Ruido de sables en el laborismo británico contra Ed Miliband

Sabido es que hay políticos con estrella y otros siempre estrellados. Ed Miliband, de 44 años , líder de los laboristas británicos, se encuentra entre los segundos. Nada le sale bien . La semana pasada habló en el Ayuntamiento de Manchester. A las puertas, una mendiga rumana de 14 años, sentada en el suelo, pedía con un vaso de plástico. Rodeado de cámaras y para no quedar mal, o tal vez llevado realmente por su buen corazón, Ed decidió darle limosna. Mejor no lo hubiese hecho: la prensa conservadora descubrió que solo había depositado 2 peniques , lo cual es casi un insulto, y además lo hizo sin mirar siquiera a la chica a la cara y hasta componiendo cierto gesto de aversión, que captaron los fotógrafos. Son las cosas de Miliband, que en la última conferencia laborista se «olvidó», por ejemplo, de decir una sola palabra sobre el déficit público.

Los laboristas marchan todavía por delante en los sondeos a seis meses de las elecciones generales. El último, de «The Sun», les da un 36% del voto (33% Conservadores, 20% del emergente y eurófobo UKIP, y 6% para los Liberales de Clegg, en caída libre). Pero Miliband es el líder peor valorado, incluso por detrás de Nick Clegg, detestado aquí. En Escocia el partido está roto tras la dimisión de su líder local, la prestigiosa Johann Lamont, que ha dado un portazo diciendo que no está dispuesta a ser «una sucursal de Londres» . Sin ella la derrota puede ser sonada, con un gran trasvase de voto al Partido Nacionalista Escocés, crecido tras el referéndum. Escocia aporta ahora mismo al Partido Laborista 41 escaños, es uno de sus graneros de votos, lo que da fe de la gravedad de la amenaza.

En este clima ha trascendido que un grupo de parlamentarios laboristas se reunieron el miércoles en el Noroeste de Inglaterra y plantearon abiertamente el relevo de su líder. Miliband se esforzó ayer por restar hierro: « Honestamente, todo eso es un sinsentido ». Pero ha renovado su gabinete más cercano y no hay medio que no hable de ruido de sables. Las críticas le llueven de los dos extremos. Para el ala más moderada del laborismo, Miliband, un hombre con un extraordinario currículo académico en Oxford y la London School of Economics, «n o conecta con el inglés medio ». Además le achacan el tono apocalíptico con que habla siempre de su país, que aquí muchos ven como un pecado de leso patriotismo. « Suena constantemente negativo, y la nación quiere también escuchar algo bueno ». Por la izquierda le exigen que se erija con rotundidad en paladín contra el ajuste fiscal de Cameron y Osborne. El propio Tony Blair declaró hace unas semanas que veía a su partido incapaz de ganar las elecciones. Aunque luego, en un gesto muy Blair, se retractó rápidamente en cuanto vio sus comentarios en letras de molde. Parece de todas formas improbable que con las elecciones tan cerca se pueda relevar a Miliband, que fue elegido líder de los laboristas en 2010 al derrotar a su hermano David.

Como telón, no se pueden soslayar los orígenes de Miliband, porque la serpiente del antisemitismo nunca se ha ido del todo, ni siquiera en un país tan abierto como Reino Unido, que se batió contra los nazis. Miliband, nacido en Londres, es judío, hijo de una polaca superviviente de los campos de concentración y de un profesor marxista belga ya fallecido, que se refugió en su día en Inglaterra. En septiembre del año pasado «The Daily Mail» publicó una portada injuriosa, con una foto del padre del líder laborista presentado con el titular « El hombre que odia a Gran Bretaña », en alusión a unos textos críticos con el país que había escrito en su juventud. Ed Miliband, muy dolido, pidió y logró un derecho de réplica y explicó que su padre luchó por el Reino Unido en la Segunda Guerra Mundial. Pero la herida con el «Mail» sigue abierta y el político volvió a recordar el episodio en la pasada convención de su partido.