Palestina entrega pruebas de crímenes de guerra de Israel al Tribunal Penal Internacional

El frente diplomático se complica para Israel . Después de la denuncia de crímenes de guerra cometidos en Gaza del último informe de la comisión de derechos humanos de la ONU –en el que también se acusa a Hamás de este tipo de delitos-, el estado judío se enfrenta ahora a la investigación del Tribunal Penal Internacional (TPI) .

«A corto plazo este paso supone el principio del final de la impunidad de Israel. A largo, llevará ante la Justicia a quienes han cometido crímenes de guerra», así resumió el político palestino Mustafá Barghouti la primera entrega de documentación que el ministro de Exteriores, Riad Al Malki, realizará al TPI. El diplomático entregará a la fiscal jefe, Fatou Bensouda, documentación sobre «crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos por Israel», según Barghouti, para contribuir a la investigación preliminar que ya ha abierto La Haya.

Esta documentación recoge información sobre la expansión de los asentamientos en Cisjordania, la guerra del verano en Gaza, la represión en Jerusalén Este y la situación de los prisioneros palestinos en cárceles israelíes. «Hemos recogido pruebas de delitos tan graves que nos parece que el TIP debe intervenir» , considera Barghouti, a quien la comisión creada por todos los partidos palestinos, incluido Hamás, eligió para presentar ante la prensa esta nueva medida.

Barghouti aseguró que el objetivo de recurrir al TPI es «proteger a nuestra población de la fuerza ocupante», pero desde Israel ya han adelantado que no piensan colaborar, como tampoco lo hicieron con la comisión de derechos humanos de la ONU. En este caso las autoridades israelíes argumentan que el TPI no tiene autoridad para investigar estas denuncias porque Palestina no es un estado reconocido.

El TPI es una etapa más del camino iniciado por el presidente Mahmud Abás en 2012 al lograr que Palestina adquiriera el estatuto de observador en Naciones Unidas y busca seguir ganando apoyos para su reconocimiento como un estado de pleno derecho. Firme detractor de la lucha armada, el presidente intenta conseguir presionar a Israel para que respete la legislación internacional y acabe con la ocupación, algo que ha sido incapaz de lograr en dos décadas de negociaciones estériles.