El naufragio de la vieja política griega
El primer ministro griego, Andonis Samarás, tras votar hoy en Pilos - afp
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El naufragio de la vieja política griega

Samaras, Venizelos, Papandreu... Las elecciones confirman el hartazgo ciudadano ante los recortes y relegan a una generación de dirigentes juzgados como incapaces para reflotar al país

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  1. Samarás paga la factura del rechazo a la troika

    El primer ministro griego, Andonis Samarás, tras votar hoy en Pilos
    El primer ministro griego, Andonis Samarás, tras votar hoy en Pilos - afp

    El derrotado primer ministro Andonis Samarás pagó el pato del hartazgo de los griegos ante una política constante de recortes y las promesas de una recuperación que se resiste a llegar a los hogares. Los electores han querido decir basta a la denominada austeridad económica con un puñetazo que impacta directamente en el ojo de Samarás y su Nueva Democracia.

    Incapaz de acelerar el retorno de un crecimiento que el ciudadano de a pie no percibe por ninguna parte, Samarás, veterano dirigente de la clase política tradicional, abandonará así casi seguro el poder después de una campaña electoral agotadora en la que ha terminado de perder la visión de ese ojo golpeado hoy en las urnas.

    Gris en el poder y gris en los actos electorales, el economista Samarás es una de las caras conocidas de los conservadores griegos desde la década de 1990. Ha sido el responsable de varias carteras ministeriales en diferentes etapas de la convulsa política griega y su cuentakilómetros como dirigente ha dado ya la vuelta.

    Con 63 años, Samarás llega hoy al final del camino iniciado en junio de 2012, cuando asumió las riendas de un país intervenido y empeñado hasta el tuétano por los errores propios y ajenos. Él ha reiterado una y otra vez que las cifras macroeconómicas ya empezaban a mostrar la mejoría derivada de la coherencia y rigor de su gestión y de los sacrificios del pueblo griego, pero es obvio que su discurso no ha calado en unos votantes que no han encontrado en sus despensas ningún reflejo de las curvas ascendentes de las gráficas que Samarás esgrimía una y otra vez en sus intervenciones.

    Ahora, a punto de ser liquidado su Ejecutivo, Samarás se despide. No ha desvelado aún cuál será su futuro, pero cuesta imaginar que una figura tan desgastada como la suya vaya a asumir el reto de liderar la oposición a la impetuosa Syriza en el Parlamento. Lo más probable es que se vaya.

  2. Venizelos, el ministro de las malas noticias preside el derrumbe del Pasok

    Evangelos Venizelos, se dispone a depositar su voto en un colegio electoral de Tesalónica
    Evangelos Venizelos, se dispone a depositar su voto en un colegio electoral de Tesalónica - afp

    Su corpulenta figura aferrada a su cartera de ministro de Finanzas yendo y viniendo de Bruselas siempre con malas noticias para los griegos se convirtió en la imagen típica de lo más negro de la crisis económica. Evangelos Venizelos era entonces el responsable de unas cuentas públicas imposibles de cuadrar por el nefasto legado del anterior gobierno conservador. Hoy es el candidato fracasado en las elecciones que han certificado el paso del histórico Partido Socialista griego, el Pasok, a la más dolorosa irrelevancia política.

    Venizelos, que pese a su apellido no tiene parentesco alguno con el que fuera héroe de la independencia griega, Eleftherios Venizelos, dejó el Ministerio de Finanzas para asumir la de Asuntos Exteriores en el nuevo Gobierno de coalición entre conservadores y socialistas que siguió a la caída del primer ministro Yorgos Papandreu.

    Pero aquel fue un proceso que sepultó todo el capital político de uno y otro, el de Venizelos y el de Papandreu. El Pasok se desgarró en una crisis interna que terminó con el segundo inventándose una nueva formación, el Movimiento de los Socialistas Demócratas, que también se ha estrellado en estas elecciones, y el primero como heredero de un liderazgo claudicante y tratando de resucitar a un muerto que sufría sus últimos estertores, el socialismo tradicional griego.

    Ahora, Venizelos intentará que su partido, que a duras penas tendrá que conformarse con algo más de una docena de escaños, se erija en actor a considerar si finalmente Syriza no alcanza la mayoría absoluta y necesita socios para gobernar en coalición. Pero, se mire como se mire, lo de Venizelos y su Pasok en estos comicios roza el cierre por derribo.

  3. Papandreu, el mandatario defenestrado que no supo cómo volver

    Papandreu, en una cumbre del G-20 en Cannes, cuando era primer ministro
    Papandreu, en una cumbre del G-20 en Cannes, cuando era primer ministro - reuters

    Yorgos Papandreu lo intentó hasta el final. Hijo del fundador del Pasok y nieto de un mítico dirigente liberal, el ex primer ministro griego es uno de los grandes perdedores de todos estos años de crisis en Grecia. Su defunción política se certificó ayer, cuando su nuevo partido el Movimiento de los Socialistas Demócratas no logró superar la barrera del 3% que le daría hueco en el Parlamento.

    En octubre de 2009, como líder del Pasok, Papandreu accedió al cargo de primer ministro y encontró bajo la alfombra y en los cajones de la administración unas cuentas públicas falseadas que fueron el desencadenante del primer rescate. Asumir aquel acuerdo y dar entrada por primera vez a la troika de acreedores en el país heleno fue el principio del fin no ya de Papandreu sino del partido que fundó su padre.

    Cuando se hizo evidente que las medidas acordadas con los socios europeos no bastaban para que Grecia saliese de la crisis, el país se vio obligado a un segundo rescate. Con nuevas condiciones, que pretendía ser algo más suave. Papandreu, con el Pasok ya hundido en las encuestas y el aliento de Syriza en el cogote, quiso empoderar al pueblo griego y propuso la celebración de un referéndum sobre las nuevas medidas. Aquella ocurrencia, así fue entendida en Bruselas, fue el principio del fin. Angela Merkel y Sarkozy le instaron a realizar a los griegos la verdadera pregunta: ¿quieren seguir en el euro?

    La presión de los mercados era feroz. Como ocurriría a los pocos días en Italia, el Gobierno descabalgó. Papandreu dijo adiós y dio lugar a una etapa tecnócrata. En las siguientes elecciones generales de mayo de 2012 ya se consumó la sustitución de el Pasok por Syriza como principal partido de la izquierda griega.

    Mientras el Pasok seguía su descomposición poco más se supo de Papandreu. Hasta que hace pocas semanas apareció rodeado de fieles para anunciar la creación de un nuevo partido que pretendía «cambiar de verdad» Grecia. Pronto las encuestas certificaron que la aventura terminaría sin alcanzar la orilla. Y las elecciones de hoy lo certificaron. Por debajo del 3% y fuera del Parlamento. Lo único que ha conseguido Papandreu en estas elecciones ha sido dividir todavía más el voto de su partido de siempre, un voto ya casi nostálgico. Un recuerdo de una Grecia que ya no existe.

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