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Ustica: La tragedia áérea tras la que pudo estar la guerra secreta contra Gadafi

Un avión civil italiano cayó al Tirreno en 1980 cobrándose la vida de sus 81 ocupantes. Hoy se cree que fue derribado por cazas franceses en combate con los hábiles MIG libios

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guillermo D. OLMO

El 28 de junio de 1980, las redacciones de medio mundo se sobresaltaban. Un DC-9 de la Compañía Itavia caía a aguas del Tirreno cerca de la isla de Ustica . Había despegado menos de una hora antes del aeropuerto Guglielmo Marconi de Bolonia con destino a Palermo. No hubo supervivientes entre sus 81 ocupantes y al día siguiente los periódicos ya hablaban de un accidente y de un fallo estructural de la aeronave como la hipótesis de las autoridades.

Pero hubo quien no creyó una explicación oficial que pronto mostró sus lagunas. El periodista Andrea Purgatori, entonces un joven reportero del «Corriere della Sera», seguía el contencioso laboral que los controladores aéreos mantenían con el Gobierno. «Esa misma noche me llamó una de mis fuentes y me dijo “Andrea, ese avión no se ha estrellado, lo ha derribado un caza”», rememora por teléfono para ABC. El año pasado, treinta y tres años después de aquella noche negra, el Tribunal Supremo italiano confirmó en dos sentencias que el DC-9 cayó por la explosión de un misil aire-aire lanzado por un avión de combate extranjero cuya nacionalidad no pudo precisar.

Guerra aérea en la sombra

También ratificaba la responsabilidad del Estado italiano, que no cumplió con su obligación de defender su espacio áereo. Previamente, miembros de la cúpula militar habían sido acusados de entorpecer las pesquisas. Fueron altas instancias las que difundieron la falsa tesis del fallo estructural para ocultar una verdad mucho más incómoda.

Purgatori y otros especialistas dedicados al caso creen que aquella noche el cielo italiano vivió una batalla áerea secreta en la que cazas franceses de la base de Solenzara , en Córcega, se lanzaron contra aviones libios en un intento de eliminar a Muamar Gadafi, entonces temida bestia negra de Occidente, y que los franceses creían a bordo de uno de los MIG detectados por sus radares. Las defensas italianas permitieron una acción de guerra en la que los pasajeros de Itavia fueron daños colaterales. Por eso, sus máximos responsables echaron tierra sobre el asunto.

Daria Bonfietti, de 69 años, perdió a un hermano y preside la activa asociación de víctimas. Dice que el Gobierno de Matteo Renzi «se está moviendo mucho» ante París para obtener una colaboración hasta ahora inexistente. Renzi autorizó la desclasificación de los documentos del caso y el pasado junio, después de años de requerimientos ignorados, el Ejército del Aire francés autorizó la comparecencia de sus altos mandos ante los tribunales italianos.

Bonfietti recuerda que «ahora sabemos que el DC-9 cayó en una acción de guerra, pero nos falta quién lo hizo». También figuran entre los posibles responsables los EE.UU., que tenían a su Sexta Flota estacionada en aguas del golfo de Nápoles. Los estadounidenses tuvieron, por fuerza, que enterarse de lo que ocurrió aquella noche, si es que no tomaron parte en la lucha contra Gadafi. Pero la US Navy alegó que los sistemas de vigilancia de su portaaviones USS Saratoga estaban desconectados y negaron toda información al juez Rosario Priore, experto en terrorismo internacional que instruyó el sumario. Tampoco del radar de la Fuerza Aérea italiana en Poggio Ballone obtuvo datos Priore.

Piloto fantasma

La sombra de Gadafi planeó sobre la historia desde el principio. Pocos días después del desastre, ordenó a su embajada en Roma publicar una esquela en la prensa italiana. Apenas tres semanas después, el Ministerio de Defensa italiano informó del hallazgo de los restos de un MIG libio en el macizo calabrés de Sila . Aunque la investigación oficial lo atribuyó a un infarto del piloto, el avanzado estado de descomposición de su cadáver y marcas de proyectiles en el fuselaje llevaron a sospechar su participación en los sucesos de la jornada en que cayó el DC-9.

En noviembre el experto estadounidense, John Macidull, mostró en la BBC unas imágenes captadas por el centro de control del aeropuerto de Roma-Ciampino en las que se aprecia una aeronave no identificada que vuela junto al DC-9. Macidull cree que es el caza que lo atacó.

Pero tendrían que pasar decenios hasta que alguno de los conocedores de los secretos de aquel vuelo fatal situados en las altas esferas del poder rompieran su silencio. Así, en 2007, el expresidente italiano Francesco Cossiga hace una explosiva revelación: «Nuestros servicios secretos me informaron de que fueron los franceses, que sabían que el avión de Gadafi pasaría por esa ruta. La verdad es que se salvó porque el Sismi (antiguo servicio de inteligencia militar italiano) le avisó nada más despegar. Los franceses detectaron un avión detrás del DC-9 para ocultarse a los radares y lanzaron el misil».

«El misterio podrá ahora resolverse porque todos sus protagonistas han muerto»

Cossiga murió en 2010. Como sostiene el periodista Purgatori, uno de los motivos para pensar que el misterio podrá tanto tiempo después resolverse es que, como Cossiga, «todos sus protagonistas han muerto».

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