, porque no pueden soportar más el caos de la capital, donde abundan los baches, la suciedad, el tráfico enloquecido y una insoportable burocracia. Para colmo, en vísperas del Jubileo de la Misericordia, que comienza el 8 de diciembre, hasta el Papa está furioso con el alcalde, según ha revelado el obispo Vincenzo Paglia , presidente del Pontificio Consejo para la Familia, el ministro de la Familia. Ignazio Marino viajó a Filadelfia, dando a entender que había sido invitado por el Papa Francisco para asistir al Encuentro Mundial de las Familias. Marino apareció en primera fila en la celebración e insistió en ver al Pontífice, para utilizar esa imagen en su beneficio, algo que ha enfurecido al Papa. En un célebre programa de radio, con un imitador que se hizo pasar por el primer ministro Matteo Renzi, el obispo Paglia se desahogó hasta el punto de declarar: “El Papa está furioso con el alcalde, quien trata de buscar apoyos. Marino ha hecho la figura del estúpido en Filadelfia. Estas cosas hacen enfurecer al Pontífice y ponen un freno en la relación. Hay un problema de confianza”, dijo monseñor Paglia, convencido de que su interlocutor al teléfono era Matteo Renzi, a quien llegó a decir: “Eres bravísimo. Adelante de esta manera”.

Manipulación

El Papa Bergoglio ha lamentado, también últimamente, “sentirse utilizado” por personas que se dicen amigas y que “quizás no he visto más de una o dos veces en mi vida”. Esa alergia contra la utilización de su imagen y su disgusto contra el alcalde la mostró el Pontífice cuando le preguntaron si había invitado a Ignazio Marino a Filadelfia: “Yo no he invitado al alcalde Marino. ¿Claro? He preguntado a los organizadores y ellos tampoco lo invitaron. Él se profesa católico y vino espontáneamente. ¿Está claro, no?”, concluyó Francisco.

Nadie le discute a Marino que es un hombre honesto y nada tiene que ver con el enorme escándalo de corrupción conocido como “Mafia Capital”, con decenas de detenidos, incluidos empresarios y políticos, dañando la imagen de la Ciudad Eterna. Tampoco se le puede hacer culpable de todos los males, pues heredó una ciudad muy mal administrada por su antecesor, Gianni Alemanno, indagado en el escándalo “Mafia Capital”. Hubiera bastado muy poco para que Ignazio Marino hubiera superado la gestión de Alemanno, pero la verdad es que no cuenta con ninguna simpatía entre los ciudadanos de Roma.

Ni siquiera ha sabido escoger su equipo de asesores . Por ejemplo, el responsable de Transportes, Stefano Esposito, al ser nombrado, se jactaba de no conocer cómo funcionaban los servicios de transporte en la capital, al tiempo que se declaraba un hincha ultra de la Juventus, con desprecio a los colores del club romanista: “Muchas veces he gritado “Roma mierda””, declaró el consejero, irritando a los romanos. Pero no solamente los habitantes de la capital están rabiosos con su alcalde, sino que también es grande el malestar en su propio partido. Para nadie es un secreto que el primer ministro y secretario del PD, Matteo Renzi, desearía ver a Marino lejos de la alcaldía, pero tendrá que esperar y aguantarlo otro año, hasta que acabe el Jubileo, porque echarlo antes dañaría la imagen de la ciudad.

Se explica así, con el caos diario que se vive en Roma, la antipatía que despierta el alcalde entre los habitantes de la Ciudad Eterna , hasta el punto de considerarlo un marciano. Un célebre cómico, Maurizio Crozza, que utiliza a menudo la figura de Ignazio Marino para sus bromas, ha dicho que, al descubrirse que hay agua salada en Marte, ahora se podrá comprobar si hay vida: “Mandemos a Marino a Marte, si ninguno se lamenta, eso quiere decir que no hay vida. Incluso si hubiera una bacteria, pediría su dimisión”. Bromas aparte, es evidente que con Roma metida ya prácticamente en "año santo", hay preocupación en muchos sectores porque la Ciudad Eterna debe realizar todavía un gran esfuerzo para cambiar el clima y su imagen ante la llegada de unos 30 millones de peregrinos para el Jubileo.

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