Rostros e historias de Lampedusa
Piobbichi posa ante una de las pateras en las que llegaron inmigrantes y que decora el club O´Scia - luis de vega

Rostros e historias de Lampedusa

Un activista, un carpintero, una miss, un pescador jubilado y un sacerdote hablan con ABC de la relación de esta isla italiana con la inmigración

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  1. Francesco Piobbichi, activista (42 años)

    Piobbichi posa ante una de las pateras en las que llegaron inmigrantes y que decora el club O´Scia
    Piobbichi posa ante una de las pateras en las que llegaron inmigrantes y que decora el club O´Scia - luis de vega

    La llegada de embarcaciones cargadas de inmigrantes a Lampedusa marca desde hace más de dos décadas la vida de esta pequeña isla italiana de veinte kilómetros cuadrados y a poco más de cien kilómetros de Túnez. «Los habitantes están acostumbrados. No hay comportamientos xenófobos», comenta Francesco Piobbichi, activista de la organización Mediterranean Hope que regenta la iglesia evangélica y que facilita a los recién llegados el acceso a los servicios sociales y sanitarios. «Los emigrantes han colocado a la isla en el espacio global de la información», por eso hay gente que, más allá de las buenas playas, el clima y el mar, «vienen a ver la isla con cierta curiosidad, como ha ocurrido con un grupo de japoneses». Piobbichi conversa con ABC en uno de los cabos de Lampedusa, donde están adecentando para la próxima estación estival un chiringuito levantado en lo que antiguamente fue un búnker en tiempos de Benito Mussolini. El club O`Scia, que así se llama, está decorado con pateras en las que hace años llegaron grupos de inmigrantes a la isla. «Es nuestra forma de homenajearlos», señala el responsable mientras da una mano de pintura a la barra del bar.

  2. Franco Tuccio, artesano (48 años)

    Tuccio, en su taller con algunos de los objetos realizados con restos de naufragios de inmigrantes
    Tuccio, en su taller con algunos de los objetos realizados con restos de naufragios de inmigrantes - luis de vega

    Indignado por las tragedias, el artesano carpintero Franco Tuccio empezó en abril de 2009 a realizar objetos religiosos con los restos de las barcazas en las que los inmigrantes llegan a Lampedusa. Fue el mismo día que 300 personas murieron en el terremoto de L`Aquila y, al mismo tiempo, un naufragio sembró con decenas de cadáveres el litoral de Lampedusa. Los muertos en tierra fueron bien recogidos en el telediario, los del mar quedaron casi olvidados. «El mundo debe ahora ayudar a África y trabajar para que tengan un futuro. Allí hay recursos, cultivos, diamantes», piensa. La peculiar protesta de Tuccio no solo ha llegado en forma de exposición a alguna sala, sino que llamó la atención de los que prepararon el viaje del Papa Francisco a la isla en julio de 2013 para amplificar el grito de indignación de la Iglesia. Desde entonces es conocido como «el carpintero del Papa». Con un timón Tuccio realizó el atril; con restos de una barca en la que se salvó medio millar de inmigrantes, el cáliz, y el báculo también con restos de otro naufragio. El carpintero guarda como oro en paño la foto del saludo al Santo Padre, pero «tengo que enmarcarla todavía». Tuccio entiende que es un problema no solo de Italia, sino de toda Europa y cree que hay que «abrir corredores humanitarios» para los inmigrantes.

  3. Francesca Zucchero, miss y camarera (21 años)

    Zucchero posa en el restaurante L`Aragosta, donde trabaja, con su foto de Miss Lampedusa de 2011
    Zucchero posa en el restaurante L`Aragosta, donde trabaja, con su foto de Miss Lampedusa de 2011 - luis de vega

