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Cómo Luxemburgo facilita que las multinacionales no paguen impuestos

Si se instalan en su territorio, las grandes empresas pueden beneficiarse de una carga fiscal mínima

Cómo Luxemburgo facilita que las multinacionales no paguen impuestos efe

enrique serbeto

El «tax ruling» o según la definición técnica más empleada en francés, «decisión fiscal anticipada» es una fórmula que ha hecho fortuna en varios países como mecanismo que permite a grandes empresas liberarse de la presión impositiva. En un entorno en el que los gobiernos se dedicaron a competir para atraer las sedes fiscales de multinacionales, sabiendo que tenían que elegir entre ofrecerles un trato privilegiado o resignarse a no percibir nada porque les esperaban otras ventajas en el país vecino, muchos optaron por el mal menor.

Es lo que se ha puesto de manifiesto en el caso luxemburgués, donde se sabe que los dos países con los que este país comparte un mayor grado de integración (Bélgica y Holanda) tenían ofertas similares para las empresas que se domiciliaban en su territorio. Con la entrada en funcionamiento del mercado único, las multinacionales han encontrado un paraíso que les permite operar en un máximo de mercados sin tributar más que en el que fuera más indulgente.

Así, una empresa domiciliada en Luxemburgo pero que opera en toda Europa dispone de múltiples maneras para situar legalmente sus beneficios en este Gran Ducado, donde el «tax ruling» facilita que solo debe pagar un cupo fijo (mínimo) pactado con el Gobierno. Un acuerdo casi a la carta. En el ámbito nacional, la práctica puede ser legal, pero según la ley europea se podría determinar que representa una ventaja fiscal frente a sus competidoras. Sería una forma de ayuda pública (como las llamadas «vacaciones fiscales» del gobierno vasco), por lo que las empresas deberían devolver los impuestos no pagados (algo probablemente imposible de calcular).

Países cómplices

Todo ello explica que la táctica de Jean-Claude Juncker haya sido la de advertir que se trata de una fórmula «más ecuménica que excepcional» y que desde Irlanda hasta Austria, pasando por todo el Benelux, quien más o quien menos entre las grandes empresas puede alcanzar un acuerdo de este tipo en el Ministerio de Hacienda.

Pero política y socialmente se ha vuelto absolutamente insostenible. Como dijo el portavoz socialista, Gianni Pittella: «Hemos impuesto una cura de caballo a países como Grecia y las multinacionales se dedican a eludir impuestos, y lo peor es que lo pueden hacer sin que haya leyes europeas que se lo impidan».

Con su decisión de poner sobre la mesa el problema aseverando que no es una cuestión luxemburguesa –«esto no es un caso de Juncker contra Juncker», se defendió– le ha devuelto la pelota a todos los gobiernos europeos, que van a preferir resolver el conflicto de forma pactada y poco traumática.

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