Dos psicólogos han cobrado ochenta millones por diseñar las torturas de la CIA

Cuando Majid Khan, un paquistaní detenido durante tres años en prisiones secretas y luego transferido a la base de Guantánamo, se negó a probar alimento, sus captores le aplicaron «involuntaria alimentación rectal e hidratación rectal», de acuerdo con los documentos de la CIA revelados por el informe del Comité de Inteligencia del Senado.

En una ocasión, por la mañana le suministraron por el ano dos botes de Ensure, un nutriente líquido. Más tarde, para el almuerzo cogieron todo lo que había en la bandeja de comida y lo convirtieron en algo factible de ser introducido mediante un tubo por el recto. Así el humus del primer plato, la pasta con salsa de tomate del segundo y las nueces y pasas del postre fue todo ello batido y metido en el cuerpo de Khan por el recto.

La práctica, instruida por oficiales médicos de la CIA, no fue concebida como técnica de interrogatorio o para degradar al detenido, sino como medio para garantizar la alimentación de presos en huelga de hambre. Sin embargo, se trata de algo que no se realiza en ningún hospital del mundo, donde siempre se encuentran otras maneras de proporcionar líquido o alimento a pacientes que no quieren cooperar. Por lo demás, alimentar a alguien por el recto tiene pocas bases fisiológicas.

El resto de técnicas utilizadas, concebidas como instrumento de interrogatorio eran ahogamiento simulado, privación del sueño, confinamiento en cajas y simulacro de ejecución, entre otras.