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Los hispanos apenas cuentan en las legislativas del 4-N de EE.UU.

Los republicanos ganarían similar número de puestos aunque no recibieran ningún voto hispano, pues este se concentra en distritos ampliamente demócratas

Los hispanos apenas cuentan en las legislativas del 4-N de EE.UU. reuters

emili j. blasco

De ser decisivos, a importar bien poco –momentáneamente– en la batalla política estadounidense. Si en 2012 Barack Obama fue reelegido al llevarse más del 70 por ciento del voto hispano (Mitt Romney solo consiguió un 27 por ciento), en las legislativas del 4 de noviembre los republicanos pueden salir victoriosos aunque no reciban ningún voto de los electores hispanos. Otra cosa es que los republicanos harían bien en no espantarlos, porque en las presidenciales de 2016 los necesitarán como nunca.

La cuestión es que en las circunscripciones ahora más disputadas apenas hay residentes hispanos. El 4 de noviembre se elige un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes, que se renueva cada dos años (también varios gobernadores). Los hispanos representan este año menos del 5 por ciento del censo electoral en nueve de los diez estados donde tienen lugar las carreras senatoriales más reñidas. Además, la mitad de los hispanos vive en 65 circunscripciones de las 435 en que se divide el país para la elección de los miembros de la Cámara de Representantes; en los distritos que los republicanos defienden, los hispanos son solo el 6,7 del censo.

Las encuestas predicen que los republicanos mantendrán la mayoría que tienen en la Cámara de Representantes y pueden ganar el control en el Senado. Las dos cosas podrían suceder incluso si todo voto hispano fuera para los demócratas, de acuerdo con un estudio de Upshot. Con la misma participación de 2012 y en el supuesto de no recibir ningún apoyo hispano, los republicanos pasarían en la Cámara de 234 escaños a 223, sin perder por ello la mayoría absoluta, que está en 218.

Esto explica que los republicanos no hayan tenido prisa en tramitar la pendiente reforma inmigratoria. Se espera que una vez hayan pasado estas elecciones de mitad de mandato presidencial («Mid-term elections»), que normalmente recogen cierto voto de castigo a la Casa Blanca, haya un impulso de esa reforma. A partir del 4 de noviembre, la política estadounidense entrará ya en la larga preparación de las presidenciales de 2016 y los republicanos necesitan congraciarse con la población hispana. Se calcula que para ganar un presidenciable los republicanos necesitan al menos un 40 por ciento del voto hispano, cifra alcanzada por George Bush en 2004 (en 2008, John McCain se quedó en el 31 por ciento).

A pesar de peso en la carrera presidencial, la población hispana tiene menos influencia de la que le correspondería por su volumen en el marco político estadounidense. Los 52 millones de residentes con origen hispano suponen el 17 por ciento de la población, pero solo el 49 por ciento de ellos puede votar, un porcentaje que entre los blancos no hispanos llega al 74 por ciento. Esa diferencia se debe a que entre los hispanos hay más menores de 18 años (estos son el 28 por ciento, frente al 22 por ciento que suponen entre los blancos no hispanos) y hay menos personas con nacionalidad estadounidense (el 69 por ciento son ciudadanos, frente al 96 por ciento en el caso de los blancos no hispanos).

Pero incluso aunque tengan derecho al voto, los hispanos acuden menos a las urnas. En las presidenciales del 2012, solo el 48 por ciento de los electores hispanos fue a votar, frente al 64 por ciento en el caso de los blancos no hispanos y el 66,2 por ciento de los afroamericanos.

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