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La novia holandesa del yihadista, ante la justicia

La joven fue rescatada por su madre del infierno sirio, donde se había unido a los terroristas del Estado Islámico

La novia holandesa del yihadista, ante la justicia

enrique serbeto

Los holandeses se enteraron la semana pasada de las peripecias de una madre llamada Monique, que ha logrado rescatar del infierno a su hija, una chica normal a la que «le gustaba salir y tocar el piano» y que, sin embargo, con sus 18 años recién cumplidos había decidido convertirse al islam, cambiar su nombre por el de Aisha, y partir en busca de Omar Yilmaz, un exmilitar holandés transformado en combatiente yihadista en Siria. La joven compareció ayer ante un tribunal de su ciudad natal, Maastricht, que decidió ampliar el periodo de detención preventiva para determinar qué puede hacer la ley ante un caso como este. Aisha quedó ayer «detenida como sospechosa de haber viajado a Siria con la intención de luchar con el Estado Islámico y cometer crímenes que amenazan la seguridad del Estado», según Sanne Mertens, portavoz de la Fiscalía de Maastricht.

Aunque su abogado asegura que la madre nunca llegó a pisar el territorio sirio sino que se mantuvo siempre en el lado turco de la frontera, su determinación para rescatar a su hija ha conmovido a la sociedad holandesa. La sombra de las atrocidades que han cometido los terroristas ha transformado el nombre de Siria en sinónimo de todos los horrores. Cuando Monique recibió una llamada de socorro de su hija, esta ya no tenía siquiera un pasaporte holandés en vigor que le permitiese cruzar la frontera para reunirse con su madre.

Aisha, que ahora tiene 19 años, se había enamorado de Yilmaz, cuando este empezó a aparecer en redes sociales holandesas mitificando la guerra santa en Siria, lo que le hizo tremendamente atractivo a los ojos de una adolescente en busca de autoafirmación. Yilmaz, de origen turco, tiene una larga hoja de servicios en el Ejército holandés y se vanagloria de enseñar a los yihadistas las prácticas militares aprendidas en su país de adopción.

Fenómeno en auge

Los gobiernos europeos tratan de afinar cada vez más sus medios para luchar contra este fenómeno, difundiendo en las redes sociales su propia «contrapropaganda» con mensajes de moderación o explicando quiénes son las verdaderas víctimas de la guerra y cómo se les puede ayudar. Un miembro de una célula de inteligencia antiterrorista de la Comisión Europea reconoce que este fenómeno de europeos o residentes en Europa que son captados por las redes del yihadismo «no disminuye, sino que más bien aumenta, y así será mientras se siga consolidando la causa del Estado Islámico».

Holanda es uno de los países con una estructura más desarrollada para afrontar este fenómeno, pero todo ello no le sirvió de nada a Monique cuando supo que su hija había llegado al frente de guerra en Raqqa, donde han tenido lugar algunos de los episodios peores del conflicto. Viajó a Turquía por primera vez en octubre para intentar encontrar a su hija, pero tuvo que regresar sin ella. A pesar de que le advirtieron de que era muy peligroso, lo volvió a intentar en noviembre y la, semana pasada, según las primeras versiones, incluso llegó a entrar en Siria para reunirse personalmente con ella. Ahora, sin embargo, su abogada insiste en que nunca llegó a cruzar la frontera, para evitar confusiones con la Justicia. La mayoría de países de la UE cuentan con una legislación que castiga la participación en conflictos armados, aunque, naturalmente, todo depende del papel que haya desempeñado cada cual. Según los expertos de la Comisión, los jueces deben determinar qué hacer con Aisha en función de lo que deduzcan de su testimonio: «Si ha cometido actos de guerra o se la considera un peligro para la sociedad es una cosa. Pero si se considera que es una víctima, se le ayuda con formación e información para que puedan reconstruir su vida». Sin embargo, en muchos países –entre ellos Holanda– el simple viaje a una zona de guerra lleva consigo al menos consecuencias administrativa.

En busca de un pasaporte

El ministerio holandés de Exteriores no llegó a intervenir hasta que la madre hizo pública su situación en los medios, porque su hija necesitaba un pasaporte para poder escapar. Normalmente, es al revés: los servicios de información los detectan en cuanto entran en territorio europeo –si están alertados de su identidad porque saben que se han ido a la guerra– y los controlan para tratar de determinar hasta qué punto son un peligro para la seguridad. «Lo más importante es saber qué han hecho allí, porque no es lo mismo que hayan estado combatiendo que ayudando a los refugiados».

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