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Kalachi, un pueblo bajo el «virus» del sueño

Al menos 120 vecinos de una aldea de Kazajistán se han quedado dormidos durante varios días. Los expertos aún no han encontrado una explicación a este extraño suceso

Kalachi, un pueblo bajo el «virus» del sueño

ABC.ES

Kalachi, un pueblecito de 582 habitantes situado en el norte de Kazajistán, vive atemorizado ante la presencia de una extraña dolencia que ya han sufrido más de 120 vecinos. Esta enfermedad no genera sufrimiento ni dolor, pero sus consecuencias son muy temibles para todos: un sueño profundo que puede prolongarse hasta los seis días.

El sueño ataca por olas. En marzo, una pareja se quedó dormida, en septiembre del año pasado seis niños se «contagiaron» y en el último invierno 60 se durmieron. Según indican los medios locales, cuando estas mismas personas se despiertan sufren mareos, fatiga y aseguran no recordar nada. Algunos, incluso, dicen haber sufrido alucinaciones.

Cuando se produce alguno de estos casos, el paciente es trasladado a un hospital. Dos días después de despertar recibe el alta, ya que su salud no presenta ninguna anomalía. Por tanto, tampoco se pueden determinar las consecuencias de la enfermedad a largo plazo. «Durante la hospitalización la gente expuesta a la enfermedad presenta quejas idénticas: mareo, debilidad, pérdida de la coordinación y un estado de seimconciencia o pérdida de conciencia durante hasta tres días. Después de los primeros síntomas están confundidos y sufren inestabilidad emocional y desórdenes de memoria, que pueden durar varias semanas. En algunos casos, ocurren alucinaciones, particularmente en niños. Algunos se duermen repetidamente», explicó el jefe de Departamento de Geo-ecología y Geo-química de la Universidad Politécnica Tomsk de Rusia, Leonid Rikhvanov a «Russian Today».

Las teorías en torno al origen de esta enfermedad son variadas. Algunos echan la culpa a una posible contaminación de gas radón, que tendría su origen en una mina de uranio de una región cercana que está cerrada desde hace veinte años y que fue inundada con agua, lo que podría estar impulsando el gas hacia la superficie. Otros dicen que la aldea está bajo una gran cantidad de monóxido de carbono en el aire y que eso podría provocar las alucinaciones.

De momento, y hasta que no se encuentre una explicación, muchos vecinos han dejado sus casas y se han marchado lo más lejos posible para no caer en ese sueño profundo de varios días en el que, tras despertar, uno no recuerda nada.

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