    Una camarera de melena rubia y ojos azules toma nota de la comanda y reparte los platos entre las mesas en el restaurante L`Aragosta de Lampedusa. Fotos suyas decoran el local, delante del puerto, en el que coinciden vecinos, reporteros extranjeros y agentes de las Fuerzas de Seguridad italianas. Los uniformados integran el operativo de vigilancia y rescate en esta isla convertida en principal punto de destino de los emigrantes sin papeles que salen de las costas del norte de África. La joven camarera es Francesca Zucchero, nacida en 1993 y aspirante a Miss Italia como representante de la isla en 2011, que como otros miembros de la familia ayudan a su madre al frente de un negocio que regentan desde hace décadas. «Me parece muy negativo que esta isla tan maravillosa sea conocida por la inmigración en vez de por sus playas y su turismo», señala. «Muchos turistas no vienen por miedo, cuando eso aquí no es un problema. Son personas como nosotros, solo nos distingue el color de la piel. Huyen de la guerra. ¿Y si estalla aquí una guerra un día y tenemos que irnos todos a África?». Pero Francesca reconoce al mismo tiempo que «estoy aquí por mi familia y mi restaurante, pero no hay vida para los jóvenes». «Me gustaría abrir mi propio restaurante, en Malta por ejemplo, y ser empresaria como mi madre y regresar a la isla para mi vejez».

  4. Giovanni Tuccio, pescador retirado (87 años)

    Tuccio conversa con ABC en el Hotel Mir Mar que regenta su familia
    Tuccio conversa con ABC en el Hotel Mir Mar que regenta su familia - luis de vega

    Giovanni Tuccio nació en Lampedusa en 1928. Y no lo esconde, añora tiempos pasados. Muestra sonriente su calendario de 2015, con una gran foto de Benito Mussolini. A sus 87 años, este hombre que fue pescador durante cerca de cuatro décadas es uno de los abuelos de la isla, donde apenas viven 5.000 personas. «Cuando yo navegaba no pasaba esto», cuenta refiriéndose a la llegada de miles de inmigrantes desde costas africanas. Sus recuerdos son la historia del lugar y conversa con ABC la víspera del 60 aniversario de su boda. Entre ellos cita al mítico cantante y actor italiano Domenico Modugno, intérprete de la cancion «Volare», nacido también en 1928 y muerto en su casa de Lampedusa en 1994. Ya antes un desgraciado suceso situó para muchos a Lampedusa en el mapa. Fue en 1986, cuando el dictador libio Muamar Gadafi atacó con sus aviones la isla sin causar víctimas. El objetivo fue una base estadounidense. Tuccio lo recuerda con ayuda de sus hijas, adolescentes entonces. «Apenas fueron cinco minutos, pero tembló toda la isla», señala Rosa sin dejar sus tareas en el hotel que la familia regenta en la cala Guitgia. «Los tiempos de la colonia eran mejores», señala para explicar que cuando Libia estaba bajo poder italiano en ese país había más orden no llegaban tantos inmigrantes. De nuevo se enorgullece de los tiempos del fascismo.

  5. Giorgio Casula, sacerdote (30 años)

    Casula en la nave central de la iglesia de San Geraldo de Lampedusa
    Casula en la nave central de la iglesia de San Geraldo de Lampedusa - luis de vega

    El joven Giorgio Casula, de 30 años, llegó en septiembre de 2012 a Lampedusa como vicario parroquial, trece meses antes de que un naufragio arrojara a la isla 366 cadáveres. «Qué tragedia, aquellos 366 cuerpos uno al lado del otro. La realidad superó a la ficción», se lamenta. «Hablamos de personas, de esperanzas, de historias, no de cosas...», prosigue mientras recuerda que en la historia Lampedusa siempre ha sido un lugar de acogida para barcos y pescadores sin importar de dónde venían ni quiénes eran. «Sean humanos», es el mensaje que envía directamente a los políticos, más preocupados por cerrar las fronteras que por salvar las vidas de los que huyen de las guerras, las dictaduras o el hambre. Casula se mueve entre los niños que acuden a recoger la ropa con la que van a hacer en los próximos días la comunión. De fondo, ensaya el coro de la iglesia de San Gerlando. «Esto es un río que no podemos parar. Una vez que están en el agua hay que acudir a ayudarles, abrir corredores humanitarios», dice el sacerdote refiriéndose a los inmigrantes. «¿Quién decide quién puede abandonar la pobreza?».

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