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Cadena perpetua por corrupción para Zhou Yongkang, exjefe de Seguridad de China

Juzgado en secreto por aceptar sobornos y revelación de asuntos confidenciales, es la mayor purga en el régimen desde el proceso a la viuda de Mao y la «Banda de los Cuatro»

Cadena perpetua por corrupción para Zhou Yongkang, exjefe de Seguridad de China reuters

pablo m. díez

En un juicio secreto celebrado en Tianjin, una megalópolis de la costa china cercana a Pekín, el anterior responsable de los aparatos de Seguridad del Estado, Zhou Yongkang, ha sido condenado a cadena perpetua por aceptar sobornos, abusar de su poder y revelar secretos oficiales. En un breve despacho, así lo ha anunciado este jueves la agencia estatal de noticias Xinhua, que también ha informado de que el Tribunal Municipal Intermedio Número 1 de Tianjin ha confiscado todo su patrimonio. Zhou Yongkang, que no recurrirá la sentencia, ha reconocido que aceptó sobornos por valor de 130 millones de yuanes (19 millones de euros) y se valió de su poder para beneficiar a cinco de sus aliados.

Zhou Yongkang , de 72 años, llevaba bajo arresto domiciliario desde el verano de 2013. Tras varios meses de especulaciones, el régimen confirmó en julio del año pasado que estaba siendo investigado por «serias violaciones de la disciplina», el eufemismo habitual para referirse a la corrupción. En diciembre fue formalmente detenido y expulsado del Partido Comunista, lo que allanó el camino para que la Fiscalía lo imputara el pasado mes de abril.

Entre los gravísimos cargos a los que se enfrentaba destacaban «la filtración de secretos del Partido y del país» y el cobro de «grandes cantidades de dinero y propiedades personalmente y a través de su familia». Según la prestigiosa revista «Caixin», su hijo, Zhou Bin, había acumulado una gran fortuna gracias a su influencia en el sector petrolero, el que Zhou Yongkang estuvo trabajando desde 1967 hasta 1998. Gracias a su poder, Zhou Bin compró un yacimiento de crudo por menos de 20 millones de yuanes (tres millones de euros) a la Corporación Nacional de Petróleos de China (CNPC), que dirigía su padre, y lo vendió por 550 millones de yuanes (83 millones de euros).

Además de recibir presuntos sobornos, Zhou Yongkang «abusó de su poder para ayudar a que sus parientes, amantes y amigos obtuvieran grandes beneficios de operaciones empresariales, lo que provocó importantes pérdidas en compañías estatales», detalló Xinhua. Y, demonizándolo más allá de lo económico, también fue acusado de «haber cometido adulterio con un número de mujeres y haberse aprovechado de su poder para conseguir sexo y dinero».

Como miembro del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista, del que se retiró en noviembre de 2012, Zhou Yongkang fue uno de los hombres más poderosos del país durante la época del anterior presidente, Hu Jintao, y actuaba como patrón de otros gerifaltes. Entre ellos destacaba su protegido Bo Xilai, condenado en septiembre de 2013 a cadena perpetua por corrupción y cuya esposa fue sentenciada a muerte un año antes –pero con la pena suspendida– por asesinar a su socio británico.

Rompiendo una norma no escrita del régimen, que impedía perseguir a antiguos dirigentes, el presidente Xi Jinping ha purgado a Zhou Yongkang tras suceder a Hu Jintao. Desde su caída en desgracia, todo aquel próximo a él, incluyendo seis de sus colaboradores, su hijo y su hermano, han sido detenidos por corrupción.

En marzo del año pasado, justo antes de la reunión anual de la Asamblea Nacional Popular –el Parlamento orgánico del régimen–, el periódico «Noticias de Pekín» informaba de que su hermano, Zhou Yuanqing, y su cuñada, Zhou Lingying, habían sido arrestados en diciembre de 2013. Además, su hijo, Zhou Bin, tuvo que regresar desde el extranjero para ser interrogado ese mismo mes, en el que también fue destituido uno de sus antiguos subordinados, el viceministro de Seguridad, Li Dongsheng. En febrero del año pasado cayó otro de sus aliados, el vicegobernador de la isla de Hainan, Ji Wenlin, mientras que en septiembre de 2013 fue apresado Jiang Jiemin, expresidente de Petrochina y de su firma matriz, la Corporación Nacional de Petróleos de China (CNPC). Precisamente, esta es la empresa estatal donde Zhou Yongkang cimentó su carrera al dirigirla entre 1996 y 1998.

En 2002 fue nombrado ministro de Seguridad Pública y, cinco años después, accedió al todopoderoso Comité Permanente del Politburó, donde se jubiló en 2012. En principio, se suponía que iba a relevarlo su protegido Bo Xilai, pero su caída en desgracia ha arrastrado a Zhou Yongkang porque aquel escándalo destapó el ostentoso nivel de vida de la «aristocracia roja» de China.

Aunque la investigación se ha centrado finalmente en la corrupción, algunos medios de Hong Kong y Taiwán habían especulado con que Zhou Yongkang incluso planeó un golpe de Estado con un atentado contra el actual presidente, Xi Jinping, antes de que ocupara el cargo. Pero nada de esto se sabrá porque, siguiendo con la opacidad habitual del régimen, la acusación de revelar secretos oficiales ha permitido un juicio a puerta cerrada.

La caída en desgracia de Zhou Yongkang supone el procesamiento contra el más alto dirigente político de China desde el juicio a la mujer de Mao, Jiang Qing, y la «Banda de los Cuatro» por los desmanes de la «Revolución Cultural» (1966-76). Además, es el mayor escándalo político desde el juicio a su protegido Bo Xilai. Como ambos eran aliados, su defenestración ha acabado salpicándole, desatando además una lucha soterrada entre las distintas facciones del Partido Comunista. Tradicionalmente, los mandatarios retirados eran considerados intocables, pero el presidente Xi Jinping ha lanzado una contundente ofensiva contra la corrupción que incluye, como propugna la propaganda, a «moscas y tigres». Sin duda, Zhou Yongkang es el mayor «tigre» que ha caído en sus redes.

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