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elecciones reino unido 2015

Samantha Cameron gana la campaña de las mujeres

La mujer del primer ministro británico es más popular que su marido y, al igual que las de Miliband y Clegg, participa en actos electorales

Samantha Cameron gana la campaña de las mujeres afp

luis ventoso

A menos de 20 días para unas reñidísimas elecciones generales en el Reino Unido , todo les vale a David Cameron y Ed Miliband para intentar desatascar su férreo empate, con ambos entorno al 34% de los votos. Entre sus estrategias no ha faltado la de hacer gala de vidas familiares armoniosas, dejando a las televisiones meterse literalmente en sus cocinas para intentar vender una improbable pero bien fingida «normalidad» (uno de los niños de Miliband, de cinco años, fue seguramente el que confesó la verdad cuando en uno de esos reportajes melosos se le ocurrió soltar que «papá está siempre al teléfono»).

La vida personal también vende y los gurús de las campañas lo saben y lo aplican. Ambos están casados con mujeres inteligentes y con personalidad: Samantha Cameron, de 43 años, (Gwendoline Sheffield de soltera) y Justine Miliband, de 44 años (Thornton antes del matrimonio). Las han incorporado a algunos actos electorales y algunos observadores noños denominan incluso «SamCam» a la campaña conservadora.

Cameron ha dicho alguna vez que Samantha es su «arma secreta». Podría ser cierto. Una encuesta de «The Daily Mail» ha revelado que es la más popular entre las esposas de los cuatro partidos principales. Ejecutiva de alto linaje y facciones amables, tiene una valoración del 38%, cinco puntos más alta que la del su marido el primer ministro, y ocho puntos por delante de Justine Miliband. La española Miriam González logra un 21%, con lo que supera muy de largo a su marido Nick Clegg, porque el líder liberal está desfondado, con una valoración de solo un 8%. Kirsten Farage, la valiente alemana que se ha metido a compartir matrimonio con el dirigente de UKIP , obtiene un 11%, cuatro puntos menos que su esposo Nigel y sus pintas.

Samantha Gwendoline Sheffield, pariente lejana de Lady Di, es una patricia inglesa de libro, hasta en sus ojos claros y el óvalo de su rostro. Es descendiente de Carlos II de Inglaterra (su marido también tiene remota sangre real, pero por una antepasada barragana de un monarca). Su padre era un noble que la crío en una finca de 300 acres en Lincolnshire, junto a sus siete hermanos. Su abuelo, un parlamentario torie. Sus padres se divorciaron, pero su madre volvió a emparejarse alto, con el Vizconde de Astor.

La mujer de Cameron, la primera dama más joven en 50 años, estudió en una escuela privada femenina y después Arte en la Universidad de West England. Es una profesional de éxito, que ya despuntaba cuando conoció a su marido. Se empleó en Smythson, una papelería par exquisitos de Bond Street, y como directora creativa allí durante 14 años ayudó a darle la vuelta a la compañía, ampliando su catálogo de artículos de lujo. Tras la llegada de su pareja al Gobierno ha optado por bajar el pistón en la empresa. Ahora acude dos días por semana, más bien como consultora.

Huelga decir que Samantha habla maravillas de «Dave»: «Era diferente a otros amigos que había tenido. Lo encontré fascinante. Era increíblemente divertido, interesante e inteligente». En campaña ha dado entrevistas y ha aclarado que «en mi opinión, David es, definitivamente, el mejor hombre para el trabajo» [de primer ministro]. Lo noticioso, claro, sería que dijese lo contrario.

Los Cameron, como buenos ingleses, son amigos de las vacaciones playeras en España y se dejan ver por restaurantes chic de Londres, como Chiltern Firehouse o Kitty Fisher’s, de un cuñado de ella y donde hay tres meses de espera por una de las seis mesas. Se conocieron porque Samantha era amiga de una hermana de David y se casaron en 1996, tras un romance toscano. Son padres de tres hijos y han pasado por una tragedia familiar, que los volvió más terrenales y cercanos al público. Su primogénito, Iván, nació con una parálisis cerebral profunda y epilepsia severa. Requería cuidados constantes y murió a los seis años, en 2009. «Realmente nunca lo superas, pero con el tiempo empieza a recordar más los momentos buenos», ha explicado ella, que lloró en público cuando su marido citó a Iván en su discurso en la convención conservadora del pasado otoño.

En general, Samantha ha mantenido un perfil público bajo en los años de Gobierno, dejándose ver mayormente por causas asociadas a algunas organizaciones filantrópicas, como Save the Children. Pero en campaña ha salido a sumarse a la causa.

Justine Thorton, la mujer de Miliband , es licenciada en Derecho por Cambridge y una abogada de prestigio en causas medioambientales escoradas a la izquierda (acaba de llevar un pleito por daños de la Shell en Nigeria). Es militante laborista de siempre y se resistió hace muy poco a abandonar su apellido de soltera para adoptar el de su marido. Una de sus preocupaciones es no ser una primera dama florero. Se empeñó en dar un discurso en una cumbre laborista, «porque no quiero que me conozcan solo por el vestido que llevo cuando habla Ed».

Justine es rubia, menuda, de pelo ralo, enérgica y con ideas propias. Fue actriz infantil en una comedia de situación televisiva. Es la nota curiosa de su pasado. En el caso de Samantha Cameron su única singularidad fuera de las convenciones es un enigmático delfín que lleva tatuado en su tobillo. La mujer de Miliband acaba de contar en una rara entrevista personal que se enamoró de él haciendo campaña a su favor. Su relato es puro Corín Tellado: un perro la mordió, Ed le vendó las heridas y lo hizo con tal tacto y atención que la rindió.

La posible primera dama laborista se ha quejado de «los ataques perversos» que a su juicio está sufriendo su marido. Una mofa sonada fue cuando recibieron a la BBC para un reportaje en su cocina, de una sorprendente austeridad, y luego se descubrió que tenían otra de lujo en el piso superior. «Estoy sorprendida de la tinta que han derramado el Kitchengate y el Baconbuttygate», comenta ella. El Banconbuttygate es el famoso vídeo viral de Miliband comiéndose un bocata de bacon con modales mareantes en un receso de su campaña de las europeas.

Justine asegura, como su oponente, que la vida familiar en su casa del Norte de Londres es «bastante normal». Y cuenta con un truco muy español: «Tres abuelos muy colaboradores que nos ayudan». De Ed dice que es un padrazo, que se ha inventado «dos ovejas de Yorkshire» para contarles cuentos a sus dos hijos de cuatro y cinco años. Lo cierto es que tanto Miliband como Cameron viven vidas medidas al minuto , pendientes de cada impacto mediático y con agendas enfermizas. Se llama política.

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