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El día que Tesco empezó a no gustar tanto a los ingleses

El supermercado triunfador de los años 90 vive un grave crisis de modelo y de malas prácticas

El día que Tesco empezó a no gustar tanto a los ingleses afp

luis ventoso

Hasta ayer mismo, Tesco era casi sinónimo de supermercado en el Reino Unido. “Me bajo al Tesco”. “Estoy en el Tesco”. “Cógelo en el Tesco”. El invento de Jack Cohen, el hijo de un sastre judío que empezó de tendero en el West End de ... Londres y creó un imperio, brillaba en su cénit en los años 90. Todavía hoy, sus cifras abruman: medio millón de empleados, opera en doce países y se calcula que por sus establecimientos pasan 10 millones de clientes cada semana. Era -y es- la mayor cadena de las Islas y la tercera del mundo, y el mayor empleador privado de Gran Bretaña. Tiene ramificaciones fuertes en Asia, aunque su expansión internacional ha sido algo fallida (en España, por ejemplo, no existe). Pero ha perdido su brillo. Y se percibe hasta entrando en sus establecimientos. Sus suelos no están siempre lo limpios que deberían, impera un cierto desorden y los empleados lucen caras de hastío y a veces, hasta atisbos de desaliño indumentario. No ha sabido cuidar los detalles. Y si a ello se une un cambio radical de hábitos de consumo y una gran chapuza contable, el panorama se torna harto inquietante.

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